A mi mejor amiga
Valencia, 10 de mayo de 2019
Amor mío:
Comienzo a escribir esta carta con las manos frías y la frente sudorosa, muy nerviosa. Sería sencillo si no fuera lo que es, una carta para ti, una carta. Para ti que eres el abrazo más sincero, la sonrisa más energética y la caricia que más cura. Una carta para ti, mi talón de Aquiles. Mi fuerza.
La razón por la que con orgullo me levanto después de cada caída, pues en cuestiones de retos y batallas me has dado las mejores clases. Tú, que siempre me llenas de buenos consejos y bendiciones, el mayor ejemplo, mi heroína, mi capitana, el mejor aplauso después de llegar a la meta. Mi todo.
Hoy he decidido dar un paso a la felicidad y escribirte a ti pensando en mí. A ti porque te amo y sé que me amas. Hace tiempo me preguntaste si éramos las mejores amigas y no te contesté, pero después de que leas esta carta quiero decirte que eres mi mejor amiga en el mundo, para eso tengo que sincerarme en muchas cosas, pues las mejores amigas no tienen secretos.
Siempre te hablo de los estudios, el trabajo y mis amigos, pero nunca conversamos sobre el amor, tengo 20 años y todavía no te he presentado un novio. Y aunque ambas sabemos que no me llueven pretendientes, la verdad, tampoco he pasado desapercibida. La lista no ha sido larga pero tampoco diminuta. De esta “Barbie” como sueles llamarme, se han fijado varios.
Las victimas: Toni, Víctor, Javier, Julio y Jesús. Ellos intentaron robar el corazón de tu cielito, cada uno a su manera ha querido conquistarme, aun así, ninguno lo logró. En definitiva, las matemáticas me indicaban que algo no cuadraba, estos chicos fueron todos especiales, cada uno más guapo que el otro, así que nunca entendí porque no podía corresponder igual.
Total que el tiempo pasó y, ¡Oh! me enamoré, sí, me enamoré de una mirada acompañada de una sonrisa, me enamoré de una personalidad arrolladora acompañada de una magia que alocadamente me invitó a creer y a sentir nuevas sensaciones. Pude comprender qué es acostarse soñando con alguien y levantarse con esa persona en la cabeza, además un montón de mariposas aparecieron en mi estómago y no paraban de revolotear. Su nombre es Martina.
Entonces entendí qué es sufrir por amor y en mi caso el sufrimiento era doble. Es difícil explicar cuando quieres a alguien, más si el mundo coloca condiciones y te das cuenta de que hay amores que tienen barreras, hay prejuicios, gente que señala, que margina y discrimina.
Y entré en pánico, me cuestioné, cuestioné mis sentimientos y mis acciones. Lo negué, me negué a la posibilidad de conocer a esta persona, de dar el paso, de mirar sin sentir miedo, de abrazar sin esconderme.
Así que me hice preguntas y hallé respuestas, lloré muchas noches y también muchas mañanas. Crucé la raya, comprendí por qué quiero como quiero, busqué darle nombre a lo que siento para finalmente, poco a poco, decirle al mundo que soy lo que se dice bajito. Sí, yo soy Lesbiana.
Una vez consciente de mi clara homosexualidad decidí darme oportunidades, querer con locura y frenesí, sonreírle a esa sonrisa, darle amor a quien mi amor merece. Pero noté que aún había algo que frenaba mis ansias de salir al mundo con alegría de mil colores y es que la persona más importante aún no lo sabía, tú, mi mejor amiga.
Es así, como entendí que no me importa si el mundo lo sabe, si no lo sabes tú, jamás estaré en paz. No me importa si el mundo me rechaza, si no lo haces tú seré eternamente dichosa. Yo no decidí ser así y tampoco le hago daño a nadie. Eres el único apoyo que necesito para salir adelante, para sentirme plenamente contenta y cómoda de lo que soy y lo que siento.
Esta es la razón que hoy me impulsa a confesarte mi mayor secreto, porque no concibo ser feliz escondida, porque sé que no quiero seguir bajo la sombra de una apariencia, porque quiero amar de verdad, porque sencillamente ya no quiero que sea un secreto.
Y así, con las manos frías, dolor de cabeza y mucho más nerviosa que al inicio, termino esta carta rogando que puedas entenderme y amarme sin medida, que sigas diciendo con orgullo “Teresa Miró es mi hija”, rogando recibir un abrazo de comprensión que me anime por el resto de mis días y de ahora en adelante llamarte madre y también mejor amiga.
P.D. TE AMO (Por favor, nunca lo olvides)
Teresa Miró