Nefelibata.
Recorrer kilómetros.
Perder algunos mapas en la guantera y diseñar algunos nuevos.
Descubrir acantilados y desiertos, correr sobre las calles de la ciudad sintiendo como el aire rodea y viste mi cuerpo de libertad y dibujar la realidad con una pizca de imaginación.
Girar sobre el suelo y bailar bajo las estrellas besando la noche que arropan.
Escuchar el silencio.
Perderme en el melifluo sonido de mi respirar.
Cerrar los ojos.
Soñar un ensueño.
Desordenar la arena escribiendo poseías con la punta de mis pies.
Entrelazar dos manos desnudas.
Amar las cicatrices que forman parte de mi costado.
Sonreír.
Llorar el recuerdo y seguir con un brillo en la mirada de las huellas que aún me quedan por descifrar.
Sentir la hierba entre mis dedos, deformar la marea, saborear los olores del verde, vendar algunas heridas ajenas, abrazar miedos, coronar el arte y acariciar aquella esperanza que me gusta reflejar.
Simplemente encontré aquella palabra que siempre estuvo a la distancia de un suspiro.