Volví a verla

Recuerdo como, incluso a esa temprana edad, no podía creer lo que mis ojos veían en ese preciso momento, pero debía hacerlo, no podía hacer otra cosa. El árbol que tantas veces había ignorado cuando iba a jugar sola en ese lugar cercano a mi casa, rodeada de muchos más árboles iguales, tenía una puerta de casi mi misma estatura, a la que conducía una pequeña escalera de 3 tan solo 3 escalones.

Desconozco cuánto tardé en decidirme, pero me acerqué lentamente, y golpeé a la puerta. Nadie contestó. Podría haber jurado, y nuevamente hacerlo hoy, que oí ruidos provenientes del otro lado.

-¡Ya está la comida!-me llamó mi papá, justo cuando estaba considerando golpear de nuevo.

-¡Papá, mirá!-le dije, señalando hacia el árbol, luego de haber corrido a sus piernas. La puerta ya no estaba ahí.