Lago Rawson
Lago Rawson
La
noche se mostraba extraña y el viento silbaba sin parar mientras yo esperaba el
colectivo junto a mi mejor amigo, el cual se encontraba dormido en la banca junto
al cartel de la parada de transporte. Yo entre tanto caminaba a lo largo de la
calle sin alejarme demasiado para así vigilar nuestras cosas. La noche estaba
bastante fresca y solitaria, aun así no me molestaba estar sola, el bosque a mi
alrededor era un paisaje muy interesante de observar. Se podía escuchar
claramente el cantar de los grillos, el batir de las alas de las aves que
pasaban sobre mí, y ver árboles y más árboles a kilómetros de extensión. De
golpe, me vi empujada hacia el suelo. La peor parte de la caída la recibieron
mis brazos, los cuales utilicé para cubrir mi rostro. Me había arrodillado una
vez que pude confiar en la fuerza de mis brazos y había mirado el suelo para
ver en qué había tropezado. Lo que causó mi caída había sido una piedra. Al
terminar de reincorporarme observe a Cid, el cual seguía durmiendo, pero ahora
con el rostro dirigido al espaldar del banco. Limpie mis vaqueros, acomode mi
cazadora y observe a mí alrededor, todo igual. Voltee y camine hacia la banca,
entre tanto sentí una mirada en mi nuca, pero al girar no había nadie. Continúe
caminando, pero la sensación de ser vigilada no desaparecía. Nuevamente gire y
vi a una pequeña ardilla, inevitablemente sonreí. Al ver a Cid, distinguí a un
hombre al lado de la parada, era alto, joven y de cabello azabache. El chico
pareció notar mi mirada porque volteo a verme, enseguida sonrío.
-Buenas noches -dijo y realizo una reverencia
a la antigua.
-Hola
-dije intimidada. Tome los bolsos, al ver que el colectivo se acercaba. Desperté
a Cid, si se le puedo decir “despierto” a su estado zombi.
Cuando
paro, subí detrás de mi amigo y vi tres asientos disponibles. El primero estaba
al lado de una chica compañera de ciencia, y los otros dos, en la última fila.
Acomodando mi bolso, me dirigí al final del autobús, al ver que Cid había
ocupado el primer asiento que encontró. Este viaje era una excursión al
campamento cerca del lago “Rawson” organizado por la escuela, por ese
motivo me extraño al ver al misterioso muchacho subir. Le dijo algo al
conductor y camino hasta donde me
encontraba, sentándose a mi lado; yo en todo momento lo miraba.
Él, otra vez al notar mi mirada, volteo.
-Hola
de nuevo -dijo.
-¿Por
qué subiste? -sabía que había sonado muy descortés pero mi curiosidad estaba
ante todo.
–
Mi transporte dejo de funcionar y necesitaba llegar a mi casa temprano, no
quiero preocupar a mi familia.
-Ah,
muy bien -observó a mí alrededor, y con excepción de nosotros y el colectivero,
todos se encontraban durmiendo. Este último me miraba extrañado desde el
retrovisor. Voltee a la ventana y la ardilla ya no estaba.
-¿A
dónde se dirigen ustedes? -dirigí mi mirada a el extraño sujeto al escucharlo-
por cierto, soy Edwin.
Ahora,
con las luces artificiales, pude observar de forma detallada su vestimenta. Estaba
usando un traje, con un pañuelo blanco de seda, bastante tétrico y antiguo para
esta época “seguro que por eso el conductor le había permitido subir,
extrañamente no parecía algún asesino o ladrón sino un artista disfrazado, de alguna
recreación del siglo XVIII”.
-Al
campamento Rawson, está ubicado al lado de un lago, cercano a una casa antigua.
Yo soy Sam.
-Parece que vamos al mismo sitio –sonrío -, mi
objetivo está cerca.
Luego
de cinco minutos de viaje, empecé a sentirme adormilada y comencé a ceder al
sueño. Lo último que observe fueron sus ojos, verdes esmeraldas, muy
hipnóticos.
Cuando desperté, debido al ruido que se
escuchaba a mí alrededor, todos estaban tomando sus cosas, observe la ventana y
ya era de día. El colectivo había parado, y por el paisaje, calcule que
habíamos llegado. Mire a mi costado y no vi a Edwin, aun así le reste
importancia. Me pare y salí. Luego de unos pasos fui alcanzada por Jessica, una
compañera de ciencias.
-Hola -dijo muy alegre.
-Hola -dije aun adormilada.
-¿Con
quién hablabas ayer? -me miro extrañada.
-¿Qué? -pregunte, aun desconcertada.
-¿Que con quien hablabas? -la mire aun sin
entender- Desperté anoche, por que sentí que el colectivo paro, volteé a hacia
atrás, y te vi sentada hablando sola, decías “Al campamento Rawson, está
ubicado al lado de un lago, cercano a una casa antigua. Yo soy Sam” y
enseguida dijiste, como si te contestaras con un tono extraño “Parece que
vamos al mismo sitio, mi objetivo está cerca”.
Sentí
un frío recorrer toda mi columna ” ¿Lo habría imaginado?”, sacudí mi
cabeza para salir de mis pensamientos, pero cuando estaba por contestarle, fui
interrumpida.
-¡Buenos días! -dijo una señora – Soy la dueña
de esta casa, y es un gran honor tenerlos de visita – sonrío, y se acercó hacia
donde estamos – muchos no vienen, espantados por la idea de un fantasma que aparece
en la carretera – yo la mire espantada y ella al notarlo sonrío tratando de
tranquilizarme -.Es una leyenda, inventada por los residentes del alrededor,
todo surgió del accidente de mi difunto esposo Edwin, cuando venía de consulta
del doctor del pueblo a media noche, por un caso de voces de una mujer, Sam
supuestamente se llamaba, la cual el veía y escuchaba, una chica muy parecida a
ti.
Totalmente
aterrada había dado un paso hacia atrás y vi detrás de la señora, cercano del
lago, al mismo hombre del colectivo. Al ver que lo veía, levanto su mano y sonrío.
Su rostro parecía desfigurado, como si una rueda de carruaje lo hubiera partido
en dos, iniciando por el tabique nasal y terminando en la pera. Sus brazos
estaban totalmente mutilados, su vestimenta desgarrada, donde se supone que
estarían sus pies, había miles de tentáculos negros que se aproximaban a donde
me encontraba junto con la señora; el hombre, entre tanto, se arqueaba de una
forma inhumana.
Inmediatamente grite, y desperté. Al ver a mí
alrededor, vi a la misma señora y el hombre frente a mí.
-Sam,
hija ¿qué sucede?-me preguntaron ambos.