Regreso por Pepa Rojas
Alma rota, caída a mis pies.
La recojo delicadamente.
Me recompongo.
Contigo todo es tan intenso…
La angustia poco a poco se disipa.
Podemos con ello.
Sinceridad ante todo.
Destinos no escritos, caminos al andar.
Mi cuerpo desnudo, caliente como el sol, descansa sobre la hierba.
Cielo azul, suave brisa.
Intuyo tus pasos, estás muy cerca. Te espero, te anhelo.
Penétrame. Ámame despacio, muy despacio, lento.
Siente mi calor, nota mi humedad.
Almas gemelas, delicadeza, atracción.
Mis pechos, tu boca.
Tu nuca, mis labios rojos.
Lengua cruel.
Te arranco un suspiro. Suspiro íntimo, lascivo.
Te estremeces. Disfrute sin fin.
Milímetro a milímetro. Dos exploradores.
Pasión devastadora.
Acoges mis pensamientos, deseos que nunca osé pronunciar.
Los conoces, los plasmas.
Encontraste mi partitura oculta.
Tocas cada nota, cada acorde a la perfección.
La presión de tus dedos, la fuerza de tus brazos.
El ritmo de tus caderas al compás de mis entrañas.
Tú, yo, orquesta sublime.
Mi melodía, tu deleite.
Madurez, reacciones rápidas, respuesta inmediata. Acción.
Tormenta desértica nos saca de nuestro estupor.
Éramos gigantes, nos volvimos pequeños.
Un segundo, una decisión, un abismo.
Avanzar, retroceder.
¡Sigamos! La vida es cada día.
Llega la paz. Nos acaricia con su brillante luz.
Nos apacigua el alma. Nos reúne, nos recompone.
Nos conduce una vez más a nuestro rincón sagrado.
Volver a disfrutar, volver a soñar, volver a lo más puro.