El dolor de una mujer
Noche tras noche torturándome, no sé qué hacer con mi
vida, fijo la vista al techo mientras que tú me tocas sin mi permiso, ¿Qué
hago?
Ya no se ni para que nací, hubiese preferido no haberlo
hecho. Mi alegría fue desapareciendo con cada una de tus palizas. Mi carácter
se fue nublando con cada uno de tus gritos. Estoy prisionera en una cárcel de
alta seguridad y tú eres mi torturador.
Miedo, temor, dolor y nauseas, sentimientos comunes en
mi día a día. Tus golpes ya no duelen, tus insultos ya no me llegan, ¿será que
ya no puedes ponerme en un lugar más bajo?.
“Sin mí, tú no eres nada, apréndetelo”, estas
equivocado y lo sabes, por eso me golpeas. “Como te hice, te destruyo”, tu no
mi hiciste, solo me destruiste y lo sabes, por eso me degradas.
Desperté de nuevo, otro día sin sentido en mi vida.
Anoche sucedió otra vez, tus clásicas disculpas, tu carta de amor y tus
bombones, y ¿qué iba hacer? ¿Rechazarlos? ¿Para qué? Para ligarme una trompada,
no me sirve. Se lo que van a decir, “Si se queda es porque le gusta que le
peguen”, ¡Mentira!, no me gusta pero ¿Qué quieren que haga?, si nadie me ayuda,
si estoy sola.
Otro día, otro golpe, otro grito, cualquier cosa con
tal de callarme.
Llegas del trabajo, supuestamente cansado, enrabiado
por culpa de tu jefe que no te trata bien y que, según vos, no te da el ascenso
que mereces. Cabizbajo y triste trato de alejarme, pero sin piedad me agarras
la mano, me llevas hacia ti y con mano cerrada golpeas mi rostro, quedo
inconsciente.
Mente en blanco y cuerpo inmóvil, sin defensa alguna
para ejercer, tu aprovechas para satisfacer tus deseos mas oscuros….La noche
termino y tan exhausto quedaste que no pudiste aguantar mas y caíste rendido en
la cama.
Despierto agotada, con una fuerte jaqueca y dolor en
todo el cuerpo. Sentimientos de dolor y nauseas invaden todo mi pecho, lagrimas
acarician mis mejillas. Mi mente, quebrada por el dolor, pide una fuerte
venganza. No creo poder rechazar esa petición.