Presunto culpable
Ante todo conozcamos a nuestro personaje.
En su casa lo llaman Omar, pero allí en la calle es “Campanita”. Ese significativo apodo lo recibió de los muchachos de la banda; esa banda a la cual cree pertenecer, aunque no siempre se acuerdan llamarlo para participar en sus “actividades”, como ellos las denominan.
Pero, volvamos para describir a este joven con sus casi treinta sobre los hombros.
Nacido en un barrio alejado, de padres trabajadores de medio pelo; el colegio no fue su lugar preferido, la calle siempre lo imantó. Trabajar, aunque fuera necesario, para así contar algo en sus bolsillos aparte de las pelusas, no fue su gran preocupación; razón por la cual siempre anda rastreando la forma de vivir “de arriba”, a decir del dicho popular. En lo emocional, a falta de la vil moneda, poco logró en este campo, salvo alguno que otro encuentro esporádico que alcanzaba para saciar sus impulsos naturales.
Hasta que cierto día, la buena suerte le mostró la cara, y el billete de la lotería provincial, que compraba sin excepción todas las semanas, con el número fijo: 12246, salió premiado, beneficiándolo con un considerable bote de dinero, contante y sonante.
De la noche a la mañana, se hizo de amigos, que pulularon como hongos después de la lluvia. Muchos de ellos, se le acercaron proponiendo ideas y planes en que invertir, y así multiplicar ese respetable capital. Entre ellos, apareció el más que conocido Julián, “el zorro”, su vecino, famoso por sus entradas y salidas de la policía, y más de una vez de la cárcel, a consecuencia de su afán de apoderarse de lo ajeno.
En poco tiempo, entró a formar parte de la “orquesta”, invitado por el jefe, su vecino El Zorro; allí conoció a los otros integrantes de la banda de pequeños y simples delincuentes, los cuales, en forma rápida, se convirtieron en sus únicos amigos.
En cuanto al premio recibido, gran parte entregó a sus padres para la refacción de la precaria vivienda, que bien le hacía falta y también se compró un pequeño cochecito; además, alquiló un diminuto departamento en el edificio frente a la plaza, el único del barrio, pagando un año por adelantado, para quedarse tranquilo.
Lo que sí, decidió entregar una considerable suma a Julián, en forma de préstamo; esto le valió sentirse más allegado a la orquesta… así lo creyó.
Cierto día, le avisaron que se llegue hasta el bar del gallego Ramón, pues allí se reunirían los muchachos.
Cuando llegó, ya estaban todos sentados alrededor de una mesa, tomando y conversando. Cuando se acercó, El Zorro le dio la bienvenida. La hora era avanzada, esperaron que el lugar se vació de clientes; el jefe pidió silencio y comenzó a explicar, con lujo de detalles, la próxima actuación de la orquesta.
Se trataba de un atraco al Banco Regional, pequeña sucursal ubicada justo en frente de dicho bar; luego de dar los detalles pertinentes, destinó a cada uno de los presentes la función a cumplir en el desarrollo de la maniobra; a nuestro Omar, se le asignó ser el encargado de quedarse en la vereda del bar y avisar con su celular al Zorro, en caso de que se percate de algún problema imprevisto. De allí, le quedó el apodo, “Campanita”.
De acuerdo a lo previsto, la semana siguiente, el día jueves, una media hora después del cierre del Banco, todos estaban sentados en el bar, aguardando la llamada de Josefín, que se encargaba de la limpieza del Banco, a quién le habían prometido un buena recompensa por la “ayuda”; ella debería dejar la puerta trasera sin traba, y así facilitar la entrada y salida de la banda.
Sonó el celular del Zorrro; sólo dijo…-De acuerdo-, entonces se levantó y agregó…-Vamos-, y al instante, cada uno supo lo que hacer….
