El sol ha muerto
Ya no habrá más luz en mi vida.
El sol ha muerto y mi alma con él.
Los frágiles latidos de mi corazón anunciaban mi fin.
Moriría de dolor, de pena.
Me anuncié mediante pasos torpes entre todos los presentes,
sus miradas irradiaban ira, tristeza, asco, enfermedad,
muerte.
Me hacían sentir culpable, cuando en realidad ellos me destrozaron.
Su terquedad e ignorancia hizo que yo pasara de ser un aliado,
a el culpable de todas sus desgracias.
La vejez del cuerpo nunca supuso un problema para mi, lo que verdaderamente
me mató fue el desprecio, el desamor.
Ahora no me iré solo.
Estaré acompañado por el sol, mi único amigo, a quien hirieron pero su resplandor
nunca perecio.
No obstante, nuestras vidas concordaron para cometer los mismos errores;
Para herir cuando intentamos sanar.
Son constantes fallas que nos persiguen. Pero no importa. A ellos no les importa.
Morimos lenta y dolorosamente, sin atención alguna. Nadie hace nada, no se preocupan.
Lo único que les queda es presentar sus pesares, para luego enfrentar a la muerte, tal cual como nosotros.
El sol y yo.
Perdidos, implorando piedad con el último suspiro de sus cuerpos adoloridos.