El Limbo que sana
Era el momento de decir adiós. No era fácil y sin duda dolía, pero dolía aún más prolongar su relación. Simplemente no quedaba nada que pudiesen aportarse mutuamente ni había sendero posible que transitar sin causar estragos en sus vidas. El dolor de la separación era solo un daño colateral de la más sabia decisión que quedaba por tomar.
Conocerla fue como ver el sol salir después de llevar horas bajo la lluvia en un bosque sombrío. Ella trajo luz y dirección a subida. Bajo su influencia, él podía ver cuál era el mejor camino para llegar a la meta que se había atrasado, aunque esa meta era la que hoy marcaba la pauta de su separación. Era como si él se hubiese adentrado en un espeso bosque lluvioso con dirección a su cueva sagrada y que el sol fuese necesario para hallar el camino, aunque una vez dentro de la cueva ya no disfrutaría más de su luz y su calor. Aunque alejarse del sol resultaba doloroso, era inevitable una vez que entrase en su cueva.
Conocerlo fue sumergirse en las más profundas aguas de su propio ser. Nada conocía ella del amor desinteresado, de la verdadera sensualidad y del desapego antes de su llegada. Menos aún día de la necesidad de poner límites para su afirmación y de la fuerza interior de su propio ser. Con él había conocido la amistad bonita que lleva al amor edificante y con este último pudo expulsar, cual tsunami imperioso, todo elemento denigrante y destructor presente en su vida.
Entender la sacralidad de la cueva a la que él se dirigía, la despertó al poder oculto de su propio amor y liberó en ella el poder necesario para guiar su viaje tal como las corrientes oceánicas facilitan el viaje de marinos y animales en las aguas del mundo. Cuando él intentaba salirse de curso, ella lanzaba una tormenta que lo llevaba de regreso en la dirección adecuada… la misma que hoy los separaba.
Con el escozor de la herida quemándoles la piel, estaban preparados para el beso final. Todo se hizo como se tenía que hacer y en recompensa tenían los recuerdos de los bellos momentos pasados juntos un tesoro inconmensurable.
Su relación, hasta ahora “indefinissable”, llegará a su fin y ellos estaban listos para ejecutarlo… Pero no antes de un último y largo abrazo.