Mujeres maduras ñam ñam
Tema de misterio, tema intrigante, desconocido, un metaverso …. la mujer en la madurez.
Se podría comparar en muchas etapas de otras edades: la adolescencia, por el cambio de hormonas, la niñez, por la poca importancia que se le dan a algunas cosas.
La mujer madura tiene muchas facetas, todas buenas, evidentemente, pero complicadas. Sólo es entendernos, cosa que no ocurrirá nunca. Ni ganas porque en el fondo…. es como oír las llaves cuando estás en el sofá viendo tu sería favorita y piensas: joder, ahora tiene que llegar a casa? En serio? Pffffff. O cuando se apoderan del mando de la TV; les miras y piensas, ¿sabes que tenemos más habitaciones? Nos molestan, nos da igual, nos sobran. Menos mal que nos tenemos a nosotras.
L@s jóvenes nos ven desfasadas, de otra era, así como de blanco y negro. Las parejas, como un ente, ese que va cual sombra de Peter Pan; que está ahí, pegada a ellos, que se mimetiza con el paso del tiempo. Joder, que triste!
En primer lugar, y para que quede constancia de cual es la definición de la madurez, en concreto de la mujer y más en concreto de lo que yo considero, es el desarrollo armónico de las dotes físicas, morales e intelectuales de la persona humana, acompañado de la adquisición de un sentido más perfecto de la responsabilidad, del recto uso de la libertad y de la preparación para participar activamente en la vida social. ¿Qué? ¿Te parece mal? Lee lo que dice la RAE de la madurez: “periodo de la vida en que se ha alcanzado la plenitud vital y aún no se ha llegado a la vejez”.
¿En qué parte pone que seamos gilipollas, lentas, tontas, insufribles o inútiles? En ninguna.
Pero, entre nosotras, en petit comité, esa definición, al margen de subirnos un poco la moral y crear en nuestra imagen mental una diosa de pelo blanco con brilli brilli, la madurez y, sobre todo la menopausia maldita, tiene otra definición real.
En el diccionario, queda bien, pero en la vida real, el día a día, es más …. yo diría hasta divertido. Porque como no somos viejas, ni enfermitas, pues eso, nos hace hasta gracia. ¿En qué facetas? en todas.
Te das cuenta físicamente por los cambios que sufre tu cuerpo. Suerte que tienen los hombres que no lo sufren, físicamente. Si como daño colateral. Pero, ¿es que todo nos tiene que tocar a nosotras?
No poder controlar tu cuerpo, tu mente, tu orina, y encima tener que oír como te increpan por ello. Si supieran lo poco que nos importa.
¿Ejemplos? Muchos.
Hoy he oído en las noticias que estamos en época de calçots. No he podido asociar esa palabra a las bragas, enormes, fajotas que nos toca llevar con esta edad. Barrigas colganderas, y mamellas que te recuerdan cuando, por alguna situación en la que los planetas se alinean y no por voluntad propia, tienes que correr (porque eso, nos diferencia de los más jóvenes; nosotras, ya nunca corremos) y notas, que aunque también llevas sujetadores a juego con los “calçots”, bien grandes, con tirantes de dos dedos, para que agarre bien, las mamellas te van haciendo el recorrido del símbolo del infinito, de la lado a lado, arriba a abajo, y piensas mientras estás haciendo ese ridículo: “eso no se movía tanto antes”.
Dejar claro que tu mente está cada vez más serena, lo ves todo con objetividad pero el resto de tu cuerpo como que se ha quedado en un sofá viendo series de Netflix, en maratón, a lo bestia. Reloj no marques las horas…
Más situaciones. Te vas de compras y buscas la misma talla que has usado desde hace años. Es mi talla, te dices. Pero un día, de repente, pues no te cabe. ¿Es justo? ¿Pero qué hemos hecho para que nuestro cuerpo se use para bombearse? Sólo por eso, nos merecemos respeto. Nuestros hijos salen de nuestro cuerpo y para eso tenemos que transformarnos. Y cuando ya no podemos tener hijos, nos volvemos a transformar. Así, sin pedirlo, sin firmar un contrato con letra pequeña. Y es cuando nos convertimos en la sombra y dejamos de ser la diosa de pelo blanco con brilli brilli.
