Carta para mi y para ti

Carta para mi y para ti

Si algún día me encontrase a mi misma frente a frente,
no repararía más que en mis ojos y en su forma particular de existir;
si me encontrase entonces confundida, la luz llegaría por fin a mi
y encontraría cada respuesta que tal vez no pedí pero mi corazón anhelaba.
Hay una luz particular en cada mirada, una luz que posee la propiedad de graduarse,
a medida que las emociones van a diestra y siniestra en nuestro corazón, pero,
sólo el alma en su estado inconsciente es capaz de apagar y encender esa chispa,
y es tan ingeniosa que puede pasar desapercibida y llenar de matices tal llama.
Vi tantos ojos sonreír y otros tantos enorgullecerse,
algunos vi llenarse de recelo y otros muchos del deseo de muerte.
He visto ojos oscuros con una transparencia inmensa y ojos tan claros que la oscuridad era absoluta,
y sin embargo, con tantas sombras y candados,
nunca vi a un par de ojos mentir.
¿qué dirán mis ojos?
El espejo no refleja lo suficiente.
Puedo ver tanto y desconocer aún mucho más,
cómo cuando descubro tu deseo y soy ignorante del hecho de llamarte hacia mí con la mirada.
Pueden entonces algunas miradas producir sorprendentes efectos,
son tan crueles que te quitan la vida y tan sensuales que te roban el sueño.
Permíteme entonces divagar y usar el sueño como excusa,
porque sueño con que tu mirada se pose en mí,
y que ambos ojos tan enteramente tuyos contemplen mi cuerpo:
cada lunar, cada cicatriz; y así en lo profundo llegues a mi alma, a lo más hondo de mi ser;
que atravesando entonces lo finito de mi existencia, llegues hasta lo que hay en ella de infinito.
Que luego de aprender cada uno de mis matices tu mirada no permanezca exangüe,
quiero que se transforme e irradie luces desconocidas hasta entonces,
las mismas luces que antaño mis ojos conocieron cuando te amé en otra vida,
porque se que un amor como este muy difícilmente es cosa de rato
¿y para qué decir difícil? Siendo sincera me resulta imposible.
Y si realmente son de mí dignos tus ojos y es mi existencia digna de ellos no moriremos en extrema agonía,
no estaremos condenados a una soledad irrevocable pues podremos mutuamente darnos sombra,
extrapolarnos uno a otro y ser del otro como somos a la vez del uno.
Te amaré entonces hasta el final de mis días, y seguirá mi alma amándote tras mi muerte,
susurrando tu nombre a través del viento, sintiéndote y haciéndote sentir en el aire que respiran nuevos enamorados,
cuyos ojos comenzaron de la misma forma que los nuestros: ignorantes y distraídos, pero capaces de entender que algo andaba un poco raro,
que alguna nueva brisa se extendía señalando el camino, ese que seguí un día y me trajo acá,
a esperar serenamente que regresen tus ojos y tu mirada se pose decidida en mi.




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