JASON
—Bienvenido al Four Seasons Hotel, señor León.
—Gracias.
—Soy un gran admirador de sus libros. En especial del primero, “Soy un asesino”. ¿Volverá Jasón?
—Jasón…bueno, él desaparece en el fondo del mar, no está muy vivo que digamos…pero, tal vez, podría volver a escribir sobre Maverick.
Noté que el recepcionista asintió disgustado. «¿La gente no entienda nada o qué? » pensé.
Subí a mi habitación y me duche. Después cogí mi pluma y me senté en él escritorio. Posiblemente fuese uno de los últimos escritores en el mundo que todavía manuscribían sus obras. Tras pasar media allí sentado, medio adormilado y sin ninguna idea que diera sentido a la existencia de una nueva historia, salí a dar una vuelta por la ciudad de Valencia en busca de inspiración.
Era la noche de Halloween, muertos vivientes, asesinos en serie y monstruos se paseaban por la ciudad. Rondaba por barrio del Carmen callejeando y me adentre en una calle totalmente desértica. Pensé en darme media vuelta y regresar, pero una mujer salió de un portal y me hizo señas. Estaba muy oscuro pero a pesar de eso, podía intuir que se trataba de una mujer preciosa. Su dorada melena, sus intensos y penetrantes ojos y sus sensuales labios me invitaron a pasar.
—Cariño, ven conmigo.
—Disculpe, yo no…yo no busco eso.
La mujer sonrió. Se acercó a mí. De cerca aún intimidaba más su llamativa figura.
—Tengo lo que quieres —me susurró al oído mientras notaba un aliento que desprendía un olor afrutado de lo más agradable.
Ante sugerente misterio no pude negarme y entré, tras ella. Me condujo por un pasillo un tanto tenebroso, que resultó ser más largo de lo esperado. Después de unos minutos eternos, por fin, la tentadora mujer se detuvo frente a una inquietante puerta de color rojizo.
—Hace calor —dijo, retirándose el abrigo que la cubría por completo, dejando al descubierto todo el esplendor de su cuerpo desnudo.
—¿No deberíamos entrar?
—¿Quieres entrar? —preguntó ella juguetona.
—Sí —respondí, pensando que un pasillo no era el mejor lugar para hacer según qué cosas.
Se agacho para sacar un juego de llaves, mostrándome todo su pubis al hacerlo. Sentí que hacía mucho calor, demasiado.
Abrió la puerta roja y me hizo pasar. Todo estaba a oscuras. Iba a preguntarle si no funcionaba la luz cuando cerró de un portazo, dejándome a solas en aquella penumbra.
—¡Déjame salir! —chillé.
—No te esfuerces, León —dijo una voz grave tras mí —. Con qué no estoy muy vivo, ¿eh?
—¿Quién demonios eres tú? —pregunté, aterrorizado.
—¿No me reconoces?
—¡No tengo ni idea! —grité, furioso.
—Hace años escribiste una novela que te reportó mucho éxito: “Yo soy asesino”. Jasón, un asesino en serie, es cazado por Maverick, un valiente reportero. ¿Lo recuerdas?
—Sí.
—¿Por qué no escribes una segunda parte? Vuelve a juntarnos.
—¿A juntaros?
—Sí, a Maverick y a mí…
Notaba su aliento cerca de mí, olor a pescado muerto y entrañas del mar. ¿Quién era ese, otro puto fan de Jasón? Pero este debía ser uno muy pirado, su voz pulmonar, su inconfundible olor a hombre de mar y, hasta su inquietante presencia, me recordaban a él.
Entonces, un potente foco se ilumino frente a nosotros. Tuve unos segundos en los que la luz me dejo cegado, pero según mi vista fue adaptándose a la claridad, lo vi. Era él, sin duda era Jasón.
Un norteamericano llega a España huyendo de la justicia de su país. Se instala en la costa. Pasa desapercibido. Lleva una vida solitaria pasando muchos días en la mar. Pero cuando está en tierra, tiene un vicio, coge personas, juega con ellas, les pone retos; si los aciertan sobreviven…solo si los aciertan. Lleva un chubasquero amarillo con capucha cuando sale a por sus víctimas, siempre el mismo. Y en su rostro tiene una gran cicatriz que le cubre toda la cara, un recuerdo de una víctima que se defendió más de lo esperado. Hacía lo que quería hasta que Maverick, un valiente periodista, decide darle caza y acabar con sus infames crímenes.
—Tú…tú no…No es posible —balbucee.
—Yo te haré grande de nuevo. La mierda que has escrito desde entonces no me gusta. Tu nueva historia se centrara en mí, juntos mataremos a Maverick. Yo seré el rey de la segunda entrega de “Yo soy asesino”
—No, no puedo hacer eso…
—¿Por qué no?
—Porque la gente no lo entendería.
—Ahh, pero es que piensas que tienes elección. ¿Qué tal está Sara, tú hermana? ¿Y tú sobrino? Es un crio precioso. Al igual que su madre.
—No puedes hacerles daño, solo eres un personaje imaginario, ¡Yo te cree!, ¡No eres real!
—No puedes escapar de lo que escribes, de tus personajes, de tus ideas. No puedes escapar de mí. ¡Devuélveme a la vida!
—¡Déjame en paz!
—Es justo lo que gritaron mis víctimas antes de morir, ¿lo recuerdas?
—¿Qué haces con eso en la mano?
—Esto —dijo sujetando un martillo— sirve para arreglar cosas.
—¡No puedes matarme!
—Tienes razón…pero puedo hacerte daño.
Su macabra sonrisa dejó al descubierto unos dientes tan sucios y amarillos como la taza del váter de los baños públicos de cualquier estación de autobuses.
—¿Eres zurdo o diestro?
—No, fuera, ¡aléjate!
Grité de dolor cuando bajó el martillo con violencia.
Desperté.
En la habitación de mi hotel.
Estaba con la cabeza sobre el escritorio. Menuda pesadilla. A mi lado la pluma y el block de notas abierto y vacío. Sentí mi brazo derecho como dormido. Pero era algo más, un dolor que iba a más. Mi mano derecha estaba destrozada, como si la hubieran golpeado con un jodido martillo. No podía ser. Ni hablar, esto era producto de mi mente. ¿Mi mente había hinchado a hostias a mi mano? Mi móvil sonó en ese instante.
—Hola Sara, ¿Qué tal estas, hermana?
—Escúchame —dijo asustada —. Tienes que volver a escribir, sobre él. Por favor.
—¿De qué hablas?
—Me dijo que te dijera que eres zurdo, que él lo sabía. Que lo tuvieras en cuenta…
Cuando acabe de hablar con mi hermana, cogí tembloroso mi pluma y escribí cuatro palabras para el título de mi nueva novela, la cual se convertiría en todo un best seller: JASON.