Decepción
Es sorprendente como a pesar del paso del tiempo lo que más duele son las decepciones. Es algo a lo que jamás me podré acostumbrarme. Confías en alguien al cien por cien, lo das todo, hasta el límite de quedarte desnudo ante esa persona y… de repente una vez más vuelve esa sensación. Esa sensación de inestabilidad, esa sensación que hace que te pierdas, esa sensación que no sabes como explicar pero esta ahí en ti y no te deja seguir a delante.
Por mucho que pase el tiempo somo incapaces, como personas racionales de aceptar de que somos personas y nos equivocamos que por mucha racionalidad que haya en nosotros siempre tenemos algo de irracionalidad. Es muy difícil buscarle explicación a todo y aún así nosotros lo intentamos. Muchas veces intentamos buscar coherencia y cohesión a todo. Y no sabemos, que es mucho más fácil aceptar que hay cosas que en esta vida no tienen sentido.
Es complicado ir pasando páginas y aún más complicado cerrar capítulos, pero no somos conscientes de que sin cerrar un capítulo es imposible empezar otro.
Todo esto son pequeños matices que con el tiempo van dejando heridas a su paso y aunque parezcan cicatrizar, en el momento menos indicado vuelven abrirse, recordándote tus errores, tus decepciones, tus lamentaciones. Y como personas racionales, una vez más nos dejamos llevar por la coherencia. Y optamos por el camino que creemos que es mejor pero realmente, es el mejor como verdad absoluta en tu mente y quizá ese camino no es el mejor para los demás. Pero hay que partir de la base, qué de la verdad absoluta que partimos, puede que simplemente sea una verdad y que esa verdad absoluta no exista.
Una vez una persona me dijo que tenía que tener en cuenta que en ésta vida sólo estoy yo para solucionar los problemas; problemas que no significan absolutamente nada y que con el paso del tiempo aprendería que todo se soluciona si uno quiere y aunque le cueste, tenga que dar mil veces más su brazo a torcer. Y llevaba toda la razón del mundo. Pero sabéis una cosa la gente se cansa de dar su brazo a torcer una y otra vez, y aún más por los mismos motivos.
Y aún así, he de reconocer que por mucho que me cueste siempre sabré darle una vuelta más a lo que no tiene sentido, sabré buscar la coherencia en la incoherencia, sabré ver lo posible en lo imposible, confiar en medio de la desconfianza y por supuesto que daré una y mil veces mi brazo a torcer y más cuando en mi camino haya personas que me importan.
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