¿Y cuando te peinas? No sé vosotras, pero mi melena larga, rizada, era la envidia de mis amigas y el deseo de los compañeros de instituto. Ahora, lo más parecido a esa melena está en el sobaco o entre las piernas. ¿Cómo he llegado, aún gastando en súper productos para hidratación capilar, a parecer que me han escarbado las gallinas cuando me dejo el pelo suelto? ¿Os acordáis de Olivia, la de Popeye, en su moño? Ese es el único peinado que me queda bien. Pelo de bruja…. eso no lo pone en la RAE, eh?
Ropa cómoda, ancha, lo que antes te parecía de maruja, ahora te parece una buena opción. No puedes evitar que te caiga una lagrimita ficticia cuando decides llevarte esa prenda… madre mía! ¿en qué me he convertido sin darme cuenta?
Somos madres, pero menos. Esposa no, señora de la casa. Aparcar hacia atrás, bajando el volumen de la radio. Por cierto, y ¿las emisoras de radio que ponemos? A veces me encuentro oyendo noticias, noticias! Eso era de mayores. O escuchando Radio Taxi. Esos momento se quedan en tus secretos. No lo cuentas a nadie. Pero lo haces. No sé si reír o llorar.
Respiras, paciencia, asumes… y sigue la vida.
Tenéis que entender que en cuestión de minutos nuestro cuerpo tiene frío y luego calor, nos reímos y luego gritamos… y no somos nosotras. Nosotras somos unas santas. Eso, jamás lo haríamos por naturaleza propia. Se nos apodera un “ser maligno” llamado Sir Hormonis. Malote que es.
Bueno, y que decir del sexo. Hijo, si quieres deja de leer en este momento.
Cuando eres joven, con la piel tersa, dura y te comes el mundo porque aunque no te maquilles estás ideal, siempre estás deseable. Y me imagino que algo de de emanar de la piel porque nos hace deseables.
A nuestra edad, lo primero que nos da es la risa y luego dices, va, así no me voy a hacer la ruta del colesterol hoy, eso lo sustituye.
No te preocupa llevar ropa interior a juego. Porque, que no se equivoquen los hombres; si una mujer lleva la ropa interior a juego y con encaje, la que te folla es ella, no tu, listo.
Deja de ser una prioridad aunque sigue siendo importante. O eso dicen. Porque une a la pareja y tal y tal. Pero, en serio, ¿no parece que tenemos que hacer un pequeño esfuercito? Para ellos, creo, que es como más vital, son más primitivos. Para nosotras es como, o una obligación, o un desahogo. Así que, si lo pensamos bien, podríamos estas sin ellos en ese aspecto. Podemos sustituir en momentos de máxima tensión con un Plátano Melón. Eso si tienes suerte de que la menopausia no te la deja seca como una esponja de fregar una semana al sol. Ya pueden chupar, ya.
Y abro debate porque una amiga piensa que una mujer dice sí cuando quiere decir sí. Si una mujer quiere decir sí a nuestra edad es que es sí y no hay que darle más vueltas. No hay tiempo a darle más vueltas que se nos pasan las ganas.
Eso es para otro día. Lo que decimos, lo que hacemos, hemos llegado hasta aquí por nosotras o por lo que llevamos arrastrando en el hombro con nosotras desde niñas.
Chicas, no mujeres mayores, vamos bien, estamos bien. Luchamos de nuevo en la edad madura como siempre lo hemos hecho. Llevando una casa, cuidando de los hijos y todo sin ayuda. Porque nuestro mundo interno es nuestra lucha pero también lo que nos hace grandes, muy grandes. Nadie puede ponerse en nuestros zapatos. Por cierto, sin tacón, que ya se nos ha pasado edad sufrir por sufrir.
Guapas todas!