Carta a una madre:el jardinero interior.
Allá donde las estrellas del firmamento cobran vida, dijo una estrella a su anciana madre :
-Mamá,somos de galaxias diferentes, pero naci de tu misma materia, ¿porque a pesar de que nuestra esencia es la misma nuestras ondas siempre entran en conflicto?
Te voy a relatar –continuó la hija-una fabula que me transmitió una mujer sabia del planeta Tierra:
…Había una vez un hombre que se encontraba triste, vacío y hastiado de la vida. No hacía más que compararse con sus vecinos que parecían vivír felices y despreocupados. Por más que trataba de encontrar soluciones a su mal, siempre terminaba sumido en la negritud de sus cavilaciones. Era un mar de nervios, de ansiedades, de bloqueos. Y la casa donde vivía era fiel reflejo de sí mismo:
Las cortinas negras de paño raído ardían en polvo y excrementos; los rincones de su casa se antojaban mansiones para arañas. Bajo su cama escondía aquellas fotos de su exmujer y su infancia que tan buenos momentos le recordaban. Su laconica mirada las recorría cada noche melancolicamente, añorando un pasado que jamás volveriá. Sus pobladas cejas se ceñían cada día surcando aún más las marcas en su frente. Sus labios, finos y cetrinos se apretaban una y otra vez cuando mascullaba. Y su cabello ralo y gris revelaba un lustro vivido en continuo devenir.
Pero ,afortunadamente ,sus lamentos y congojas iban a ser
transformados en breve…La llegada del nuevo vecino supuso un hecho decisivo para
Morgan.Y pronto iba a veriguar porque…
Esa mañana se desperto con la sensación de que algo diferente le esperaba. Se afeitó, se miro al espejo y observó los nuevos azulejos de su baño. Le resultaban bonitos a la vista porque no dejaban ver las capas de moho y de mugre que había en los antiguos de más abajo. Miró las paredes de su habitación y pensó que el color azul con que las había cubierto tardaría al menos dos meses en descubrir la suciedad y enranciamiento de la capa inferior.
Asimismo pensó que sería buen momento para barrer el suelo, ya que la porquería empezaba a acumularse y llegar hasta la cocina.
Esa misma mañana se dirigio hacia su valla exterior y observó sorprendentemente la llegada de un nuevo vecino. Era un hombre maduro, más o menos de su edad, que se encontraba cavando hoyos en la tierra. El hombre, con sombrero de paja y ropaje sencillo, levanto la mirada y se presentó:
-Buenos días, soy el nuevo vecino, mi nombre es Alex, encantado de conocerle.
Morgan correspondió y se estrecharon la mano.
-Estoy creando mi jardín- argulló el nuevo compañero-. Es muy importante para mí,¿sabes?.Cultivar algo y ver como crece, es algo muy gratificante.
-Pero es muy laborioso -replicó Morgan.
A lo que el vecino argumentó que lo que se siembra y recoge como fruto le recompensaba todos sus esfuerzos.
Acto seguido este intrigante hombre alargó su mano y ofreció a Morgan
una semilla.
-Ten,te la regalo,haz lo mismo y cuidala,veras como esta
simiente te va a cambiar la vida.Es una simiente magica ,tu alma,que te dará todas
las respuestas que buscas.
Morgan la cogió y se retiro a la casa preguntandose como
habría adivinado aquel hombrecillo que algo no iba bien en su vida y necesitaba un cambio.Y es más ,¿como era eso de que esa semilla era su alma?…
El vecino le indicó que la plantase donde le diera el sol y
la regase todos los días,la abonase con compost especial y así crecería pronto.
Morgan ,impulsado por un anhelo indescifrable,se lanzó a la
cosecha.
Así pues pasaron los días y una gracil plantita germinó. Morgan decidió mirarla todas las noches en vez de recurrir a su atormentado baul bajo la cama.
Cuanto más la veia crecer más.más la regaba, la abonaba, incluso la podaba. Si era su alma, había que cuidarla.
Pero hasta aquella noche no había reparado Morgan en que la planta resultaba extraña. Emanaba una especie de bioluminiscencia a su alrededor
y una neblina espesa la rodeaba.
Se acercó para observarla mejor y se dio cuenta que la planta estaba transformándose en arbol y que el color de su tallo ya no era verde sino ceniciento. Morgan pensó que ese color era podredumbre y decidio pintar la corteza de verde intenso.
Tras las noches siguientes el arbol aparecía ya majestuoso, brioso en su porte, las ramas sobrepasaban ya el medio metro y pintadas mejoraban su aspecto.
