Para llorar hoy, luna.

Para llorar hoy, luna.

Para llorar hoy, luna.

Escribo en la cocina, humilde y limpia.
La tarde se reinventa y, de repente
acontece el ocaso, cesa el ruido
de máquinas neumáticas. La gente
se atreve a abrir ventanas y, la luna
se apodera del cielo ferozmente.

No me arranques el sueño de los brazos.
No me inundes en humo el pensamiento.

Naufrago en escrituras, plomo y pluma,

abrasada de impulsos como fiebres.
Más desenamorada que una piedra,
menos lírica, más sola y más inerte.

No me arranques el humo de los brazos.
No me inundes en sueño el pensamiento.

De espaldas al balcón y a los espejos
y de cara al olvido, nace y crece
un árbol con raíces de silencio
y una secuencia que a la nada tiende.

No vengas tan perfecta y arrogante.
Para llorar hoy, luna, no necesito verte.
María José Maestre




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