La naturaleza del amor
¿Acaso la tierra pide agua al cielo cuando está seca y comienza a agrietarse cual los labios de quien se pierde en el desierto y agoniza deshidratado?
El cielo genesoro entrega a tierra su agua, aun sin existir una señal entre ellos, sin emitir un solo sonido. Pero cuando el cielo cierra sus puertas y el suelo pedregoso no es regado ¿deja la tierra de esperar por él? La tierra espera hasta la muerte, la tierra no deja de amar al cielo. Si la tierra se cansara, nunca amó al cielo, si la tierra busca otra forma de no perecer por la sequía, nunca anheló el agua que el cielo podría brindarle. ¿O acaso ella maldice al cielo por haberle entregado un poco de su agua para luego negarla cruelmente? La tierra siempre atesorará lo que recibió del cielo; la tierra no ama al cielo por lo que recibe, ella lo ama por lo que es, aun cuando él pueda negarle su esencia. Si la tierra llegara a maldecir al cielo, si ella lo negara ante todo, todo fue vano, todo fue vacío.
El ejemplo que la naturaleza nos brinda no ha de pasar por alto, si el Creador lo ha hecho así ¿quienes somos para alterar la naturaleza?