Cuando no sepas si quedarte, vete
Cuando no sepas si quedarte, vete.
Cuando no sepas si quererme, no me quieras.
Mejor ódiame y vete por la puerta de detrás como siempre has hecho.
Cuando todo duela, porque has dejado de coserme, porque te has convertido en herida en lugar de remedio,
porque siempre has sido de marcas y no de caricias, no vuelvas.
Estoy bien sin ti, sin tus llamadas, sin tus mensajes de repente y sin tu risa.
Estoy tan bien que mi almohada ya no me escucha llorar, cada noche tengo el corazón intacto y mis manos no han vuelto a buscarte entre las sábanas.
Estoy tan bien que es probable que no te vuelva a escribir por el miedo de recaer en tu boca como vicio.
He ahogado el insomnio en el café y tu recuerdo me pide que le eche un maldito salvavidas,
que no sabe nadar.
Has vuelto a aparecer por mi mente, pero de paso,
como quien ve al amor de su vida en el metro y después se esfuma.
Como todo lo efímero. Como tú.
Estoy tan bien sin ti que intento no recordar cuánto dueles,
que pretendo olvidar aquel domingo en el que te largaste y por qué todavía no nos hemos vuelto a ver.
Recuérdame, recuerda cuántas veces te busqué y que me cansé de ir detrás de un tren sin frenos,
que yo no era tu estación predeterminada y que mi andén
ya no era lo que tú buscabas.
Recuerda que los destinos eran otro mundo pero si el viaje lo hacíamos nosotros y que de momento no me apetece volver a viajar.
Recuerda, cuando algún día de estos me vuelvas a escuchar,
que siempre te he escrito por sacarte de dentro y que por desgracia todavía hay versos que necesitan respirar.
Al menos respirarte.