¿Qué me has hecho?
A veces es difícil poner nombre a lo que sentimos, a lo que otra persona nos provoca y nos hace sentir. En ocasiones, no somos capaces de reconocernos a nosotros mismos y la confusión se apodera de nuestra cabeza y de un corazón que teme lo que le está sucediendo. Eso precisamente me ocurre contigo.
Has aparecido en mi vida de repente como una ola que lo invade todo y que derriba murallas que ni siquiera sabía que existían, has sacudido mi mundo, mi vida y hasta mis creencias. No sé cómo ha ocurrido, como ha podido pasar, pero sin darme cuenta te has metido en mi cabeza y en mi pecho, y no he podido ofrecer resistencia porque ni siquiera he sido consciente de lo que ocurría.
Nunca se me han dado demasiado bien las palabras, los nervios y la vergüenza son más fuertes que yo, por eso el mejor modo de expresarme es escribiendo todo lo que pienso, lo que siento por ti, aunque no sea capaz de ponerle nombre, o quizá sí lo tenga: el tuyo.
Durante años me he centrado en mí sin preocuparme demasiado de quienes tenía alrededor, no quería relaciones estables, nada que conllevase implicarme con otra persona más allá de una mera amistad o un revolcón esporádico, y que pudiera afectar a mis objetivos: conseguir mi propósito vital, mi carrera profesional.
¿Y ahora?, ¿qué hago con todas estas sensaciones?, ¿cómo hago para mirar para otro lado e ignorar lo que mi corazón grita cada vez que te miro? ¿cómo sigo viviendo después de cruzarme contigo sino es contigo? Demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas respuestas que no quiero admitir, demasiados sentimientos que no se gestionar…En lo referente a ti, todo es DEMASIADO.
No sé si seré capaz algún día de entregarte esta carta, o de entregarla sin salir corriendo para no ver tu reacción al leerla, pero necesitaba vaciarme, contarte de algún modo lo que me sucede y para lo que no tengo un nombre, una definición o una explicación; solo sé que no consigo arrancarme del alma el olor de tu piel, que no soy capaz de mirarme al espejo sin ver tus ojos reflejados en él, que escucho tu voz cuando cierro los ojos, y que me hago un ovillo en la cama cada noche desde que te conocí intentando atrapar la sensación que tu cuerpo me produce cuando estás cerca.
Tal vez esto simplemente sean los delirios que provocan el alcohol y una conversación a medias, de un roce que no llega a ser caricia, de una mirada que no llega a ser beso, de una palabra amable que no llega a ser declaración de amor, de un gesto cariñoso que no llega a ser un te quiero…pero sea como sea, es todo lo que me provocas, lo que me inspiras, lo que me conmueve de ti.
Quizá nunca veas estas líneas, posiblemente mañana se queden guardadas en un cajón esperando que el paso del tiempo las saque a la luz, o que sean mis propios labios quienes te las cuenten en un beso dulce que no tenga fin.
Son muchos los quizá y los tal vez que me rodean, y pocas las certezas que espero de mí, de ti, ¿de nosotros?… porque quiero pensar que de un modo u otro existe un nosotros que llegará a ser, un día, en algún momento, en algún tiempo del que aún no somos conscientes.
Espero que tú, al revés que yo, tengas más respuestas que preguntas, porqué yo aún debo encontrarlas, y entonces, solo entonces, zanjaremos esa conversación pendiente.