Arte y Revolucion

sa_1556990531El Artista

Arte y Revolucion

… Un artista es capaz de reflexionar de muchas cosas, es capaz de enviar mensajes mediante muchos medios plásticos, auditivos o literarios, es capaz de llenar el mundo con sus ideas, es capaz de inspirar a miles, cientos o hasta millones de seres con su arte y enseñarles un mundo nuevo.

 

Pero eso no siempre es suficiente.

 

Por suerte —o por desgracia— en este mundo hay muchas más formas de vida que solo artistas: existen los políticos con sus corbatas largas y rojas, existen los filósofos con sus ideas del conocimiento, los economistas con sus teorías y fenómenos acerca del hombre racional; y, particularmente, también entre muchos otros: existen los revolucionarios.

 

Personas dedicadas al cambio, a la percepción diferente de la usual, a ver algo que otros no han visto y llenan su ser ilustrando a los vivos con sus ideales, pero ¿cómo nace un revolucionario?

 

Esa es una buena pregunta: ¿de dónde surgen esas ganas de llenar a los seres con nuevos ideales?, pues he aquí una teoría: un revolucionario nace cuando un artista muere. Es decir, los artistas, los humanistas por excelencia, los más conectados a las experiencias sensoriales y reflexivas, los comunicadores de las más grandes ideas, los que desean enviar un mensaje al mundo… mueren cuando perciben alguna de las tantas crudas realidades de esta tierra humana, y renacen como revolucionarios dedicados igualmente a enviar un mensaje. Pero, esta vez, llevando a una mayor escala sus obras, pues ya no se limitan a los lienzos ni a los libros, ahora su pincel y lápiz son las calles, llenando a las personas con los tintes que pueden cambiar el mundo. Ahora no crean esculturas de mármol tallado o construcciones abstractas con diferentes materiales, no. Ahora sus recursos poéticos son la lírica con la que construyen los movimientos humanos que crearán las estructuras estadales o los poderes del país.

 

De nuevo replico la teoría: un revolucionario nace cuando un artista muere. Porque, ¿de qué sirve un humanista en una plaza, viendo cómo los llamados políticos modernos se colman hasta la saciedad de decir que estamos en la tierra de la paz? Mientras en las calles subyacentes ocurren miles de delitos a mano a armada, cuando en las zonas urbanas hay sangre derramándose, y a la misma vez la miseria se desborda en esa misma plaza en la viva imagen de un vagabundo que lleva meses si asearse y a duras penas logra alimentarse para mantener poco más que el metabolismo basal. Ciertamente, el humanista se sensibilizará y seguramente cree una obra al respecto tratando de hacer entender a los demás de forma relativamente igual lo que él percibió, pero, ¿de qué sirve nuevamente eso? En una tierra donde el pavimento caliente quema con tanta fuerza y no por el sol, sino por la ira de un pueblo en decadencia que a veces llega a la conclusión de que la muerte sería un mejor castigo que la miseria con la que se vive en los tiempos actuales.

 

Repito una vez más: ¿qué podría hacer un humanista en su arte, si no más que sufrir con extrema tristeza la tragedia que ante sus ojos se presencia?, por esto y por muchas otras cosas más, insisto: el artista muere y da paso al renacimiento de su ser, pues su alma no se sacia con sólo expresar y su voluntad lo determina a actuar inclusive si lo acabe por llevar al fin de su tiempo, a la extinción de su arte.

 

Se dice que los revolucionarios mueren jóvenes, yo más bien creo que eso se debe a que la pasión les consume demasiado el corazón y en su deseo de ser, dan todo y lo dan de una manera tan radical que el mundo no es capaz de aceptarlo, procesarlo o siquiera asimilarlo.

 

Por suerte —o de nuevo, por desgracia—, en estos escenarios hubiese sido mejor quizá un estratega antes que un revolucionario porque, como ya ha sido dicho, ellos mueren jóvenes.

 

Pero no, esto no es suficiente, el tiempo requiere de algo más que un artista que se transforma en revolucionario, o de un humanista reflexivo, o un estratega a secas. El tiempo necesita de una congregación de todas estas divergencias del ser en un solo humano capaz de cambiar el mundo tanto con reflexión sensorial y sensitiva como con acciones determinantes y “políticas revolucionantes” y claro, con el plan formado de estrategia y determinación, eso es lo que el tiempo necesita. Si la vida y las voluntades son capaces de dárselos, la realidad cambiará, porque tanto humanos como seres se moverán…




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