Amor en Tiempo de Migración
El tiempo al final viene
siendo nada ¿no? Porque el tiempo en sí son números que creemos que por alguna
fuerza mística y universal se van descontando de nuestras vidas, te van
quitando probabilidades de vivir. Sólo viene siendo otra invención humana para darnos
propósito, para limitarnos y obligarnos a hacer las cosas. Pero al final del
día, desde un punto literal de sólo tiempo como tiempo viene siendo nada ¿Qué
sería el tiempo sin contenido? Sólo eso.
Ya hablando del tiempo con
contenido, con sentido, con acción las cosas se tornan menos grises. Un pasado
que no se traduce en sólo años transcurridos o un futuro de años por vivir,
sino en experiencias que me construyeron y experiencias que quedan por venir. Creo
que desvarío demasiado, pero es que necesito pensar en otras cosas para que no
me encuentres llorando. Llorando en esta silla de metal incómoda. Llorando en
esta espera que quiero que sea eterna. Pero bueno, no quiero llegar a eso aún. A
veces es difícil controlar lo que pienso, pero en este momento debo controlarme
mientras llegas. Experiencia, una palabra que por sí sola no representa todo lo
que tiene valor, claro, a través de ella aprender, a los coñazos o a las
caricias. La experiencia hace que te crezcas o te quedes del mismo tamaño, te
quita y te da cosas, te deja marcas y a veces las borra. Pero no es nada sin
los actores, la experiencia es el acto, la obra de teatro en plena acción, pero
son los actores quienes hacen la magia, es el actor quien realiza la acción, le
da dirección; eres tú quien le dio sentido a mis experiencias durante un tiempo.
Fui al baño, me lavé la cara
un poco, el agua estaba fría. Me quedé mirando fijamente el espejo tratando de
acomodarme un poco ¿acaso había manera? Llevaba ya dos días sin poder dormir
bien, todo este ajetreo estresa a niveles descomunales. Salí y me senté de
nuevo, mi hermana menor se acerca y se sienta sobre mis piernas. Como la voy a
extrañar, aunque sea por unos meses para que ella también se vaya. Mamá y mi
abuela hablaban elocuentemente de quien sabe que, mientras mi hermana revisaba
efusivamente la Tablet ¿será que todos lo único que querían evitar es pensar en
que nos vamos a separar? Y quien sabe por cuánto tiempo.
Ya era casi la hora de ir a
almorzar, el último almuerzo juntos dentro del país, ya debía de estar por
llegar. Mi garganta estaba seca y mi pierna no dejaba de moverse. Miraba para
todas partes intentando buscarlo entre la gente mientras mi mamá peleaba
conmigo para que me tomara algunas fotos. Estaba demasiado ansioso y distraído,
quería verlo, no quería desaprovechar ni un segundo. También quería matar el
tiempo para que dejara de correr, que todo se detuviera. Mierda, que difícil
todo esto ¿Por qué duele tanto despedirse? Ninguno de los dos se va a morir,
ninguno de los dos tiene una enfermedad terminal, pero ambos sabemos que es muy
poco probable que nos volvamos a encontrar. Destella el flash al momento que mi
mamá toma una foto. Es un poco injusto amar tanto a alguien y perder las
esperanzas, es muy triste sentir que la pierdes, aunque ninguno de los se
quiera perder, aquí nadie se quiere ir, me quiero quedar contigo. Suena la
notificación de un mensaje y hago una seña para que mi mamá dejara de tomar
fotos. Ya estaba aquí y me estaba buscando, mis dedos escribieron lo más rápido
que era posible y mi expresión de felicidad apareció de una vez en mi rostro.
Volteo luego de responder y
quedo segado por el flash de una foto, me estrujo los ojos para poder ver bien.
– Que bella esta foto – dice mientras me ve
sonriendo, mirándome con cierta nostalgia. Dios quiero correr para darle un
abrazo y un beso que durara para siempre, pero no puedo. Frente a mi familia
sólo es mi mejor amigo, nada más que eso y no creo que sea el momento apropiado
como para lanzarles la bomba de que es algo más que eso. Aunque estoy seguro
que mi mamá siempre lo ha sospechado, al principio no lo soportaba, siempre lo
juzgaba, pero ¿por qué odiaría a una de las personas que hace feliz a su hijo? Quizá
con el tiempo comprendió eso, pero lo más probable es que no quiera ver las
cosas como son. No leo mentes, aunque a veces quisiera. Supongo que cada quien
ve las cosas a su manera y lo ve a su manera ¿Me importa lo que diga mi mamá y
mi papá al respecto? Claro que sí, pero no es el momento.
Sentados uno al frente del
otro, rodeado de mi familia. Por alguna razón sentía que todo era un sueño
hermoso, era tan hermoso. Hablaba con mi papá y mi mamá de alguna cosa de la
universidad y sus planes a futuro, pero yo sólo lo veía y recordaba ¿será que
él recuerda? Las veces que lo vi sin hablarle en el pasillo del liceo ¿será que
aún piensa en eso? El primer día que le hablé sólo para pedirle la hora y luego
no sabía que más decirle ¿será que soy el único que aún recuerda? El primer día
que salimos, nuestro primer abrazo, nuestro primer beso ¿será que recuerda lo
importante que es para mí? No lo sé, duele. Duele haber luchado tanto, duele
haber peleado tanto, duele haber perdido tiempo en celos estúpidos, en este
momento me duele todo eso, duele que en un momento todo va a quedar abandonado.
