Una dura decisión

Una dura decisión

Envuelta en un grueso manto negro, yacía la princesa, mi princesa, salvaguardando entre mis brazos la inocencia que estaba a punto de regalarle a un extraño y que no por malo de conocer, era mejor que yo sin entenderme. Las lágrimas brotaban de mis ojos encharcados en culpa,  cayendo y mojando el rostro de la pequeña que dormía profundamente, tan ajena al destino al que pronto la abandonaría, la decisión estaba tomada y las cartas bajo mis pies pisadas ya tras tanto barajarlas, había meditado lo suficiente, el momento había llegado. Los sigilosos y desnudos árboles proyectaban su sombra sobre el grisáceo camino de  piedra, al fondo, estaba aquel hombre, esperando lo acordado como si de una mercancía más se tratara. La luna, cómplice del silencio que guardaría tras aquella noche, no ofrecía con su luz armonía y esperanza a aquel momento, pero sería la confidente que olvidaría lo que  mi conciencia tendría presente para el resto de mis días. El crujir de las mustias hojas al caminar, marcaban como un reloj marca el transcurrir de los segundos,  que pasan rápido, pero lento si esperas algo que no quieres que llegue. A medida que me acercaba a aquella persona que apenas podía distinguir a lo lejos, mi tristeza estalló y me derrumbé, pero no paré de andar. Vislumbré algo parecido a un vehículo, parecía que había alguien ahí dentro, algún acompañante que habría venido a disfrutar del final de la última escena de la película. Miré a mi pequeña tratando de pedirle perdón de alguna manera, entonces abrió sus enormes ojos negros expectante, me miró fijamente y entonces supe que estaba cometiendo un error, y huí. Tambaleándome pero firme en mi decisión por alejarme de aquel siniestro parque, giré sobre mi misma y eché a correr, aunque no estaba segura de ser yo quien moviese mis piernas. Oía ligeros pasos y gritos al fondo, pero no distinguía las palabras, miré hacia atrás deseando que todo hubiese sido un sueño, pero lejos de la realidad, tres hombres corrían tras de mí, dos de ellos eran los que minutos antes aguardaban en el coche, ya que sus puertas estaban abiertas .Miré hacia delante y agarré fuerte a mi pequeña María, deseando que todo terminase, pero aquella recta parecía no tener fin y ni siquiera tenía la opción de jugar al despiste tomando algún atajo. Mi bebé empezó a llorar y esto hizo que la angustia se apoderase de mí, a la vez  que me daba fuerzas para seguir, prefería oír mil veces aquel intenso llanto que no disfrutar jamás de las más débil de sus sonrisas.

Pero de pronto, cuando las puertas de mi nirvana parecían haberse abierto, se cerraron de golpe, el mismo golpe sordo y ardiente que sentí de pronto penetrar  en mi espalda y rápidamente fue propagándose dolorosamente por todo mi cuerpo a medida que caía lentamente al suelo, arrodillándome como si de una rendición se tratase. Me habían disparado y supe que el final había llegado, los pasos cesaron a mi lado, terminé por caer, no veía mi sangre, pero si notaba el frio de la piedra entrar por mis huesos y paralizarme. Yo aún sostenía a mi tesoro, pero pronto  me lo arrancaron, arrebatándome cualquier esperanza, la vista se me nublaba, no pude ver como se alejaban.




  • 1 Comentario
    1. Profile photo of masb
      masb 10 años hace

      Precioso. Jamás debe dejar de hacerse lo que no puede dejar de hacerse. Eso sí, solo a costa de la propia vida.
      Gracias por tu decisión, dura sin duda.

    Dejar una respuesta

    Contacto

    info@scriboeditorial.com
    666 47 92 74

    Envío
    o de las

    Inicia Sesión

    o    

    ¿Ha olvidado sus datos?