Morfeo.
No sabía como hacerte cambiar de opinión,
era tu amigo,
y sabía que eso no iba a terminar bien.
Cada día me hablabas más de él
y de lo maravillada que estabas;
él te llevaba a un lugar lleno de paz
Y te cautivaba.
Sabía que todo tendría su precio
pero no quería apagar esa luz
que irradiaba de tus ojos
al hablar de lo cómodo que eran sus brazos,
de los seguros que te hacían sentir,
de aquellos besos tan etéreos.
Simplemente
no podía hacerlo.
Morfeo te había enamorado,
y yo no sabía como sacarte de sus brazos
sin hacerte daño,
así que aquel día cuando te fuiste
con un caminar tan sobrenatural
y una mirada tan perdida
supe que hace mucho te había perdido,
te grite adiós,
el último que te dije.
Al día siguiente cuando no te vi llegar
y fui a buscarte,
ya no estabas en ningún lugar de la tierra,
los brazos de Morfeo te habían llevado
a una eternidad
que sólo los muertos pueden ver.
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