La recompensa
El día que me casé,
la vida me dio la vuelta.
Salí de aquella casita,
de aquella cárcel sin rejas.
Era una mujer casada,
pero seguía siendo presa.
Porque entonces las mujeres.
Recordarlo me da pena.
No teníamos vida propia,
ni casadas ni solteras.
Pero fuimos muy felices,
con el amor no hay quien pueda.
Donde hay amor no hay dolor.
Donde hay amor todo llega.
Donde hay amor todo brilla
igual que brilla una estrella.
Y del fruto de aquel amor,
llegaba una vida nueva.
Nacía mi hijo el mayor,
como un sol de primavera.
Traía con él la alegría,
que desea una pareja.
Nuestro amor iba creciendo
como río en la ribera.
Como pájaro en su nido,
que ve el mundo cuando vuela.
Transcurrieron cinco años.
Llegó otra vez la cigüeña.
Nacía nuestro pequeño,
con una alegría inmensa.
Y el fruto de nuestro amor,
tenía su recompensa.