El Linjerita
Linjerita
El dormir se termina al despertar más los sueños vuelan a través de la eternidad;se conjugan entre seres en una hermosa amistad.
Hoy va por la vereda del silencio un andariego,amante empedernido,lleva en su costal las penas que no compartir es su
deseo,Cabizbajo llora en silencio el recuerdo de su único
amor dormido……en su mente no hay frío, no hay calor, no hay
cansancio, solo hay hambre de amor.
No hubo
desengaño, no hubo traición……..Bajo la tenue lluvia musita el recuerdo de su amada
que debió partir a la región dorada del sueño eterno.En sus cuitas evoca el romance al apacible
trovador, perorando a calladas las rimas de dolor,invocando al cielo un susurro de aquel querer
ausente…y que no le quite la vida, ya que quiere en sus
avíos el sufrimiento llevar en su mente,el único calmante a su herida.Los largos caminos muestran los pasos inermes de
aquel chúcaro errante que solo el cenit ve mover la tenue figura de un dolor
caminante, hombre o animal tal vez una figura fantasmal que se desliza por los
escombros borrascosos de una planicie virtual.Decir cuántas penas lo persiguen seria solo banal,
le dicen el LOCO, y solo la mirada de lastima hacia los bulliciosos revela un
“No te deseo ni la mitad de lo que me pasa” y empalma su andar taciturno
desafiando la noche y al silencio enrarecido por el sonar de la lluvia que
siente como lagrimas que empapan su pensamiento.Una vaga brisa invernal desacelera sus pasos,
levanta su frente y ve dibujada en la lluvia la figura angelical de esa su
bella amante; un sobre salto impulsa su marcha como queriendo alcanzar ese
rostro que solo ve en su mente.En cada Pueblo, en cada calle, en cada Ciudad, en
cada país he visto al mismo ser, parecen clones, son hombres de gran temple,
abandonados por la sociedad, pero nadie se preguntó cuál será su pena, solo
estorban para algunos, al que nombro debe ir alcanzando la lejanía, seguiré sus
lágrimas desde las ruinas aletargadas de sus amenguas.La última vez que le vi apuntaba sin rumbo al
horizonte como quien con camino seguro enfila las trochas vírgenes de sus y
pasos;llevaba en su
espalda su morral, nadie nunca supo cuántas penas habría dejado en las sendas o
si consigo yacían algunas otras más.