Quietud

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Quietud

Miraba la quietud que le invadía,

intentaba atraparla

con sus presurosos brazos,

buscaba reconocerla,

dibujarla

o tal vez tenerla.

Y la quietud seguía allí, inmóvil,

suspendida en la marginalidad

del espacio, husmeándole la cabeza,

el color de sus heridas.

La quietud era toda brisa,

lecho suave para su triste agonía,

abismal garganta

cruzando el murmullo de la tarde.




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