Una casa sin puertas ni ventanas.

sa_1675562195istockphoto4787965651024x1024

Una casa sin puertas ni ventanas.

En el mágico mundo de los cuentos, sucedió que un día estaba pirulin durmiendo plácidamente acurrucado, cuando de pronto lo despertaron unos fuertes gruñidos:
– Grauuuuu, grauuuuu, grauuuu-.
Muy asustado abrió sus ojitos desmesuradamente pero a pesar del esfuerzo no lograba ver nada, solo seguía escuchando aquellos inquietantes gruñidos. Paralelamente a esto, en el mundo real lo que sucedía era que un enorme y hambriento león,  había tratado de cazar a una pequeña ave en su nido, la cual milagrosamente había logrado escapar volando del lugar, donde anidada. Pasaban los días y nuestro pirulin dormía tranquilamente, cuando de pronto sintió caer su cuerpo por una enorme cascada, por unos minutos pensó que su vida terminaría en ese momento, al despertar notó todo su cuerpo frío y mojado, lo cual no era normal. Del otro lado de su casa sin puertas ni ventanas, lo que había sucedido era que el nido donde aquella pequeña ave, había colocado sus huevos, había sufrido los efectos de una repentina inundación, rodando cientos de metros por una cascada, hasta que las asustadas aves, habían logrado con sus picos, sacar el nido del agua con sus huevos y llevarlo hasta la orilla, en busca de un lugar más seco y seguro.
Pasaban los días, cuando una madrugada nuestro pilurin, sintió un repentino y sofocante calor por todo su cuerpo, incorporándose  lleno de sudor, trato de mirar lo que pasaba, pero no lograba ver nada porque su casa no tenía puertas ni ventanas. Poco a poco se fue disipando aquella sensación de calor. Lo que en verdad había sucedido era que aquel bosque, donde estaba el nido de las pequeñas aves, había sufrido los embates del fuego, que había consumido cientos de árboles, salvándose milagrosamente el nido y los huevos. 
Luego de varios meses, una calurosa mañana pirulin quien ya estaba bastante crecidito, logró con su pico al fin romper el cascarón y ver la luz de aquel nuevo día. Con su alegre canto dio los buenos días a sus padres, quienes revoleteaban de alegría mientras pirulin con sus ojitos muy abiertos veía sin poder creerlo, aquel maravilloso mundo que le daba la bienvenida.
Fin. 

VOTA ESTA OBRA

  
Ayúdale a ganar este concurso



  • 0 Comentarios

    Dejar una respuesta

    Contacto

    info@scriboeditorial.com
    666 47 92 74

    Envío
    o de las

    Inicia Sesión

    o    

    ¿Ha olvidado sus datos?