Hablaba de manera tan amena con mis padres, no sé cómo lo hace, siempre ha sido
una roca y yo aquí despedazándome. De vez en cuando me miraba y me sonreía, sus
ojos examinaban toda mi expresión y yo lo examinaba a él. Estaba triste y era
inevitable.
Me levanté de la mesa y fui
directo al baño, necesitaba un respiro. Me lavé el rostro otra vez; ya no sé cuántas
veces lo he hecho hoy. Él entró al baño y se quedó a mi lado, yo no podía ni
verlo a la cara.
– Todo
va a estar bien. – me dijo levantándome el rostro hacia el suyo.
– ¿Estás
seguro? Yo no quiero… – me interrumpió con un beso y comencé a llorar. No soporté
más, no quiero que esté mal, no quiero dejarlo aquí.
– Yo voy
a estar bien, sabes que yo puedo sobrevivir a todo esto – dijo mientras aún me
abrazaba, aunque confiaba en él todo me decía que no lo estaría. Toda la
situación aquí está muy difícil y me frustra no tener los recursos para
ayudarlo. – Tú te tienes que comenzar a preocupar por ti de ahora en adelante
¿me lo prometes? Necesito que al menos tú estés bien por allá, necesito que
vivas y seas feliz.
– Pero ¿cómo
voy a ser feliz sin ti cerca? ¿cómo voy a ser feliz si tú aún vas a estar aquí?
¿cómo no preocuparme por ti? No puedo prometerte eso. – dije mientras aún
lloraba. Apenas podía hablar, mis lágrimas brotaban de mis ojos cómo si alguien
fuese dejado un grifo abierto dentro de mis ojos.
– ¿Recuerdas
cuándo me dijiste que te ibas? – asentí con la cabeza mientras él me miraba
directamente a los ojos. – Ese día lloré hasta más no poder porque ya podía ver
el final de todo esto, lloré porque sabía que te iba a perder, lloré porque no
te quería dejar y luego entendí que eso era egoísta ¿sabes por qué? Porque yo
te amo y lo que más quiero es que seas feliz. Ser feliz no se limita solamente
a estar conmigo, en el mundo hay muchas personas y hay una probabilidad
altísima a que puedas establecer una relación donde seas feliz con alguna de
ellas ¿Qué no va a ser la nuestra? Es cierto, es triste y tienes todo el derecho
de estar de esta manera. Pero no quiero que te estanques, por eso no quiero
mantener esta relación a distancia. No sabemos si nos volveremos a encontrar,
no sabemos si te volveré a abrazar y todo eso, pero lo que sí sé es que para
cuando te vea seguiré queriendo hacer todo eso ¿sabes por qué? Porque de eso se
trata amar una persona. El amor no se trata de ataduras, ni de limitaciones; es
algo más complejo e inentendible. Si tú estás bien yo también lo estaré y no es
que dependamos de eso, sino es que debemos esforzarnos de estar bien para así
apoyar si se puede al que esté en momentos difíciles.
Le di
un último beso y comenzó a limpiarme las lágrimas, él no había botado ni una. Lo
amaba demasiado, pero a veces las cosas son así, las relaciones no
necesariamente tienen que terminar mal ¿no? Debemos aprender a soltar, o bueno,
debo aprender a hacerlo. Tenía mucha razón, estaba mal si nuestra felicidad
dependiera del otro, que aunque sea uno debe estar bien para ayudar al otro y
que no estamos atados. El tiempo se va volando y uno no se da cuenta, las cosas
se dejan de disfrutar y luego uno se arrepiente, pero yo no iba a hacerlo otra
vez, dejé de pensar tanto en las cosas malas y comencé a disfrutar el poco
tiempo que quedaba. Amé cada segundo, aunque no podía hacer lo que quería,
todas las personas que amaba estaban allí ¿qué más podía pedir? Bueno, podría
pedir poder quedarme, pero eso no depende de mí o de ellos.
– Prométeme
que vas a salir de aquí. – dije mientras lo abrazaba.
– Haré
todo lo posible. – acabo de notar que lleva puesto el suéter que una vez le
regalé, lo abracé más fuerte y solté una lagrima. – No te estanques en mí. Te
amo.
– Te
amo.
Quizá me cueste mucho entender y superar, quizá
esta tormenta no pase sino después de mucho tiempo. La vida es dura pero uno es
quien decide si echarse a morir, sé que él no lo hará así que yo tampoco lo
haré. Al lado de mi había una chica más o menos de mi edad, lloraba sin
consuelo, posiblemente estaba pasando por una situación similar a la mía porque
ahora todos estamos en esta, pero ¿qué podemos hacer? Sólo seguir.
Saqué mi teléfono para escribir un último
mensaje, algo que quizá sea una contradicción, pero debía dejar muy en claro:
“No
importa si tú estás en Venezuela y yo a miles de kilómetros de ti. Aunque estoy
de acuerdo con todo lo que dijiste, que ninguno de los dos está atado al otro,
te esperaré porque eso también es amar. Sé feliz”
ESTO ES HERMOSO.
Gracias por tomarte tu tiempo en apoyarme.