Todo salió de acuerdo a lo planeado, La noticia apareció en los diarios e inclusive en la TV comentaron sobre el asalto al Banco, primero desde que fue abierto. Los delincuentes aún seguían prófugos; según declaraciones de la policía local, no pertenecían al pueblo, lo cual dificultaba la búsqueda, pero aseguraban que ya se habían puesto en comunicación con las fuerzas del orden de toda la comarca. Aseguraban que pronto pondrían mano sobre los culpables.
Los encuentros acostumbrados de la banda, en el bar de Ramón, siguieron como si nada hubiera pasado. La semana de la actuación de la orquesta, fue el único tema de conversación entre los clientes del bar, y entre cafés y bebidas, cada uno emitía su punto de vista y tales charlas aumentabas sus fantasías. Por supuesto que Omar y sus colegas, participaban, como todos, en las interesantes y curiosas charlas respecto al candente tema. Por fin había algo nuevo en que ocuparse, pensaban todos.
El botín, fue repartido, de acuerdo a lo planeado por el Zorro, en forma personal, con la severa advertencia de cuidar de no realizar extravagantes gastos que, con seguridad, llamarían la atención de sus familiares, vecinos, compañeros de trabajo y conocidos; el veterano Jefe, les sugirió varias ideas factibles como para explicar, llegado el caso de que tal o cual curioso, haga alguna pregunta que demostrara demasiado interés, sobre su holgada situación económica repentina.
……
De ello ya habían pasado casi cuatro años, pero la vida de Omar, había dado un vuelco de ciento ochenta grados, a tal punto que, en raras y especiales oportunidades, volvían a su mente aquellos días, que parecerían lejanos allí en el tiempo.
Sus padres habían fallecido a consecuencia del vuelco del ómnibus de turismo donde viajaban, en una excursión que les había regalado para festejar sus bodas de oro; fue un trágico accidente con muchas víctimas y heridos.
A consecuencia de ello, decidió mudarse a la gran ciudad capital. Con la venta de la casa de sus padres, más sus considerables “ahorros”, se dedicó al comercio, abrió una pequeña agencia de compra y venta de automóviles, y por el momento, le permitía llevar una vida bastante acomodada.
Tuvo una serie de encuentros amorosos, citas y salidas, pero sin llegar a concretizar algo serio y fijo.
En fin, la soledad era su lamentable compañía.
Cierto día, mientras estaba en la cola para comprar entrada en un cine del centro, una bella y atractiva mujer, parada delante de él llamó su atención en demasía, y ni lerdo ni perezoso, arriesgó esa conocida pregunta…
-Me parece que nos conocemos, ¿me equivoco?
-Con seguridad, no soy de aquí, estoy de visita…
-Qué raro, tu rostro me resulta conocido…en verdad, yo no hace mucho que vivo aquí, ¿sería muy indiscreto saber de dónde eres?
-Me parece que tu pregunta es un poco… bueno, como no tengo lo que ocultar, accedo a tu curiosidad, vivo en pequeño pueblo, bastante alejado, bien dentro de la provincia, no digo el nombre, pues con seguridad desconoces su existencia…
-¡Qué casualidad! yo también nací en un pueblo de tierra adentro, Loma Blanca, ¿quizás lo sentiste nombrar?
La asombrada joven, quedó perpleja al escuchar el nombre de su pueblo, miró, con sus negros ojos al curioso hombre que tenía delante…
-No creo que esto es verdad, parecía un sueño, ¿quién sos?…
-Me llamaban Omar, ¿y el tuyo?
-¡¡¡No puede ser!!!…conocí a un Omar, que vivía al lado de nuestra casa… no, no… debo estar equivocada… estás cosas solo ocurren en las novelas. Dime la verdad, ¡revélame tu secreto!, ¿por qué te dirigiste a mí?, me asustas, por favor…
Omar, trató de calmarla…
-Espera, espera, propongo que vayamos a tomar algo, ahí en frente hay un café, te invito que nos sentemos y conversemos para tratar de aclarar todo, ¿aceptas?
