Mai Tai
Su nombre: Julio Gusman, aunque eso no importa mucho. Así como tampoco importa que era un hombre blanco, alto, adinerado y gerente general de una compañía transnacional. Lo importante es que viajaba mucho debido a su trabajo y que era un hombre duro, de esos tipos de antes que siempre iban de traje, a los que les importaba mucho verse fuertes para así ejercer su poder. También es importante que tomaba Jack Daniel´s, puro. Siempre que tomaba un avión pedía un Jack Daniel´s puro y solo en las rocas cuando viajaba en las mañanas.
Su compañía tenía sucursales en varios países y él visitaba por lo menos dos veces al año cada una. Conocía a la mayoría de sus empleados antiguos (los que tenían por lo menos unos 5 años trabajando para él). Por lo general era muy amigable, pero muy correcto en su trabajo. No creía en predicciones ni en supersticiones porque no creía en el destino. No le gustaba creer que no tenía el control de su vida.
Una vez cuando niño, su padre le contó que un hombre de negocios se iba de viajes y en la mañana cuando salía al aeropuerto el vigilante que estaba entregando guardia le dijo “Jefe, no se vaya hoy, es que anoche soñé que el avión donde usted viajaba se estrelló todos murieron”. El hombre de negocios no viajo y en efecto el avión se estrelló y no hubo sobrevivientes. Así que el hombre de negocios llamo al vigilante y le dio una recompensa de 20.000 dólares por salvarle la vida y lo despidió por dormir en la noche durante su guardia.
Julio Gusman siempre pensó que si él hubiese sido aquel hombre de negocios habría muerto en aquel avión porque él no suspendería un asunto de negocios solo por el sueño de un hombre. Y aunque decía que si hubiese despedido al vigilante, muy dentro de sí, pensaba que solo lo habría amonestado y le daría una segunda oportunidad. Recuerden que era un hombre duro, su imagen de fuerza era parte de su poder. Tomaba Jack Daniel´s.
Despertó una noche sobresaltado por una pesadilla: Estaba en un avión, había una bella rubia de unos 45 años a su lado, el miro hacia adelante y sobre la bandeja de su asiento había un trago muy colorido, con frutas y alguna hoja verde (tal vez menta o hierba buena). Le pareció hasta gracioso porque el solo tomaba Jack Daniel´s. Entonces tomo un trago de esa bebida y el avión comenzó a temblar muy fuertemente, frente a él apareció una máscara de oxígeno, al igual que frente a la rubia y a todos los demás pasajeros. Las luces comenzaron a apagarse y encenderse intermitentemente y el avión comenzó a descender en picada y justo en ese momento despertó.
No sabía si estaba en su casa o en algún hotel quien sabe dónde. Se levantó de su cama y noto que era un hotel, fue al baño de su habitación, se lavó la cara y saco una botellita de Jack Daniel´s del minibar. Lo vertió en un vaso puro y tomo un trago. Se rio en voz alta y dijo: “Yo solo tomo whiskey”. Acompaño su trago con un cigarrillo y volvió a la cama.
Pensó en su sueño durante varios días y recordó aquel cuento que su padre le había contado cuando niño. Se repitió a si mismo que él no era supersticioso. Tal vez los años lo habían vuelto un tipo menos duro. Ya tenía 68 años, 50 de ellos tomando Jack Daniel´s, pero cuando pensaba en aquel sueño todavía se le erizaba la piel.
Una mañana saliendo de su oficina hacia el aeropuerto lo detuvo un vigilante a la salida de la compañía y le dijo: “Jefe” – e inmediatamente pensó en el hombre de negocios del relato de su padre y ya esperaba el relato del sueño del vigilante. Se encontró ante el dilema de amonestarlo o despedirlo por dormir durante una guardia. Nunca pensó en aplazar su viaje. Detuvo el vehículo y el vigilante continuo– “Tiene una luz de cruce partida”. Se reprochó en silencio el haberse creído la reencarnación del relato de su padre. Sonrió, le dio las gracias al vigilante y le dijo al chofer que la revisara cuando lo dejara en el aeropuerto.
Subió al avión y ya en las alturas llamo a la azafata para pedir su Jack Daniel´s, en las rocas, por la hora. Recordó el incidente con el vigilante y no pudo evitar una sonrisa burlona de autocrítica. La azafata le sirvió su trago y lo tomo y lo disfruto como siempre. Aunque esta vez pensó que tal vez ahora lo pediría siempre en las rocas, era más refrescante. Más suave? No, mejor seguiría tomando su whiskey puro, en las rocas solo en las mañanas. Su imagen de fuerza era parte de su poder. Tomaba Jack Daniel´s.
Llego a su destino sin contratiempos, asistió las reuniones de negocio planificadas. Paso cuatro días en un hotel de Hawai. Se bañó en la piscina del hotel, comió y bebió. Llego el día del retorno y volvió al aeropuerto, ya no pensaba en el relato de su padre. Abordo el avión y mientras abordaban el resto de los pasajeros recordó su sueño de la otra noche. Llamo a una azafata y le pregunto:
-Disculpe, de casualidad en este avión sirven un trago que es muy colorido? Algo así con frutas y hierba buena?
-Por supuesto, el Mai Tai. Es un coctel adornado con piña, cereza, cascara de limón y hojas de menta.
-Ah ok. Muchas gracias.
-Le apetece algo más?
-Ahorita no, gracias. Cuando comience el vuelo.
La azafata siguió con su trabajo y él se colocó los audífonos y coloco música en su celular, comenzó a leer el periódico absorto mientras se llenaba el avión y alzaba el vuelo. Cuando soltó el periódico para llamar a la azafata y pedirle su Jack Daniel´s, soltó el periódico, se quitó los audífonos.
Cuando miro a su lado observo a una hermosa rubia de unos 45 años, la azafata lo toco por el hombro y le dijo: “aquí está su bebida”, mientras abría la bandeja de su asiento y le colocaba el trago. No era Jack Daniel´s, era Mai Tai.
Miro a la rubia a su lado, miro hacia adelante y sobre la bandeja de su asiento el maldito Mai Tai. Le pareció hasta gracioso porque el solo tomaba Jack Daniel´s. Entonces tomo un trago y todo se fue al carajo.