Técnica para el Insomnio
De
pequeña fui una de esas niñas que sufrió el temor irracional a los
fantasmas y criaturas tenebrosas. Y a la oscuridad, y los saltamontes
muy grandes, y a las películas de animales antropomorfizados, y a los
muñecos de trapo y […]
Se me ocurrió entonces, lo que yo creía que era una revolucionaria idea
para conciliar el sueño; si no lograba caer dormida, empezaba a imaginar
una vida futura en donde yo era exitosa, feliz y, por sobre todas las
cosas, no necesitaba levantarme de la cama, ni corretear juguetes
endemoniados con un bate de baseball.
La cosa funcionaba más o menos así: primero, armaba una historia breve
que resumiera la forma en la que, con mis poderes de mujer adulta, había
obtenido todo lo que requería para vivir en paz y armonía por los
siglos de los siglos. Luego componía imágenes cargadas de sonrisas,
paisajes, personas alegres, etc. Cuando mi mente y mi guión jugaban a
descubrir detalles, yo iba cediendo a la propuesta de algún
neurotransmisor.
¡Era realmente una gran técnica! pensaba que si la comentaba a los
mayores, yo aparecería en el periódico como la niña que resolvió el
insomnio.
Sí resolví unas cuantas cosas, pero también me adjunté malas costumbres.
Como correr al sentir miedo, abandonar lo que se hace difícil, o crear
otras realidades donde existir es simple.
Tal vez crecí un poco y es probable que madurara, pero nunca dejé de
sentirme como una niña pequeña. Las desilusiones me hieren como a una
niña pequeña, por eso oculto mis errores de los ojos ajenos, como los
niños pequeños, porque las responsabilidades me pesan como a ellos.
Aún quiero correr en la lluvia como una niña pequeña, buscarle forma a las nubes como una niña pequeña,
llorar cuando me provoque como una niña pequeña, contar estrellas de noche como una niña pequeña.
Pero ya no quiero soñar con la vida perfecta y dejar pasar la oportunidad de vivir de verdad.
Quizás ésta idea va a la par con el día en el que le conocí, y le tuve
miedo a morir; a morir sin besarle, a morir sin escucharle, a morir sin
su presencia… En fin, esa es un historia totalmente distinta.