-Eres un desconocido, tengo mis dudas, no obstante, hay mucha gente a nuestro alrededor, y mi curiosidad me está matando, está bien, vamos a cruzarnos al bar….
Ya ubicados en una mesita al lado de la entrada, un refresco para ella y una cerveza para él, trataron en forma rápida de esclarecer el enigma que los unía.
La ansiosa mujer, se apresuró a indagar al sospechoso hombre que no dejaba de mirarla, mejor dicho inspeccionarla…
-¿Cómo llegaste a mí, insistes que es casualidad?
-Sin duda…pero ante todo dime tu nombre, ¿puede ser?
-Soy Olga, ¿para qué necesitas saberlo?, cada vez me intrigas más, esto no me está gustando nada y…
-Espera, no te sobresaltes, sólo estamos conversando, y ello para aclarar algunos detalles, y el más importante es lo que me cuentas de tu vecino que también se llamaba Omar como yo, lo cual me mantiene en alerta…dime tienes padres, hermanos…
-Insisto que me perturban tus preguntas, se asemejan a un interrogatorio, pero veremos a que quieres llegar, te diré que mi madre falleció hace unos años y mi padre, el año pasado, por lo tanto solo me queda un hermano mayor, Julián, pero ya no vive en casa… ¿algo más?
Nuestro Omar, quedó aturdido, suerte que estaba sentado, pues el piso tembló debajo de sus pies, como de un terremoto…no le salían las palabras, sus pupilas con seguridad aumentaron…pues su compañera de mesa, notó el cambio en su rostro…
-¿Qué te pasa…te sientes mal?
Balbuceando, pensando sus palabras, agregó…
-Ahora entiendo, ¡¡¡tú eres Olguita, la hermanita menor de Julián!!! no salgo de mi asombro, si, si, ahora comprendo porque me parecías cara conocida, es que pasó bastante tiempo desde que me fui del pueblo, ¿no me reconoces? soy aquel Omar, tu vecino, aunque no lo creas…
-Omar… increíble como cambiaste… ver para creer… esto si lo considero un golpe del destino, me has hecho temblar… que curioso… mira como resultó todo, como si una mano misteriosa nos hubiera obligado a reencontrarnos.
-Te miro y veo una bella mujer, segura de sí misma, al punto tal que no dudó en arriesgarse a entablar conversación con un “extraño”, ja, ja, ja… Olgita, que suerte el haberte reconocido, desde el primer momento que te vi, algo en mi mente me dio el grito de alarma, bueno, bueno, coméntame sobre ti, tu trabajo, Julián…en fin tenemos mucho que hablar…
Continuaron charlando, el cine quedó olvidado. Las respuestas sucedieron a las preguntas.
La charla duró un largo tiempo, cada uno relató su vida, en esos años que los separaron…
Ella, era maestra en la escuela primaria del pueblo, disfrutaba de sus chicos, así los llamaba; sus padres ya habían fallecido y la casa quedó grande y vacía, pues su hermano ya tiempo que gozaba de una habitación gratuita en una cárcel situada en el norte de la provincia, y por lo que se enteró permanecería allí varios años. Tenía muchas amigas, y un pretendiente con el cual aún no había decidido si aceptar sus reiterados pedidos para concretar la relación entre ellos. Este viaje lo efectuó para participar en un encuentro de maestras en el cual participaría como representante de su pueblo; justamente debería encontrarse con dos de ellas en la cola del cine, pero… por lo acontecido, entrarán sin ella para gozar de la película.
-Oh, que importuno he sido, por mi culpa quedarás mal con tus amigas y además, te perdiste de ver la película…
-No, no te hagas problema, mañana ya les explicaré y sabrán comprenderme, en cuanto a la película la exhiben toda la semana, así que podríamos verla juntos, yo me quedo otros tres días más, ¿podría ser?
-Perfecto, la verdad que unos amigos me la recomendaron, y con gusto acepto tu propuesta. Ahora que te parece si vamos a cenar y así te relataré un poco de mis andanzas, ¿quieres?
