La mariposa

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La mariposa

Esa tarde me encontraba en el baño.  Cuando crucé las cortinas vi que ella volaba en una ventana. Era una pequeña mariposa brujita con las alas color grisáceo.  Recordé los tiempos en que en casa de mi abuelo, las mariposas nocturnas no me dejaban dormir porque se posaban en mis brazos y en mi pelo, yo me sentía tan incómoda que las espantaba.

Cada vez creció más en mí el odio a las mariposas nocturnas y no me explicaba porqué los poetas podían hablar con tanta alabanza sobre esos insectos con ojos saltones, tan negros como las uñas de un carbonero y con esas caras de extraterrestres que salen de las películas.  Me resultaban insoportables.

Así que esa noche, cuando vi a la mariposa que volaba, de un chancletazo la derribé. La golpeé con toda mi fuerza, dejándola aplastada en la ventana. Sonreí por haber hecho algo que me ahorraría una molestia .Algo tan feo, tan simple y pequeño para mí, que me había causado tanto malestar.

De pronto, sin embargo, me puse a pensar. Y miré a la mariposa aplastada.  Recordé a mi abuelo, que decía siempre “ Las maripositas, que lindas son, Niny, es precioso verlas volar vivitas ´´

Yo miré dentro de mí .Era una joven admiradora de la belleza, de los poemas de Pablo Neruda y de José Ángel Buesa y del Ismaelillo de José Martí.  Todos ellos hablaban de elegancia, de la belleza de la naturaleza y del amor más tierno que se puede sacar de lo más profundo del ser humano.

Entonces ¿Qué hacía yo matando a las mariposas? .Si esos seres eran tan inofensivos y nada hacen .Si la palabra “ Mariposa ´ es sinónimo de belleza, sensibilidad, comprensión y hermandad, ¿por qué yo las mataba? .Era el miedo y la molestia que me causaban.

Pero, como decía mi abuelo, ellas también tienen derecho a la  vida.
Un sentimiento de compasión hacia mi víctima se apoderó de mí.  Recordé entonces mis paseos por las calles, cuando yo caminaba o andaba entre ellos. Ellos también fueron rudos conmigo, como yo fui con la mariposa .Y ninguno supo ver la belleza de mi corazón porque era considerada una chica fea y no a par con la moda.Era considerada para ellos una mariposa nocturna sin belleza.   Y sin embargo, ya mi abuelo me había dicho una vez “ Eres más tierna que una mariposa”.

Esa palabra me vino a mi mente como un recuerdo doloroso. Casi tuve ganas de llorar.  ¡Más tierna que una mariposa! .Me pregunté como yo pude ser tan cruel matando a una mariposa.  Que no tenía culpa de ser lo que era.  Una simple y nocturna mariposita. 

Recogí, temblando, a la pobre mariposa, “asesinada por mí”. De pronto un trueno sonó y gotas pesadas me la arrebataron de las manos. Su tumba sería el techo de la casa de la señora María.   

 ¡Ya estas en un lugar mejor! –me dije dentro de mí. En la iglesia siempre me habían enseñado que en el cielo había más paz que en la tierra. Nunca le he preguntado al pastor si los insectos van al cielo. Imagino que Jesús debe tener un jardín muy especial para las tiernas mariposas y otro muy dulce para las laboriosas abejas.

En ese momento, la casa estaba oscura.  Se había ido la luz y mi abuela desde la puerta del baño me gritaba:

 ¡Niny  , mija , conchó ¡ mira la hora que es y todavía no te has bañado.Llevas dos horas en el baño. ¡Ahora se fue la luz!, tremendo apagón¡¡ Agárrate cuando vendrá¡ ojalá este aguacero sea rápido!

 ¡Ay Abuela mala¡ tan turbada con la situación que no entiende mis sentimientos.




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