Sueños por recuerdos

Sueños por recuerdos

Tras
el paso de la muerte

de
sus seres queridos.


Tras
el dolor de ver

como
acababa el tiempo

de
aquéllos con los que

se
había criado.

Él
le canto una nana,

la
nana de las tristezas

contenidas.

La
nana la arrullo

mientras
durmió,

como
hacen las nanas.

Y
se durmió llorando,

por
dentro, tranquila.

Con
los ojos secos

y
el alma cansada.

Mientras,
él cada noche,

canturreo
para ella

y
le mostraba los paisajes

y
lugares que habitaban

los
que ya marcharon.

No
el primer día

ni
el segundo,

pero
poco a poco

fue
despertando,

más
viva, más alejada

del
dolor.

Algun
día lloró por fuera,

por
que así lo sentía,

sin
nanas, pero rodeada

de
almas bellas, cálidas.

Vivas.

Almas
que compartían

con
ella su sangre

y
su historia.

Y
poco a poco

volvió
y la vida,

como
siempre,

siguió
su curso.

Cantando
sus nanas

cotidianas,
silenciosas.

En
su hogar.

Entre
mañanas de fogones

y
tardes tranquilas.

Viendo
crecer a los suyos.

Cada
día iba cambiando

un
recuerdo por un sueño.

Cada
día iba dejando atras

un
recuerdo.


Llenando
su cabeza de

recuerdos
que fueron sueños.

Su
esencia era la misma,

sus
rutinas no cambiaban

pero
le inquietaba.

Cada
día dejaba atras

lo
que le hizo ser él,

a
pesar de seguir siéndolo.

No
sé preguntaba quién era,

cada
día seguía siendo él

pero
si dudaba:

¿quienes
eran los demás?

Los
demás eran quienes

existían
más allá de su mente.

Dudaba
de cómo actuar

con
los demás.

No
confiaba en el origen,

en
lo que le hacia amar,

rechazar
o ignorarlos.

Aprendió
a vivir cada día,

sin
basarse en sus recuerdos

sin
dudar de sus emociones.

Un
día soñó que sus hermanos

no
eran sus hermanos

y
comprendió que la emoción

podía
desvanecerse. Cambiar.

¿quién
era quién?

Y
todos fueron

desconocidos.




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