Espirales
Quizás en los recónditos espacios del alma hay lugar para los lamentos, quizás exista espacio para los aullidos internos del miedo, Gema no pretendía ir por la vida sin explorar hasta el más invisible de los recovecos de la mente humana. Esta hambre de saber, de explicar y de encontrar, fue lo que la llevó a descubrir un panorama brumoso en su propia existencia.
No hay líneas rectas en ningún sendero, no existe el equilibrio completo…el caos es inminente en cada ser.
Gema supo entonces que caminar descalza por el laberinto de sus heridas, no era otra cosa que reconocerse a sí misma y que solamente podría salir con vida de ese lugar oscuro, húmedo y solitario, con el mapa que dibujaba en su alma cada cicatriz. Ni el pasado ni el presente son en vano, de facto son mosaicos coloridos que sirven de linterna para dibujar el camino que se debe recorrer para llegar a la meta…¿Pero? ¿Y si en realidad no había meta? Un propósito de vida…sí quizás…un propósito de vida marcado servirá de guía…Gema está enmedio de un bosque…hay un río que con su manso caudal alivia la carga, Gema ríe, camina lento, va descalza, de repente se resbala pues las piedras húmedas están cubiertas de moho, Gema se levanta y sigue su camino, viste un blusón blanco, su olanes llegan casi al piso, tiene frío, pero sigue avanzando, pareciera no llevar rumbo fijo, su cabello ondulado está totalmente empapado, camina despacio y siente en la piel de sus pies el frío caudal del río, el bosque está lleno de una bruma espesa, mira a su alrededor y siente inquietud. Gema no puede entender porque no hay nadie más que los insectos, el agua, los árboles y tanta calma.
Ahora lo recuerda todo…madre murió…padre se fue…y su esposo, aquel que le juro siempre estar a su lado, le abandonó.
Perdió su trabajo, perdió a sus amigos, alejo a todos de ella y se sumergió en un lago oscuro y frío, de aguas quietas, inamovibles, aguas negras totalmente, sintió que flotaba pero de repente, su cuerpo pesaba tanto que se fue hundiendo lenta y angustiosamente, hasta que una voz desde el fondo le hablo…abrió sus ojos y se percató del vacío que le rodeaba, fue cuando quiso nadar de vuelta a la superficie, fue cuando quiso escapar de ese pozo profundo, pero pesaba tanto… Gema desesperada luchaba por subir, pero su cuerpo simplemente pesaba como el hierro, de pronto el aire faltaba, el miedo era un enorme losa angustiante, desespero y de repente, una voz desde su mente le dijo:-“Deja de pelear”.
Gema se dejó llevar, cerro sus ojos y le permitió a su cuerpo tocar el fondo de aquel abismo, paradójicamente, cuando intentó nadar con todas sus fuerzas, el peso de su cuerpo aumentaba inusitadamente, pero…cuando se calmó e hizo caso a la voz…el peso fue más ligero, fue cayendo lentamente..suave, así se dejó ir, disfrutando incluso de la sensación del agua alrededor de su cuerpo, sintió frescura y una suave caricia que le ayudaba a descansar, asi continuo hasta que su espalda tocó el fondo del lago.
Una vez allí…experimentó una inmensa paz, abrió sus ojos y vio a su alrededor…era la nada… pero ahora no tenía miedo, sentía calma, paz, un equilibrio como el que no había sentido en mucho tiempo.
Gema entonces se percató de que no sentía desesperación, incluso se percató de que respiraba, sonrió…
El agua que le rodeaba empezó a desvanecerse, Gema quedó recostada mirando a las estrellas, sin miedo ni dolor, su cuerpo se fue secando y ella recostada sin miedo, viendo la inmensidad del universo.
Fue cuando entendió, el mensaje fue claro, no hay paz, si antes no hay lucha, no hay armonía melódica sin la presencia previa del silencio, no hay victoria, sin antes haber librado una batalla.
Gema se levantó y caminó por el río…ya no hacía frío, ahora todo era más sencillo…Gema entonces despertó.
Experimentó en carne propia, lo que el miedo, la ira y la depresión pueden hacer en una mente enferma, agobiada por los fracasos y los duelos no cerrados, Gema entonces comprendió que los espirales de la vida son constantes, dolorosos y prolongados, hasta que se aprende la lección.