Lectura obligatoria

Lectura obligatoria

Hoy iba a ser un día especial, o
al menos eso pensaba Fermín, ya que por fin había conseguido quedar con Clara. Después
de toda una infancia y juventud enamorada de ella, hoy habían quedado para su
primera cita.

Fermín lo tenía todo planeado:
primero la recogería en el parque donde habían quedado e irían al cine, para
después ir a cenar a un italiano que le habían recomendado. Él sabía que Clara
era la chica de su vida, de la que llevaba enamorado desde primaria, así que no
quería dejar nada al azar. Se había cortado el pelo, se había afeitado y se
había comprado ropa especial para estrenar ese día. Todo estaba listo.

Cuando llegó al parque, el estado
de nerviosismo aumento considerablemente, y más aún cuando la vio llegar con un
precioso vestido de primavera. A pesar de tener las manos sudorosas por la
ansiedad, caminaron hasta el cine con los dedos entrelazados, A Fermín le
agrado notar que no era al único al que le sudaban las manos.

De momento, todo iba perfecto:
hablaban, reían, se abrazaban, incluso se dieron un fugaz beso en los labios,
esos labios…

Cuando llegaron a las taquillas
del cine, fue Clara quien eligió la película, una romanticada, cosa con la que
ya contaba Fermín. Después de hacerse acopio de bebidas y refrescos entraron en
la oscuridad de la sala, donde esperaba que el acercamiento entre los dos fuera
más intenso. Tras un par de besos, decidieron ver la película, ya que más tarde,
ya tendrían tiempo de intimar. A Fermín, a pesar de que este tipo de películas
no era de su completo agrado, el estar cogido de la mano de Clara, le
compensaba. Mientras ella disfrutaba muy atenta, él se aburría y acabó con
todas las palomitas y con todo un litro de refresco en la primera media hora,
con la consiguiente necesidad de ir al baño. Algo contrariado por tener que
dejarla sola en el cine, fue urgentemente al lavabo.

Sentía que estaba a punto de
reventar. Entro en el baño del cine y comprobó que todos los urinarios de pared
estada en reparación, por lo que tuvo que entrar en uno de los wc. Al entrar,
cerró la puerta de un portazo con el codo y casi sin poder aguantarse, logro
llegar a tiempo. Esa sensación placentera se apodero de él, mientras miraba
hacia el techo con los ojos entreabiertos. Cuando bajo un poco la cabeza vio un
cartel pegado en la pared que ponía: “Lectura obligatoria”

Con cierta curiosidad comenzó a
leer: “Antes de nada, lea el documento completo bajo su completa
responsabilidad y no tome ninguna decisión hasta que lo acabe. “- decía el
documento-“Si está leyendo esta hoja quiere decir que es usted el elegido para
un pequeño experimento. Si lo supera, seguramente su vida será más rica en
experiencias, y si no lo logra, perderá la vida”

Fermín se quedó inmóvil cuando
leyó esa palabra y pensó en lo mal que podía estar la gente para escribir tales
tonterías. A pesar de que ya había terminado, la curiosidad le hizo seguir
leyendo: “El experimento es muy sencillo: Solo tiene que hacer lo que le diga
en los próximos minutos. NO intente abrir la puerta del wc, ya que está cerrada
por fuera…” Como un acto reflejo intento abrirla y comprobó que no podía.
Después la zarandeó con más fuerza, viendo que era completamente inútil.

        
¡Socorro! ¿Hay alguien ahí?- gritó de forma
tímida- ¡Esto no tiene la más mínima gracia!

Intento llamar por el móvil, pero
no tenía cobertura. Mientras pensaba que hacer, volvió a fijar la vista en el
papel: “… y tampoco intente pedir ayuda, lo empeoraría todo. Lo único que tiene
que hacer es estar tranquilo y no le pasara nada.” Fermín, cada vez más
nervioso valoró la posibilidad de salir por el hueco que quedaba encima de la
puerta. De un salto se agarró con fuerza de la parte superior para intentar
escalarla, pero un estallido de dolor hizo que se soltara inmediatamente. Al
mirarse las manos, vio que las tenía completamente ensangrentadas. Multitud de
cortes aparecieron en sus manos y en algunos de ellos tenía incrustado trazos
de lo que pensó que eran cuchillas de afeitar.

        
¡Jodido loco!- Gritó mientras se fijaba que en
los posible lugares de salida, había introducido numerosas cuchillas y clavos
que impedían el poder salir.

Con la sangre corriendo por sus
manos impedidas y completamente aterrado, decidió continuar leyendo: “Si no es
capaz de guardar la calma, tiene una llave dentro del depósito de agua, aunque
no es aconsejable cogerla” Como si estuviera poseído, consiguió abrir el
deposito haciendo que las heridas se abrieran más y el dolor de sus manos se
intensificara. Fermín tenía miedo a desmayarse por la pérdida de sangre y el
gran dolor que padecía. Aun así, se asomó al interior del depósito, y allí pudo
ver en el fondo, una pequeña llave. Sin dudarlo, metió la mano para cogerla y
tras un fogonazo de intenso dolor, el sufrimiento desapareció. Sin asimilar lo
que estaba pasando, Fermín estaba viendo como su mano se estaba derritiendo
dentro del depósito. En acido que estaba en su interior, había desecho las
terminaciones nerviosa y por eso ya no sentía dolor.

Su visión se fue nublando poco a
poco, hasta que todo se volvió negro, sin tener la oportunidad de leer el final
de la nota: “Si ha hecho cualquier acción que no sea estar tranquilo y quieto,
su destino es la muerte. Si ha leído todo el documento tal y como le explique
al principio y ha podido estar tranquilo, su encierro solo durara 10 minutos.
Gracias por participar”

Cuando acabó la película, Clara
se encontraba sola y extrañada. Hacia una hora que Fermín se había ido y no
había vuelto. Algo enfadada fue a buscarlo al baño, donde pudo ver en la puerta
que estaban cerrados por reformas. En su mente cada vez lo tenía más claro, los
hombres son idiotas. Ella creyó que esta vez podía ser la buena, ya que había
sentido cosas en el estómago, pero estaba claro no era así. El muy cabrón la
había dejado tirada en mitad de la cita. Tendrá que elegir mejor la próxima
vez.




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