La carta prohibida

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La carta prohibida

No sabría cómo empezar, no sabría cómo decir lo que siento por ti, mis pensamientos vuelan en el aire como cuan nubes en el cielo para verte desde allí, he sabido que ya no piensas en mi, que tus memorias se encuentran borrosas, que en el ayer estás y piensas quedarte ahí, me duele como cuan clavo torcido clavado en una puerta, que no se puede sacar y no puede salir de la madera dura y gruesa. A pesar que no respondas lo que te digo, quiero que sepas que hoy contigo me encuentro muy dolido.
No me gustaría verte triste en este amor, en el cual decidiste alejarte de mí, me dejas hoy sombrío y gris como un dibujo pintado con carbón, sin colores ni pasiones, solo allí me quedo a la vista de este mundo opresor que se llena la boca de fundamentos a los cuales llaman “amor”  Te alejaste de mi porque nuestro amor secreto era, te alejaste porque para ti importó más lo que dijeran allá afuera, los preceptos y reglas de una sociedad en donde tú y yo no encajábamos porque nuestro amor prohibido era.
¿Qué hago ahora con esto que siento? Será que debo enterrarlo, quizás si lo comparto puedo ser portavoz de lo que tú y yo un día proclamábamos, un amor libre sin distinción, sin credo, ni religión. Lástima me da saber que por terceros no podamos ser lo que realmente queremos. Es de pensar que la lógica y la ciencia al final podrán contribuir a mi gran verdad, los ojos de los demás están a la espera  de podernos juzgar, sería capaz de aceptar lo que fuese con tal de apreciar tus ojos color verde y tu sonrisa como la blanca nieve.
Hoy te digo no me dejes, luchemos contra quienes dicen ser tenues y se convierten en jueces para señalarnos y vernos morir desangrados por el simple hecho de querernos y aceptarnos  tal como somos en este  mundo, lleno de defectos y virtudes que nos hace ser seres únicos. Sin que me quede nada por dentro podría decir que la sustancia de todos nuestros hechos nos convierten en cómplices de un pecado más allá del cielo.
Nos crearon con una sola identidad en medio de un jardín lleno de frutas, de la cual decidimos comer sin ningún remordimiento, ahora bien nos llaman culpables de lo que hacemos, el amarnos como lo que somos seria para otros un pecado o sacrilegio ¿Qué podría hacer yo con esto que por ti siento? Ni que vengan los ángeles del cielo, ni arcángeles, ni serafines me quedaría sin amarte, porque aun así pensaría que llevar a todas las personas al planeta Marte  no sería justicia y mucho menos un acto de sabiduría.
Podría pensar que quienes vienen aislados no seriamos nosotros, sino esta sociedad que no acepta nuestra diversidad sexual, pasaría por incrédulo “si me hago el loco y aplaudo” pero lo que nadie puede dudar es que más de uno oculto está, esperando a que una ley se proclame en pro del amor y de la relación de ciudadanos entre sexos iguales. Es difícil escuchar cuando médicos y psicólogos dicen sin titubear que es una “condición” ¿Acaso tendré alguna enfermedad?
¿Qué me hace amar de esta manera que para otros resulta ser tan irracional? Eso es lo que piensan los demás, se preguntan ¿Dónde está la moral? Ciertamente no buscaría un discurso, ni a un especialista que me apoye  en mi verdad, pues como dicen algunos autores “La verdad no es absoluta sino relativa a quien la hace o la escucha” dependerá de mi seguir adelante con lo que soy y puedo seguir sintiendo por ti, mis labios ya secos porque no te atreviste a darme un beso.
Yo lo único que podría pedir es un poco de tolerancia para los que de alguna manera pensamos así. No hay estructura, ni reglas cuando de amar a otra persona se trata, no hay inteligencia, ni ciencia cuando en relaciones humanas se basa, podría decirte que leas todo lo que he escrito y que por nuestro amor pienses en todo lo que te he dicho, pero solo en ti quedará la respuesta a lo que según tú dices sentir por mí, hoy yo me atrevo a escribir estas palabras y no lo hago por querer impresionarte y mucho menos agradarte.
Cada ciudadano o persona tiene algo que compartir, el mío siempre ha sido mi amor eterno por ti, y pensar que fuiste tú quien me enseño amar, quien me daba los besos ocultos detrás de las miradas y ojos que no podían vernos porque la ignorancia no los dejaba ver desde lejos. La humanidad aun reclama por justicia e igualdad, en donde no exista ninguna distinción social, donde tú, yo y los demás podamos vivir sin miedo a que sentir, que pensar y el qué dirán, donde la conducta de lo moral y lo ético pueda de alguna manera evolucionar.
Hoy te seguiré amando en secreto, me quedaré con tus recuerdos, sentiré que aun no estás lejos, que tus caricias y besos no son las balas, ni artillería pesada que la sociedad lanza contra mi alma para poder sentirse confiada y segura con lo que ya conoce, no justifico con rabia mi agonía y sé que la humanidad no nos aceptaría con libertad, pero si deseo con todas mis fuerzas que en un futuro nos puedan querer, que nuestras características primordiales sean la tolerancia y el respeto. Donde nuestra bandera no sea un arcoíris de colores, sino que seamos verdaderos seres humanos capaces de aceptarnos, dejando a un lado los prejuicios rebuscados que tanto nos hace daño.
Hoy te escribo esta carta para decirte que no hay tiempo, ni distancia que valgan. Sé que la leerás y respeto tu derecho a no volver jamás, simplemente me quedaré esperándote como las plantas después del invierno para poder retoñar.




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