Un día cualquiera
Me levanto de la cama, preparo el desayuno. Mientras me lo tomo la máquina empieza a dar vueltas…
1–¿Qué tenía hoy que hacer?
2–¿Hoy va a ser un día bueno? (Espero que me salga todo bien).
3–¿Hará viento? (Los días ventosos los compañeros se vuelven insoportables… o a lo mejor yo también).
4–¿A qué hora tenía la reunión? (A las 8 como siempre)
5–¿Podré ir a buscar a los niños? (Este trabajo me tiene muy ocupado y apenas disfruto de ellos).
6–¿De que me duele tanto el cuerpo?
7–¿Me habrá tocado ayer el sorteo? (¡Como siempre seguro que no!)
8–¿Pillaré el atasco de las 7, el de las 7:15…? (Seguro, esta ciudad me quita tiempo)
9–¿Cuando voy a salir de este ciclo en el que se ha convertido todo?
10–…Ayer salí del trabajo a las 19:30, cogí un taxi, estaba todo colapsado, tenía que llegar antes de las 20:00 ya que había quedado con un nuevo cliente.
Luego intentaría llegar a las 22:00, ya que por lo menos quería acostar a mis pequeños…
De repente todo se paró, me encuentro aquí tumbado y oigo el tumulto y los lloros de la gente…
¿Qué está pasando?
¿Dónde estoy?
¿Por qué no me puedo mover?
El estrés se ha colado sin darnos cuenta en nuestras vidas. Robar al tiempo dos minutos simplemente, pararnos y respirar, o no hacerlo y seguir con prisas, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Un saludo.
Gracias por tu comentario, efectivamente a veces nos creemos supermanes y es que somos humanos de carne y hueso con nuestras fortalezas, virtudes y carencias… hay que disfrutar cada minuto y de las personas que nos rodean!!!