La vida me hará tristeza
La vida me hará tristeza, 13 poemas de convencimiento
Alexander Silva
1
…
Sucede que me canso de los días
como pasan anunciando con gritos e histerias el frío,
y lloran las flores de la calle por no haber tenido
en una sola hoja el amor de un día.
Sucede que voy caminando y las montañas azules
me irritan, cuántas palabras mal sembradas en su centro.
Quisiera ir por los jardines donde la muerte aún no ha
llegado,
pero voy por los zapatos de algún poeta reducido.
Quiero estar en la búsqueda constante de un lirio
y que un adorno de ave me caiga de raíz;
Quisiera ser nieve en pleno invierno
y ver así de tajo a la soledad a los ojos.
Entro en la oscuridad y las lucecillas estúpidas me
matan,
no tengo paraguas para defenderme de la vida,
pero siempre salgo corriendo con un chillar de la puerta
de madera.
Sucede que sí, que salto acrecentando el río.
Estoy sorprendido por el parque de los niños,
tantos juegos en naranja y tantos lunares esparcidos.
Veo a la gente de costado, sus miradas me lastiman
y en los columpios encuentro a mis pies cansados.
Pues quisiera cortar el viento a la mitad
y ver sangrar por las calles de cemento a su boca sucia
y que de entre tantos estallidos de globos
anuncien mi batalla perdida.
El sol me empuja a taparle la garganta y
que no escupa sus seis cenizas de fuego en las cabezas.
Me obliga a taparme los lunares con llanto y
a humedecer mi
cabeza con la saliva ajena.
Hay grietas tan hondas como tu nombre mismo
y tantos hostales con niños como meseros,
pues el césped es ligero si caminamos con lana.
Vacilamos con las manos de río
y saludamos con una mano atada a la espalda.
¡Qué días son esos en los que nadie muere, pero todos
matan!
Pues voy de arriendo en arriendo
viendo colgar los billetes en tantos alambres con púas.
Qué alegría gritar por la calle mi nombre con sabor a
limón
e ir de nuevo a la par de tus cabellos desnudos.
Viviendo en colchones voy escribiendo tu nombre.
2
…
Llegará el día de despedirnos, lo sé;
ya sea por la luna o la bufanda del sol pero nos iremos,
entonces tienes que saber que:
Todas las constantes en el Universo me llaman
y te llaman, te desean.
Desde el tallo verde inmaduro de una hoja
hasta el germinado día en que vuelven los poetas.
Desde esa mañana de Febrero
en que su
nacimiento no marcaba el calendario.
hasta la implacable letra que no llega.
Sabes que la flor silvestre está en constante llanto al
verte
y el animal del bosque se lava los dientes a tu
encuentro.
El pequeño rezago de luz que va cortando las horas
se detiene y te admira, luego su luz impávida sigue su
recorrido.
Así eres, constante para ser olvido.
Pero ya sabes el poder y el frío.
Si dejas de caminar, yo dejaré de buscarte.
Estoy corriendo de espaldas al sol.
Si en el ocaso del día tu mirada ya no llega
yo me haré sueño y mar,
contendría toda la sal de mis barcos para que no lloren
tu partida.
Y tú no verías ni un solo ápice de mi dolor.
Pero por la razón de un juez en su juicio contra un
clavel
te decides a encontrarme en tu boca
yo incendiaria la lluvia y me haria de cristal,
de focos largos y resplandecientes.
Si algun día o en la última hora del mundo
me buscas saldría descalzo a sembrar de nuevo raíces y
palabras tiernas.
A despedazarme en constantes lirios y me uniría una vez
más a tu boca.
3
…
Quizá le falte al Mundo
una caricia de un día:
que desde el amanecer miré tu rostro de avena
y al atardecer se sumerja en tu cuerpo seco.
Hay que ocultar una caricia
para que no tome venganza de nosotros
cuando el día haya terminado.
Hay que ocultarla del sol que no le gusta.
No quiere ser desayunada al alba
y menos aún con la incesante espera de un amante.
No quiere ser tostada por el calor de mis manos
y me ata al filo de las horas muertas
y va en búsqueda de mi otro yo.
