El cuarto cerrado
cerrò con llave la puerta de su habitaciòn y se dirigiò a la cama. Esa noche, tuvo uno de los sueños màs horribles que recordarìa luego en su vejes. Se trataba, en principio, de su misma habitaciòn; solo que en lugar de ser èl mismo en su cuerpo, era una pequeña còmoda, donde se almacenaban todas las prendas de vestir que ya no se usaban. Era su conciencia en el cuerpo de ea còmoda. Sentìa en su interior ajustarse los espacios libres que eran cargados con prendas viejas de vestir y abrigos de estaciòn. Podìa verse a sì mismo entrando y saliendo de la habitaciòn a un ritmo frenètico sin tener por objetivo, ningun lugar en especial. Se sentìa inùtil y màs aùn cuando veìa de lejos a Clara, su novia, y no podia si quiera regalarle un abrazo.
Aquèl otro individuo dentro de su cuerpo no la veìa y pasaba a su lado sin brindarle un poco de afecto
el momento de mayor angustia fue cuando ya no quedaba lugar en su cuerpo para guardar prendas y el aire era tan escaso como inservible. Se estaba ahogando y su cuerpo no lo notaba. Fue justo en el momento màs critico cuando vio su cuerpo pequeño emerger de las profundidades de una oscura y ajustada caverna. Habìa nacido por fin y ya no era una comoda, sino un hombre feliz y sonriente, pero… ¿còmo podìa verse? en ese momento despertò de su sueño todo empapado en sudor y lagrimas que, junto con las viscocidades de su boca lo hacìan parecer a un montruo de fàbula. intentò abrir su puerta pero estaba llaveada… buscò por todas partes la llave y no la encontrò. En su habitaciòn no habia una mìsera ventana y el aire se estaba haciendo inservible, ya que su miedo y fatiga lo obligaban a respirar màs de la cuenta… por fin, cayò desmayado y en ese momento, en ese otro letargo pudo ver, desde el cuerpo, la còmoda. Alli estaba la llave. alli, su salvaciòn.
Martin Hugo Villalba