Ella, Estrella
Hace mucho tiempo, en un pueblo sin nombre , se calló sin querer una estrella del cielo. Resbaló de entre las nubes mojadas por la lluvia y cayó sobre el tejado de un joven carpintero que trabajaba en medio de la noche.
El ruido de las tejas de su techo lo distrajo del trabajo, entonces decidió subir al ático y mirar por la abertura que hacía de ventana. Imaginen su sorpresa cuando al asomarse al tejado descubrió una chica completamente blanca, desnuda y resplandeciente, inconsciente con moretones en todos lados.
Él salió cuidadosamente, la tomó en sus brazos, la metió en el ático y la depositó en un colchón. Bajó a buscar pomada y vendas para los golpes y paños tibios. La cuidó hasta que ella despertó. Ella abrió los ojos de a poquito como si su propia luz la cegara, lo miró tiernamente, sin una pizca de miedo y con las mejillas encendidas, le agradeció los cuidados, pero le advirtió que no podía quedarse porque de hacerlo su luz se extinguiría y no podría volver con sus hermanas del cielo nocturno.
Él solo asentía con la cabeza, sus pensamientos andaban alborotados, fijados en esos ojos grises y curiosos, en sus labios perfectamente formados y con un pálido color rosa, y la piel tersa que brillaba tenue iluminando la habitación. Sabía que una parte de su corazón se rompería si ella se iba, porque su mundo había cambiado sin avisar, de repente todo parecía girar en torno a ella.
Ella le habló de las maravillas del cielo, de lo pequeña que se ven las personas desde arriba, en lo triste que la ponen las guerras, en las lagrimitas que se resbalan por sus mejillas cuando ve a los niños llorar, las sonrisas que regala a los viajeros y cuando ha tenido que correr para no llegar tarde a su puesto llevánose consigo los deseos de los mortales que parecen creer que ella tiene una especie de magia particular.
Él le habló de los colores de las flores en el día, del azul del cielo, de los niños corriendo y riendo, de la ciudad llena de gente y el calor del sol que despertaba al más perezozo en los días de verano. Ella atendía a cada palabra que salía de su boca y la saboreaba en la suya, la respiraba, la sentía para poder evocar la imagen en su mente de todo eso que ella se perdía del día.
Pasaron las horas y se hizo de día. Ambos durmieron profundamente. Él se despertó unas horas más tarde y volvió al trabajo. Al anochecer subió al ático y allí estaba ella deslumbrante intentando quitarse las vendas para curar sus heridas.
Días después, La Estrella ya había curado sus heridas, se sentía preparada para volver al cielo, pero algo en su pecho le decía que quería quedarse a ver el día y jugar con las flores, meterse en el río y hacer eso que llamaban “nadar”. Quería sentir la calidez del sol en sus mejillas y sentarse en un parque con el carpintero a ver los pajarillos volar de un lado a otro…
Esa noche había Luna Llena y todo lo que ella debía hacer era pedirle a su madre que la ayude a subir al cielo, pero no lo hizo. Cuando dieron las doce, en vez de pedir su regreso, prefirió quedarse en la tierra junto al carpintero y disfrutar de los paraísos de la tierra y el cálido sol. La Luna lloró intensamente, tanto que su aullido se podía escuchar en cada rincón de la Tierra, confundiéndose con el de las fieras de los bosques, con el sufrimiento de los vivos y los lamentos de los muertos…
La estrella dejó escapar una lágrima y abrazó al carpintero que miraba boquiabierto la escena a su alrededor: El viento empezó a soplar fuerte, tanto que las hojas se meneaban furiosas, el mar rugía enfurecido y levantaba las olas que cuando chocaban coronaban la costa de espuma, las estrellas parpadeaban y se escuchaban susurro y lamentos por todos lados, la Luna se dio la espalda y el cielo quedó vacío, solo, sin luz.
Un terror frío le corrió por la espalda cuando aquella que resplandecía se apagó. Hubo un silencio casi infinito y poco a poco volvieron las estrellas a brillar, el viento y el agua se calmaron y la luna asomó la cabeza detrás de una gruesa nube.
Para ver la historia completa entra a https://palabrasdetodoynada.wordpress.com/2017/01/20/ella-estrella/