-De acuerdo, una buena idea, ¿conoces algún lugar tranquilo, donde podemos conversar y también comer bien?
-¿Te agrada la comida tailandesa?
-Seré sincera, mucho escuché sobre ella pero probarla, nunca. Soy aventurera, acepto la iniciativa.
La cena resultó de lo más agradable; Olga comprobó que la exótica cocina era de su gusto y no dejó de agradecer a su viejo vecino la invitación. Como ya lo había prometido, Omar, relató, sin escatimar detalles, los vuelcos de su vida hasta el presente.
-Lo que me extraña que no tienes pareja, ¿o esa parte de tu vida, queda en secreto?- arriesgó preguntar la pueblerina, deseosa de conocer más sobre la vida de su compañero de mesa.
La pregunta repentina dejó un poco en duda a Omar, no sabía si responder con la verdad o pintar algún cuadro romántico…
-Hummmm….presiento que toqué tu punto débil, perdóname, no es necesario que me respondas, tu silencio me dice que me extralimité, no quise ser molesta, mis disculpas…
-No, de ninguna manera, ¡por favor!, no lo tomes así, simplemente no creí que deseabas saber tanto de mí, me refiero a mi vida íntima, por así llamarla. En fin, si lo que pretendes es saber si tengo pareja, pues la respuesta es no, vivo solito y sin apuro, y en verdad no me puedo quejar…
-¿No se hacen largas las noches?
-No siempre, bueno…. me entenderás, ¿no?
Y así entre preguntas, medias respuestas, risas y recuerdos del pueblo, pasaron una exquisita velada.
Quedaron en encontrarse la noche venidera en la cola del cine, para así poder disfrutar de la película deseada.
Pidieron un taxi, primero llegaron al hotel donde se hospedaba Olga, y con un hasta mañana de despidieron, Omar espero hasta que ella entrará, y luego dio orden al conductor llevarlo a su domicilio.
Olga no pudo conciliar el sueño, dio vueltas y más vueltas en la cama; al principio lo atribuyó a la almohada, luego a la dureza del colchón, pero la verdad era que no se podía sacar de la cabeza el encuentro con Omar, cuanto tiempo había transcurrido…empezó a considerar que el destino le estaba haciendo jugarretas, nunca creyó en las casualidades, pero esta vuelta, no encontraba solución distinta.
Por su parte, Omar, tampoco logró dormirse, no obstante fue un día largo. Los recuerdos de su pueblo, aquella banda, las fechorías, ahhhh… le parecía historia todo aquello, y de pronto el encuentro con su ex-vecina que le trajo todas aquellas vivencias obscuras que creía perdidas en el olvido, y que de ninguna manera deseaba resucitarlas. Estaba seguro que ella indagaría hasta llegar a los puntos que él no deseaba ni siquiera nombrarlos, y toda la noche buscó la forma de escabullirse. Comprendió que una solución rápida y certera sería no aparecer en la cita, al otro día, en la puerta del cine. Ella con seguridad comprendería que por una causa u otra, él había desistido del reencuentro. No lo dejaría bien parado, pero, ella estaba de paso y al día siguiente se marcharía de regreso a su pueblo, y todo se convertiría en un esporádico episodio. La otra posibilidad era presentarse y llegado el momento, explicaría a grandes rasgos lo sucedido, con la esperanza de que ella supiera entenderlo, dejando todo aquello como una mala novela, que no se justifica releerla.
Olga, a quien sus pensamientos y conjeturas la invadieron y acostumbrada a una vida tranquila, sin altibajos, tomó una resolución… no iría a encontrarse con Omar, era tomar muchos riesgos, y temía dejarse llevar por sus sentimientos que quizás la llevarían, más tarde, a arrepentirse.
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Nota del Autor
Mil disculpas a mis lectores, por no haber continuado el relato, pero los personajes tomaron sus decisiones, las cuales debo respetar, aunque difieren de las mías.
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*Registrado/Safecreative N°1612180139426
*Imagen de la Web