La desesperación de un sueño
¿Aceptas el desafio de vivir? ¿vivir?, realmente no.
La luna esta pálida ocultada por la imponente bruma, ya ni siquiera eso puedo ver desde mi ventana, no puedo dormir y eso me molesta mucho, cuantas veces he deseado ser un vampiro y jamás sentir aquellos malestares que me convierten en un simple mortal, quería vivir para siempre, jamás tener la necesidad de comer o dormir, cuantas veces desee que mi vida fuese diferente pero nada cambiaba, la vida es así, da giros cuando menos lo esperas y menos lo deseas.
Bueno, creo que por escucharme por lo menos mereces saber mi nombre querido lector, es algo especial quizás por la creatividad de Lilith mi madre, una mujer de embriagadora apariencia y mi padre Elieth, un taciturno hombre; no quisieron que su hija llevara una combinación de ambos porque sabían que el color de sus ojos y piel asi como la forma de su cara demostraba una mezcla perfecta de ambos, asi que decidieron llamarme Neferet, quizas haciendo alusión a mi cabello dorado, ojos verdes y una personalidad sombria; mi infancia fue una espiga de trigo para la familia, el milagro que todos esperan, pero el ocaso errante no disculpa tanta felicidad, prefiere el hastió del hombre, y una anudada vida, mi madre desesperada por cumplir su sueño creyó que lo mejor era vender incluso su vida, que igual a un racimo de rosas blancas que tiñen sus pétalos de rojo carmín dejo caer su sangre por mí, que ilusa su esperanza, que iluso mi padre en su deseo de recuperarla de su cadáver frío, que ilusa la esperanza y que iluso sería seguir viviendo.
La cuajada esperanza de vivir sin ella convirtió nuestro paraíso en un limbo galopado por sirvientes que montan bestias del mal, Elieth que ablando su corazón por mi nacimiento corto sus alas y cuando cumplí la mayoría de edad me las dio, dijo que con ellas debía volar para tocar el cielo como lo habría querido ella. Ese día lloró sobre mi regazo pidiéndome permiso para entregarse a la corte real de Astarot para así al fin estar con mi madre en la muerte y para la eternidad, mi llanto desconsolado no lo detuvo, la amapola de su lucidez desfalleció frente a mis ojos cuando desarraigaron su sonrosada sonrisa.
El poniente destino me decía que lo mío era estar sola, no poder ser amada ni aprender amar, que el crepúsculo estaría solo en mi muerte e incluso que mis lágrimas no son más que roció para los astros. La vida que me otorgó mi madre no es vida, es la muerte que la engaño vilmente, no sé qué hacer con la eternidad que me espera, he pensado en hacer lo mismo que mi padre pero la corte se negó aduciendo que al ser la última descendiente debía mantener el linaje, no sé que soy ni que seré, no sé qué espero o si alguien me espera, no sé si mi vida sirvió de algo; los días continúan en la trementina de mi cama que, agonizante preserva mi respirar, sé que debo descansar aunque no lo necesito pero Audrey me espera en su boda, otro engaño que he decidido continuar.
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Envidio tu habilidad para colocar adjetivos. El relato de la vida triste y sin razón, de la vampira (lo que he entendido) Neferet debería continuarse.
Me gustaría una segunda parte.
Hola, al principio pensaba en dejar la historia aquí sin embargo, creo que continuarla es una buena idea.
Muchas gracias :). Me encanta la diferencia implícita que hace entre el deber y el querer.