Sola con la luna
He vuelto del bar en la madrugada. Aparco mi coche y con dificultad intento insertar la llave en la puerta. Al abrirla, siento un gran silencio muerto dentro, mi casa parece abandonada.
Hoy ha sido un día gris, uno de tantos. Me dirijo a la cocina para ahogar mis penas en alcohol, aunque hace unos instantes estaba en un bar. Pero eso no funciona para aliviar mi alma. Recurro también a los cigarrillos. Nada.
Mi ansiedad comienza a aumentar. Mi alma y mi corazón parecen romperse más y más. Me he quedado sin ideas. Voy rumbo hacia mi alcoba y a lo lejos veo el muelle. Sin pensarlo, tomo mi abrigo y me dirijo caminando lentamente hacia allí.
No hay presencia de ni siquiera un alma, solo la mía. Todos los locales están cerrados, los perros callejeros que suelen caminar por ahí no están. La única que me acompaña es mi soledad. El aire es demasiado frío, lamento no haber tomado una chaqueta más abrigada. No logro despejar mi mente.
Logro llegar al muelle, aunque tengo mis piernas congeladas.
Siempre suelen haber pescadores a estas horas de la madrugada en el lugar. Pero hoy, por alguna extraña razón, no están. Tal vez el clima es muy frío, no lo sé. En un instante veo un bote en la orilla, sin amarrar. Una idea loca se me cruza por la cabeza. Sin pensarlo demasiado tiempo, tomo el bote y me dirijo al mar, sin rumbo, sin horario, sin problemas, sin miedo a perderme en el gran océano.
Giro lentamente mi cabeza hacia la derecha y veo a la luna. Siento que está ahí, acompañándome, apoyándome en mis conflictos. La locura me está dominando.
Cambio el rumbo y me dirijo hacia ella, intentando acercarme aún más. Ya estoy demasiado cerca. Sé que ella me escucha, sé que está ahí conmigo para yo poder llorar en su hombro. Inclino mis rodillas hacia mi pecho y comienzo a hablar con ella. Parezco una demente: sola, en medio del mar, hablando con la luna.
Al terminar mi discurso, siento que me he quitado un gran peso de encima. Ha funcionado. Ahora, cada noche, voy hacia el medio del mar y hablo con la luna. Nunca me había sentido tan satisfecha. Hace casi cinco meses que estoy aquí, sola con la luna.