Crudo y real.
Creces, y te das cuenta que necesitas una sustancia mágica para mantenerte en “cordura”.
Creces, la libertad desaparece.
Vives bien, tienes un buen empleó el cual permite que comas y compres esa maldita sustancia que te permite continuar. Te aíslas, odias a todo el mundo. Felicidades ya tienes 40. Si jugaste bien tus cartas, posiblemente no tengas un hijo. Si fuiste un perdedor, conociste a una chica, te ilusionaste y formaste una familia. Otro dolor de cabeza, ver crecer a tu hijo. Darte cuenta que el repetirá tus mismos pasos, porque desde que tienes tu primer contacto con la sociedad cuando eres un niño, eres adoctrinado pero mientras puedas comer y mantenerte necesidades ficticias, todo bien ¿no crees?
Los 50. Seguramente la empresa a la que te dedicaste toda tu vida, ya te hecho a patadas. Tu niño ya creció, y seguramente repetirá tus mismos pasos ¿que puedes hacer tú? Solo esperas pacientemente el día de tu muerte. En unos años, serás enviado a un asilo y allí terminas de perder el hilo de cordura con el que naces. Tu hijo repetirá tus pasos, y tus nietos posiblemente igual. No te rebelas, vive la vida de un asalariado y desespera, la muerte siempre te espera.
La mejor manera de rebelarse contra la vida; es la muerte.
La mejor manera de rebelarse contra la sociedad; es la muerte.
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