Pues hoy es el día,
el dia mudo, el dia que murió en el Mundo
y que lo sepan los poetas pero que no escriban de ello.
Hoy esa caricia me hace agua
y me diluye en recorrido, me viene bien el color,
pero no me ha traído mi nombre,
se ha fugado y lo ha vendido a un desconocido.
Es mi secreto, ¿lo vas a guardar?
Solo en los tejados se escucha el rumor
claro y demasiado pálido
de la única caricia que abandonó el mundo
y abandono la lluvia de ayer y
me recordó lo que mi corazón olvida:
el dulce caminar de unos pasos cansados.
Tú, mi caricia aún dormida por el mes de Abril.
Mi insensato despertar con las cobijas en los pies
y el dolor como anillo en lo dedos.
No me hagas perder la vida entre carreras de caballos
o con un golpe de
ladrido.
Dime, ¿vas a volver al Mundo y me vas a buscar?
Que yo ya he guardado el cemento en fundas plásticas
y he amarrado a mis pies para no correr a tu encuentro.
Dime compañero
¿serás el color vino en mis huesos?
o me abandonaré para siempre en el páramo Andino.
4
…
Me desgasto viendo un atardecer
y soñando con ser soñado
y escuchando un rumor de piedras quebrándose
por una última gota de rocío,
solo pido el silencio
que aún mi niño está gritando y sus
voces salen por mis manos y mis oídos
y soy un ser ciego;
un ser ciego hundido en la corteza de un naranjo
y arranco pétalos con una aguja
y detengo al mar para que por ello puedas cruzar.
Me gusta que por tus manos yo pueda atravesar
como se cruza el infinito,
pero tienes ahora que huir sin mí
pidiendo al silencio sepultura
y un ático por donde ver los atardeceres grises.
Sonríe compañero para que no digan que estás cansado.
Dame tus ojos para yo poder ser encerrado en ellos
Y desde ahí acompañarte – quizá tocarte – .
El Mundo se ha desgastado en comprar días
con el verde dinero de una cueva,
el mundo ha vendido su más caro pesar: el de ser feliz.
Brindemos por las aguas y el mar;
compañero dame tu mano para atentar contra la vida,
seamos una idea cortante
y vacilemos sin el permiso de la noche.
Dime, ¿serás esa flor que a la mañana siguiente se
arranca?
y que no deja huella ni siquiera para tocarla
o serás el valiente que ande con un cepillo de dientes
queriendo matar a un diente de león.
Pues sucede que vamos a la delantera,
estamos corriendo tras la ceniza y en el parque dejamos
a la arena.
¿Cuántos lunares contamos en nuestra vida?
Estoy solo amigo, sé una gota de mi sudor
para que comprendas el frio y
dame un instante de sabor para volver en ti
como un día en pie.
Que dulce atardecer de flor me dejas
y que inviernos son los que se han pasado de frío.
5
…
Hoy abandono mi casa
la dejo sola con el infinito placer de los platos
y con tv aún prendida.
Pido el silencio.
Quiero que la luz se vaya sin mí.
Voy a recoger ocho semillas porque hay agua en mis manos:
Querido amigo serás el dolor cuando crezcan.
La primera semilla me recogerá
y en mí siempre habrá frejoles negros para acompañar mi
salida.
Siempre el amor estará escrito.
Como segunda germinación:
el rayo dorado que sale de cada espiga
y se hace pan.
La tercera semilla
en el ático duerme, se acostumbra a la soledad.
Le he pedido que te llame cuando se encienda la luz.
La cuarta cosa que guardará será
el punto astral de una raíz que va a la deriva
y cuelga de un precipicio y no acompaña a la caída.
La quinta semilla
será verte en todas las personas del Mundo.
Sentirte, sembrarte, darte el sol con una tostada
y acompañar tu día con una sonrisa.
Darte de comer suave balanceado y verte morir
con tantas atenciones en tu espalda
y ver que como sangre el rio viene a mi escritura.
Amigo mio,
puedes olvidarme, te concedo el permiso
si soy solo una suave caricia que va impune sobre la
tierra
sin un juicio firme.
Estoy en constantes alucinaciones por la flor que bebí.
