La pareja del coche
Me llamo María y vivo en
Los Ángeles. Todos los días me levanto a las 2 de la mañana para repartir
periódicos en una furgoneta por las calles de esta gran ciudad. A esas horas se
ve de todo por las calles: prostitutas, policías, gente de fiesta… Tengo la suerte
de conocer a gente maravillosa que otros no saben de ellos ya que los
trabajadores nocturnos somos como una especie de club que el resto ni se
imaginan que existen.
En uno de esos días de
reparto monótono y cansado volvía a casa para por fin dormir y descansar.
Aparqué y me bajé de la furgoneta y a lo lejos oí un sonido sordo, como si un
martillo golpeara contra una pared. Mi curiosidad hizo que buscara de donde venía
ese sonido. Mientras iba andando por el aparcamiento el sonido se hacía más
cercano. Entre las filas de coches del aparcamiento vi el techo de un coche que
subía y bajaba y donde parecía que venía el sonido.
Aminoré el paso y me
escondí detrás de un coche para ver qué era lo que ocurría. Allí estaba el
ruido. Un mustang rojo con los cristales completamente empañados y poniendo a
prueba la amortiguación; parecía que una pareja estaba pasando un buen rato
dentro. Me acerqué un poco y pude escuchar a la chica gritando y disfrutando.
En ese momento mi curiosidad aumentó y quise acercarme un poco más. Estaba a
menos de tres metros del coche.
La chica seguía gritando
y pidiendo más mientras el chico le preguntaba que si le gustaba.
Una mano se pegó a uno
de los cristales limpiando el vaho. Era la chica. Su placer se podía apreciar
por como movía la mano por el cristal y como apretaba contra él pareciendo que
lo iba a romper. Retiró la mano y dejo un pequeño agujero en el empañado
cristal por el que podía ver más claramente lo que estaban haciendo. Estaban
completamente desnudos, sudorosos y entregados el uno al otro.
La chica era rubia, con
grandes pechos y una cara muy bonita. El chico con el torso musculado y el pelo
muy corto se le veía fuerte. Eran la típica pareja que se pueden ver en las
películas románticas. Jefa de animadoras y capitán de equipo de futbol, me
imaginé.
Me acerqué un poco más.
Estaba tan metida en esa película en vivo que cuando me quise dar cuenta estaba
a menos de un metro del coche y podía escucharlos hablar con mucha claridad.
– ¡Fóllame más fuerte! –
decía ella
El chico no perdió el
tiempo y las embestidas que le estaba dando se multiplicaron en frecuencia e
intensidad. Ahí fue cuando me di cuenta que algo estaba pasando en mi bragas.
Metí la mano por dentro del pantalón y estaba completamente mojada. Era una excitación
que había pasado desapercibida pero cuando me centré en ver lo que me estaba
ocurriendo me di cuenta que mi boca estaba más seca y mi respiración se había
acelerado un poco.
El chico agarró uno de
los pechos de ella y se lo llevó a la boca lamiendo y mordisqueando uno de los
pezones. Yo con una mano ya dentro del pantalón comencé a tocarme y la otra
empezó a imitar lo que el chico le hacía a ella. Empecé a pellizcarme un pezón.
La otra mano de él se
fue hacia el cuello de ella agarrándola con fuerza y echándole la cabeza hacia
atrás, así tenia los pechos de ella apuntando hacia su cara y jugar con su
lengua con los pezones más erectos que jamás había visto. Según lamía los
pechos de la animadora la penetraba con fuerza y ella gritaba y gritaba de placer,
mientras yo me mojaba cada vez más y más y mi clítoris salía más y más.
El chico se echó hacia
atrás apoyándose de nuevo en el respaldo del asiento y abrió los ojos. Me había
visto. Con sus profundos ojos negros recorrió la trayectoria de mi brazo y vio
que tenía metida la mano por dentro del pantalón y supo lo que estaba haciendo.
Me quedé helada sin saber qué hacer. Él soltó una sonrisa picara y movió la
cabeza casi imperceptible diciendo que no, que no me moviera de allí. Es como
si la situación de que yo los estuviera observando le excitara más. Desde ese
momento no volvió a cerrar los ojos y solo me miraba a mí mientras le daba
placer a la rubia.
La empujaba con fuerza,
la penetraba y me miraba a mí, podría decir que se estaba imaginando que me penetraba
a mí en vez de a la animadora.
Yo seguía jugando con mi
clítoris, completamente bañado en mi humedad. Miró la mano oculta en mi
pantalón e hizo un gesto indicando que siguiera. Yo seguía tocándome al ritmo
que él se movía dentro de la excitada chica.
De repente, abrió los
ojos como platos, se mordió el labio, cerró los ojos y le escuché gritar. Se
estaba corriendo dentro de ella. Ella dos segundos después también se corrió.
El chico abrió de nuevo los ojos, me miró y me hizo un guiño. Ellos habían
terminado pero yo aun estaba a medias y muy excitada. Saqué la mano del
pantalón, me arreglé un poco y me fui corriendo a casa, tenía que terminar lo
que había empezado.
Abrí corriendo la puerta
de casa, cerré de un portazo y rápidamente me quité toda la ropa quedándome
completamente desnuda. Me tiré encima del sofá y empecé a tocarme de nuevo.
Estaba a punto de penetrarme con dos dedos cuando llamaron a la puerta. ¡Toc,
toc, toc!
– Vuelva más
tarde, ahora no puedo abrir. – grité intentando ocultar mi excitación
¡Toc, toc, toc! Otra
vez. Quién coño será a estas horas, pensé.
Fui hacia la puerta muy
enfadada por las horas y por el mal momento en el que habían decidido llamar.
La cadena de la puerta
estaba puesta, así que me escondí detrás y solo asome los ojos cuando abrí
gritando:
– ¡¿Qué?!
Era él, el chico del
coche. No supe que decir. Él solo me hizo un guiño y con un movimiento
de cabeza preguntó si podía pasar.
Retiré la cadena y abrí.