Ante el desafío
Ante el desafío
Llegó ajena al viento y al semáforo
La última gota de su paraguas sin abrir le cayó al perrito aburrido de la puerta sacándole de su ensoñación de sobremesa, aunque nunca fue sobre y siempre sin mesa.
En la cafetería estábamos dos, ahora tres…
Llegó equidistante entre el sollozo y la entera apariencia a mantener y lo comprendí.
Pude haberle hablado, pero como regar corazones con regadera vacía. … como hacer bajar la regadera desde mi cabeza hasta este suelo lleno de servilletas.
Un fundir de cristales parecieron nuestros ojos al chocar estrellados por el azar que llegaba y se iba, se marchaba antes de llegar
El negro de su café se asemejaba al cielo del que se había caído hacía diez minutos.
La sonrisa que no pude regalarle la ensayé después en el espejo del baño, con esfuerzo y cierta rareza.
Nunca más volvería a verla en cierto modo, pero se quedó.
Salí a la calle y curiosamente todos los paraguas estaban cerrados aunque llovía.
El cielo negro metalizado ya no amenaza
Es solo una mentira publicitaria de los pasos perdidos.