EL ROBO
Miró su reloj, marcaba las nueve menos diez de la noche ─ ¡ya es la
hora!, pensó ─ se bajó del Audi quinientos negro, su tapicería destacaba
por su color beige en piel. Salió del coche, abrió el maletero cogió
una mochila, una gorra gris oscura y una linterna, lo cerró. Miró el
coche lo había dejado bien aparcado, se colocó la gorra, metió la
linterna en el bolsillo de su chamarreta y se cargó la mochila en la
espalda. Echó a andar, aligerando sus pasos. Las calles estaban casi
desiertas, de vez en cuando pasaban algunas personas, empezó a llover de
forma torrencial, seguía aligerando cada vez más.
De
pronto se paró ─ ¡ésta es la calle! ─ miró en la esquina de la pared y
leyó Calle Segovia, en su cabeza llevaba el numero bien grabado, nº5,
giró alrededor y no vio a nadie, una acera separaba las rejas de las
grandes mansiones, algunas luces se veían dentro de ellas a través de
sus jardines.
─ ¡nº5, ésta es la casa! ─ estaba a oscuras, un
gran jardín de árboles la rodeaba, se coloco bien la gorra y volvió a
mirar a su alrededor. La calle estaba desierta, trepó la verja y saltó,
cayó rodando, parándose su cuerpo contra un árbol, se levantó dolorido,
su ropa estaba empapada, llegó a la parte trasera agachándose.
Giró
el pomo de la puerta y se abrió, no estaba echada la llave, entró en la
zona de servicio, sus botas iban dejando las huellas de barro, fue
hacia la alarma y la desconectó. Sabía el camino que tenia que recorrer
hasta llegar a su objetivo, la casa estaba vacía, con la linterna iba
alumbrándose, cuando llegó a un pequeño salón vio la chimenea y todas
las paredes llenas de cuadros,
Se dijo, ─ ¡aquí es! ─, fijó su
mirada en uno de ellos, era un retrato antiguo, lo descolgó de la pared y
allí estaba, la caja fuerte quedo al descubierto, memorizó la clave y
empezó a marcar los números, la rueda de la caja fuerte hizo “clac” y se
abrió. Cuando vio lo que había dentro, metió sus manos en ella, sacando
todo lo que había, fajos de billetes de quinientos euros, joyas de todo
tipo, brillantes, esmeraldas, zafiros, perlas semipreciosas,..
intentando meterlo todo en la mochila. Algo se quedó dentro pero cerró
la caja fuerte, colgó el cuadro y salio deprisa por el mismo sitio que
había venido.
─ Corría, corría, metiendo sus botas en los
grandes charcos de agua hasta llegar a la verja, esta vez saltó con más
cuidado, miró otra vez a su alrededor, no había nadie, siguió aligerando
y al doblar la esquina tropezó con un hombre, iba con un cigarrillo en
la boca y distraído ─. El hombre se disculpó, ¡perdone!, él siguió
aligerando, llegó al coche, abrió el maletero, metió la mochila y lo
cerró, se montó y puso el coche en marcha y dijo, para sí, relajándose
─ ¡Ya está!─.
Salió
de la calle y cogió la autovia, cuando llevaba unos minutos
conduciendo, miro por el retrovisor y vio un coche detrás, era un coche
grande blanco, él aminoró la velocidad para que el coche de atrás lo
pasara, pero no lo hizo, siguió detrás de él. Empezó a ponerse nervioso y
en ese momento aceleró, el coche blanco lo seguía, él siguió acelerando
cada vez más, la lluvia casi no le dejaba ver la carretera, los truenos
sonaban de una manera atroz, el cielo se ponía rojo cada vez que
tronaba, el marcador del coche superaba los ciento
ochenta kilómetros por hora, el coche blanco le seguía muy de cerca, él seguía acelerando cada vez mas.
─
Tal era la tensión que llevaba, que de pronto, el coche derrapó cayendo
por un pequeño terraplén, dio media vuelta quedando de lado, el coche
blanco se paró, salió de él un hombre joven, bajó con gran esfuerzo
hasta llegar a donde había caído el Audi ─. Cuando llegó miró por la
ventanilla rota, el hombre que estaba dentro estaba vivo pero no podía
salir, estaba atrapado entre el asiento y el volante, era también una
persona joven, estaba consciente. Cuando vio a la persona que estaba
mirando por la ventanilla del coche se sorprendió y le dijo ─ ¡Carlos,
sácame de aquí! ─
Carlos le sonrío, miro dentro del coche
y fue al maletero, vio la mochila y miró dentro, la sacó y se la cargó
en la espalda. Volvió a asomarse por la ventanilla del coche, el joven
que estaba dentro le dijo con la voz más apagada ─ ¡Por favor, Carlos,
sácame, habíamos quedado en tu casa de campo! ¿Qué está pasando? ¿Por
qué me has seguido?
Carlos le contestó ─ ¡Lo siento
amigo, no voy a compartir nada contigo!.. ésto me pertenece, pues mis
padres adoptivos no me lo iban a dar, todo iba a ser para mi hermano,
como te dije, pero ya no te necesito ─
─ ¡Por favor, Carlos, no quiero nada! ─ le decía con desesperación ¡pero sácame de aquí!
Carlos
cogió unos diamantes y los dejó caer cerca del coche, después abrió el
capo, encendió el mechero y lo echó dentro. Su amigo aterrorizado
gritaba.
Carlos salió corriendo y el coche empezó a
arder, hubo una explosión. Carlos arrancó el coche blanco y se dirigió
al aeropuerto, allí lo estaba esperando una chica, se acercó a ella y le
dijo ─ ¡Sandra todo ha salido bien! ─, él sacó de su bolsillo dos
billetes de avión.
Se miraron, él le dijo ─Sandra a
donde vamos, no darán con nosotros ─. Antes se había encargado de dejar a
buen recaudo la mochila con todo lo que llevaba dentro, menos un buen
fajo de billetes.
Cuando llegaron a su destino, en una
caja de seguridad de un banco, se encontraba a su nombre todo lo
robado, menos el porcentaje que le había dado al que se había encargado
de hacerle la gestión.
Carlos y Sandra salieron del
banco, cruzaban la carretera para tomar un taxi, cuando un coche
adelantó a un autobús a toda velocidad. En ese momento la pareja iba
hablando cuando fueron atropellados, Sandra fue arrastrada por el coche,
muriendo en el acto. Carlos fue golpeado quedando inconsciente.
En
la habitación del hospital, una enfermera controlaba la máquina que
estaba conectada al cuerpo de Carlos, que se encontraba en estado de
coma.
El periódico de esa mañana, en los quioscos decían
con grandes titulares, “Unos delincuentes asaltaron ayer un banco,
dándose a la fuga atropellando a dos personas, una murió en el acto y la
otra está en coma”. La policía ha encontrado lo robado en una mochila,
no han conseguido capturar a los atracadores, siguen buscándolos.