Incluso Morgan parecía haber dejado de fumar al dedicarse tanto a aquel arbol magico.
Se atrevió a mirar por encima de la valla de Alex y vislumbró toda una hilera de magnificos ejemplares a punto de florecer.
Pero lo que le llamo la atención era que aquellos arboles suyos no eran grisaceos.
Algún día se armaría de valor y saldria de dudas para preguntar al vecino.
Pasaron los días y al llegar la primavera las ramas se llenaron de flores, blancas, lilas, rosas, colores puros y armoniosos. -Mi árbol esta precioso -pensó.
Ya a finales del verano varios frutos, grandes y llamativos comenzaron a aparecer. Pero ante el asombro de Morgan, de ellos brotaba una especie de melaza pegajosa y maloliente, que nada tenian que ver con la apariencia de los de su vecino.
Una vez más, nuestro protagonista decidió ocultarlo, para que no lo viera nadie.
Los rodeo con un plastico traslucido y los ató con una goma blanda. Así no olerían ni se vería la sustancia pegajosa que tanto le repelía.
Sorprendentemente,un día el vecino jardinero llamo a su puerta:
-Amigo, ¿tienes para prestarme unas tijeras? voy a cortar unas hierbas que ensucian mis cultivos.
Morgan aprovecho el momento para preguntarle porqué su arbol era distinto a los suyos a pesar de que le daba todos los cuidados al pie de la letra.
Este le llevo hacia el sucinto vegetal y le dio unas instrucciones un tanto extrañas. Le dijo que se acercase y mirase bien el árbol explicando que tenia de raro.
Morgan alegó que solo el color y los frutos.
-Enseñamelos pues,y te dire,-fue su enigmatico comentario.
Así mismo hizo nuestro abrumado personaje, retiro los plasticos y levanto suavemente la capa del tronco.
El color de debajo lustraba negro desgastado y para su asombro su superficie mostraba pliegues y llagas. Era como si el arbol sangrara por dentro. Se podian observar, incluso, minusculas larvas alimentandose de los restos. El arbol rezumaba porqueria y espanto, resultaba burlón y grotesco. Y sin embargo por fuera su apariencia era normal. Debajo de los plasticos había un fruto duro e inaccesible que hubo que cortarlo en dos mitades para ver su interior. La semilla lucía desmembrada, en lo que parecía un repulsivo amasijo fetal. Chorreaba gelatina y vomito desintegrando la materia donde salpicaba.
El jardinero le dijo que se pusiera unos guantes y lavara el interior del fruto para obtener realmente la semilla. Así lo hizo y para su asombro lo que encontro en el interior de la cascara fue vacío. No había absolutamente nada. Todos sus esfuerzos habían sido para conseguir un fruto hediondo unicamente repleto de vacío.
Morgan irrumpio a llorar, a patalear, a mesarse los cabellos y a preguntarse porque sus frutos no eran dorados como las manzanas del otro.
Sutilmente, el hombrecillo magico respondio a sus incógnitas. Todo su semblante y estampa rezumaba misterio a su alrededor.
-Mirate Morgan,ese arbol es tu alma.Cada cosa que no te gusta y que no aceptas la has ido tapando para que no se vea, Has tratado de engañar a los demas y a ti mismo, dando valor solo a lo de fuera. Tu casa es reflejo de ti mismo, no limpias sus rincones, sino que escondes todo disimulandolo. Por eso no hay fruto, por eso solo hay vacío.
Pero no desesperes,en tí hay un gran vergel que deberías cultivar, aceptando tus colores, siendo tu mismo.
Dichas estas elocuentes palabras, el jardinero se esfumó como si fuera embutido en un torbellino, dejando a Morgan en el más estupefacto estado de conciencia.
Sus ojos orbitaban abiertos como platos, su rostro desencajado abría la boca hacia arriba como si quisiera tragar las nubes.
Tras superar este estado de shock,se recompuso y volvio a la casa con la sensacion de haber visto todo en un instante, de haber muerto y haber vuelto a la vida.
Entro en su casa, se miro en el espejo y se dirigio hacia el baul oculto con el proposito de cultivar lo perdido. Tenía mucho trabajo por delante pero por fin estaba decidido a actuar, a enfrentarse a sus miedos, ahora que lo habia visto todo, ahora que se habia descubierto. Ahora podría dar las gracias al jardinero…
Al terminar la narración la hija pregunto a la madre:
-¿Mamá has entendido la moraleja de esta fabula?
-Si mi hijita, que aunque estemos tan distantes el amor se puede cultivar. Aprovechemos
pues a recoger las hojas secas. Gracias.
Y dicho esto las dos se fundieron en una