Por eso pido tu silencio
cargado de enfermedades y que me atiendas
ser solo el llano despeinado por las ráfagas de cañones
que anuncian la despedida del sol.
No vas a morir.
No voy a morir.
Quiero, al contrario, que vivas
que seas paredes de cal y de hierro
y que en tus murallas no dejes entrar al enemigo.
Que seas una ramita de cerezo y
que bendigas al viento.
Pues ahora yo he vivido,
y quiero que tú vivas.
Jamás he sentido el verbo en mis pies.
Jamás me han coronado de espinas.
Siempre al germinar tu raíz
ya sea en un páramo verde
o en el suelo lleno de mentiras
tendrás la luz del día.
Te concedo la violencia con la que naciste
para que sea la violencia con la que me olvidas.
Como sexta semilla
serás un pino danzante por reclamar lluvia.
Una enorme raíz sedienta de dientes y colmillos.
Eso serás.
La antesala de la última semilla me vendrá opaco
– séptima semilla –
será solo una hoja húmeda
temblando y recordando las enormes grietas de color.
La última semilla
irá guardada en tus cabellos que, jamás
se desenredan en el sol, ni con la fuerte primavera.
Será un nido de algún lirio
que en su canto se haga pájaro
y vuele desde tu alto cantar en tu pelo negro
hasta la enorme raíz de tu boca sembrada en tu pecho.
Serás, pues, amor mío
el vaivén del fuego, la roca que suave se desliza hasta
el acantilado.
La mora dulce dulce que espera una garganta para verse
morir.
Serás, pues, amor mío
el golpe seco de la leña y su duro cantar cuando es
quemada.
La suave hoja de eucalipto pintada por el tiempo
y el dudoso caminar de una piel sin cobijo.
Seras, pues, amor mio.
la corteza desnuda del árbol de lima
y la pereza de la araña que sube hasta el último andar
de la última mirada; de la última caricia; de la ultima
hora.
6
…
El amor, es un amanecer vivo
escucha que canta y que llora
que nos lleva de los vivos y nos trae regalos de los
muertos.
Camina sin dudas por la arena y
en ese vaivén me besa los pies.
¡Qué dulce es tu arena en mis ojos¡
El amor me quiere llevar
desde lejos me mira, galopando con sus alas suaves
hasta un inmenso mar y el bosque entero se rinde a tus
pies
Todo lo vuelves caricia.
Ahora tu mano ya ha tomado mi mano.
Sé que necesito irme
en una barca sin dueño y recorrer el paraíso;
pero compañero mío, dile que no me lleve
que yo, que tú, que el día y la noche nos cobija.
Dile que el amor eres tú y no la sórdida brisa
que trae consigo el mar,
que el amor son los cabellos tuyos – largos –
ondeando a la par de mi escritura.
El amor me trae palabras
y un pedazo de tierra muerta,
y yo solo quiero acariciarme y en ese camino,
acariciarte.
Dile que camine solo o sola por la arena,
dile que encuentre género y que pueda amar así
hombre o mujer, un
eterno descanso.
El amor ya está acá, en la puerta y en instantes
va a cruzar el río, sobre el puente.
Ve y corta sus alas o las alas del puente y míralo morir.
No permitas que me lleve bajo sus brazos o sus piernas.
Dile que yo me quedaré en esa inmensidad oscura,
en esta bóveda celeste,
en este inútil cuarto vacío contigo,
contigo, amor, que es lo que me queda.
Dile al amor, que tú eres amor.
7
…
Cae el cielo y la tierra firma
comienza a besar los pasos en la arena,
el mar nos mira desde lejos y nos trae espuma para bridar
por él,
por la visa solitaria de un marinero
que surca sus aguas, pero jamás se queda.
Entre dos montañas que suponen
dos lunares inmensos que cubren la tierra,
es ahí donde el sol se acaba, es ahí donde despedaza con
su increíble calor
los tibios espejos verdes del agua.
Esas montañas tienen
trizadas las manos y los sueños
son dadoras de eternas lluvias, pero ya no más.
Hay un fuerte charco que se hunde debajo,
muy debajo de los pies de los hombres.