ENTRE FRESAS
Selena llego a casa eufórica, acababa de firmar un contrato muy importante, y estaba deseando contárselo a Marco.
– Cariño, ya estoy aquí, tengo algo que contarte, ¿dónde estás?
De pronto empezó a sonar Nothing Else Matters de Metallica en el cuarto de baño,
-¿cariño? Volvió a decir mientras abría la puerta, – Dios mío, ¿pero que es todo esto? Preguntó asombrada mientras miraba a su novio que la esperaba metido en la bañera, que había llenado de fresas, había fresas por todas partes, solas, con chocolate, con nata, con leche condensada…..
-Hola cariño, te apuntas a celebrar el día de la fresa conmigo, le dijo poniéndose de pie y dejando ver la tremenda erección que tenía.
– Vaya, habrá que hacer algo con eso, dijo Selena sonriendo….
-Necesitaré ayuda con la ropa, dijo Selena sonriéndose, la emoción no me deja desabrocharme los botones de la blusa.
Marco salió de la bañera, y con un fuerte tirón, desgarró la blusa, dejando al descubierto el sujetador de encaje negro que tanto le gustaba. A la mierda la blusa, dijo con una mirada tan ardiente, que incluso Selena notaba el calor recorriendo su cuerpo de arriba a abajo y de abajo a arriba. Si no quieres que la falda corra a misma suerte, será mejor que te la quites.
-A la mierda la falda, dijo Selena lanzándose al cuello de Marco, y devorando su boca.
El pulso de las lenguas era tan frenético que tuvieron que separarse para coger aire. Las manos parecían multiplicarse para poder tocarse en todo el cuerpo a la vez. Marco separó el cuerpo de Selena unos centímetros para, con otro tirón, quitarle la falda. La cogió en bazos y se sentó en la mullida alfombra de baño con ella encima. Cogió el bol de fresas y acercó los cuencos de chocolate, azúcar y leche condensada, y mirando con una sonrisa picarona a Selena, dijo, no te olvides que tenemos que celebrar el día de la fresa cariño.
Selena cogió una fresa, la hundió en el chocolate, y colocándola entre sus labios, se la dio a Marco. Apenas se rozaron los labios, lo que hizo que a Marco se le hinchara, aún más si cabe, el pene.
Repitió la misma operación con el azúcar y con la leche condensada, y de pronto, cayó en la cuenta de que faltaba algo. Cariño, se te ha olvidado la nata, dijo.
No se me ha olvidado, y abriendo el armario de las toallas, saco un bote de nata en spray, lo que pensé que mejor ésta que la de helado, dijo agitando el bote de nata, y es hora de que tome yo el mando
dijo poniendo a Selena debajo de él. Lo primero fuera ese bonito sujetador, ras, sonó cuando Marco tiró de él, y ese tanga tan sugerente es el siguiente, otro tirón y el tanga ya era historia, las medias y los zapatos de momento te los dejo, pero solo de momento, dijo mientras vaciaba el bote de nata sobre los pechos de Selena, que solo podía sonreír ante lo que sabía que Marco iba a hacer. Después de cubrir los pechos, Marco cogió las fresas, y fue untándolas en la nata y comiéndoselas poco a poco.
-Me pido el chocolate, dijo Selena con la respiración entrecortada.
-Esos será si te dejo algo, le respondió Marco volcando el bol de chocolate sobre la tripa de Selena, luego la incorporó un poco para que el chocolate resbalara por el cuerpo de Selena hasta que inundó
su pubis depilado. Vaya creo que voy a tener que limpiar este chocolate antes de que se seque, si no será muy difícil quitarlo, y, antes de que Selena pudiera protestar, su lengua empezó a lamer con un ansia que a Selena casi la dio un infarto. Marco jugaba con el clítoris de Selena a placer, lo mordía, lamía y golpeaba con la lengua una y otra vez, y cuando Selena iba a explotar se detenía, y luego volvía a empezar, hasta que después de torturarla, lo que a Selena le pareció una eternidad, Marco la penetró sin previo aviso, de una manera tan brusca, que hizo que se diera contra el mueble del lavabo, Marco le levanto las piernas a Selena y se las puso en los hombros, y mientras la penetraba salvajemente, cogió una de las fresas que había por el suelo y untada con leche condensada, la empezó a frotar contra su clítoris, lo que hizo que Selena tuviera uno de los orgasmos más increíbles de su vida.
Al día siguiente, Selena no podía borrar la sonrisa de su cara, y, para colmo, su compañera Marta, una loca de todo lo orgánico y lo natural, le trajo para la hora del almuerzo un trozo de bizcocho de fresa, -de esta forma no las tomamos anoche, pensó Selena mientras aguantaba la risa y se comía un trozo de bizcocho.