Un Vampiro De Hoy En Día
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero mi versión es otra, la dignidad, el honor, la verdadera esencia de mi existencia, tan vaga , distante que ni siquiera logro entenderlo en los tiempos que corremos.
Nací en una familia bastante peculiar, donde la sangre era parte de nuestra existencia.
Con los años el olor de la sangre me llamaba sin cesar, entonces comprendí que mi estirpe era la de un verdadero vampiro.
Me remonto siglos atrás, cuando mis antepasados cazaban para alimentarse.
Sus victimas eran pobres aldeanos sin futuro, sin esperanza y consuelo.
Sin nadie que los extrañara, como seres inanimados a la voluntad de un vampiro, un chupa sangre. ¿Qué tenían de especial aquella gente?, aquellos aldeanos humildes que sentían miedo cada noche, eran personas que no tenían nada, tan solo la esperanza de que aquellas muertes terminaran.
Soy lo que soy, he de reconocerlo un vampiro, con sed de sangre.
Recuerdo aquella tétrica escuela, donde vivíamos alejados de todos y escondiéndonos continuamente, saliendo todas las noches de luna llena.
Mi olfato aún no se había abierto a los olores de la sangre, me sentía diferente a los demás niños, más ágil, más veloz…
Era una noche estrellada, el frío calaba mis huesos y escuche un sonido familiar, alguien que se acercaba a hurtadillas.
Sus brazos helados se posaron en mis hombros , sentí un escalofrío de otro mundo.
Era un Vampiro pero de otro clan, quería entablar una conversación conmigo, me quedé boqui abierto, ¿qué quería de mí?
Nos dirigimos a la tétrica escuela, donde el ruido de la madera rechinaba por las paredes del lugar, un lugar apartado , muy frío, donde se guardaban sus más recónditos
secretos y hazañas.
–Mira chico, cuando era pequeño, mi tutor me contó de donde procedíamos, éramos de una estirpe de vampiros muy antigua, poderosos , fuertes, más fuertes que cualquier criatura.
–Entonces, ¿tendré que cazar?
–Así es, este es nuestro destino, para toda la eternidad.
Tenía que enmascarar mi verdadera esencia, ante aquel ser extraño.
Aquella conversación me dejo helado, ya ni siquiera notaba el frío de la calle, el frío que ahora sentía, era tan helado que atravesaba los poros de mi piel.
Nunca supe a ciencia cierta, si aquel ser era parte de mi familia, pero sí noté aquella frialdad en su mirada, me resultaba familiar.
Tuve que abandonar mi hogar, eran demasiado evidentes aquellas muertes, me alejé de aquel entorno de sangre y muerte.
Y comprendí que todo, no es lo que parece ser.
Mis pensamientos me retornan a otra época, donde el hombre es civilizado, el dinero lo mueve todo, el poder y la ambición del ser humano, que carece de limites.
Tendría que hacer favores a gente poderosa, que ignoran por completo quien soy.
Tampoco me lo habían preguntado, así que dejé que el silencio formara parte de mí.
Salí de aquel lugar sin saber mí misión, ya mirarían la manera de ponerse en contacto conmigo.
Y efectivamente, dos días después, un mensajero mentalmente, se comunicó conmigo.
Entonces comprendí que eran vampiros, una clase de vampiros diferentes a mí, con más fuerza, más tenaces, más preparados.
La oscuridad penetro en mí, con tanta fuerza, empujándome al vacío de mis
pensamientos más oscuros, refrescándome en la esencia de mi alma.
Un alma atormentada por los acontecimientos, pero el miedo nunca formó parte de mí, al contrario me alimentaba del miedo de los demás.
Y ahora tendría que cazar, no solo para mí, sino para otros, que con su poder me harían retornar a mis raíces, aquellas de las cuales no sabía a ciencia cierta.
Eran instrucciones muy estrictas que debía seguir al pie de la letra.
Se componía de tres partes: La primera de ellas, era ir a un lugar abandonado, donde me esperaban una serie de vampiros, para instruirme.
La segunda, era la manera de hacerles saber quien era.
La tercera y última era una prueba.
Aquel lugar era un cementerio, que quedaba a las afueras del hotel donde me hospedaba.
Me dirigí al lugar , mientras me deslizaba por el asfalto, pensé en aquel vampiro que me asusto cuando era pequeño.
Era parte de mi familia, ¿pero quién?
Al llegar al cementerio, uno de ellos me sonrío , reconocí en él aquella mirada fría, distante, era él.
–¿Que tal Richard?
Richard: –Bien, un poco sorprendido por su presencia ¿Qué haces aquí?
–Lo sabrás ahora mismo.
Richard: –Estoy deseoso.
Un silencio aterrador discurrió entre nosotros , pude ver como sus labios musitaban alguna palabra fuera de lugar, era como si me conociese tan profundamente, por esa razón cuando era pequeño, deje que me acompañara a la escuela.
Empezaron a instruirme a conocer bien a mis victimas, como atraparlas , acabar con sus patéticas vidas.
Y por supuesto que supieran quien era, me suponía un riesgo que no debía correr.
La tercera parte era la prueba, que consistía en medir mi corpulencia ante sus ojos, la fuerza que podía desencadenar en una de mis cacerías.
Había superado todas las pruebas menos una, parecía que no les importaba de momento.
–De acuerdo, podemos empezar a trabajar.
–Hay un vampiro muy tenaz que vive en cabaña en el bosque, le hemos estado observando desde hace algún tiempo, es de los nuestros, pero se ha desviado del camino, ya sabes tendrás de acabar con el.
–Pero sobre todo, el sol es lo único que puede matarlo, has de ser sigiloso, sobre todo muy tenaz, para que no se de cuenta de tu cometido.
Richard: –No comprendo, ¿por qué matarlo?
–No hagas preguntas, hazlo, esperaremos noticias tuyas.
Salí de aquel lugar, me dirigí al hotel, para tramar un plan para acabar con mi cometido, ahora me quedaba pensar, como podía hacerme amigo de aquel temido vampiro que según ellos, los había traicionado, pero como podía matar a un vampiro, que formaba parte de un mundo místico, fantástico, el mío Un vaso de sangre fresca, me iría bien en aquellos momentos, así que salí a cazar.
Aquella noche era muy cálida, algo fuera de lo normal en diciembre, las hojas de los árboles rechinaban sin cesar , un peculiar sabor se mezclaba en mi boca, un sabor amargo, un olor peculiar me atrajo hacía mi victima.
Era una mujer bellísima, sus ojos verdes resaltaban en la oscuridad de la noche, parecía un ángel indefenso, pero no me ablandaría ante tanta belleza.
Salte encima de ella , me quede inmóvil por unos instantes, recobre el aliento, hundí mis afilados colmillos en su sabroso cuello.
Pobre muchacha, pero los remordimientos no formaban parte de mí, no debía tolerar que mi parte más débil aflorara a la superficie.
Me adentré en un bosque cercano, ví a lo lejos una extraña luz, alguien llevaba un candil para poder ver el entorno que le rodeaba.
Había una cabaña en los alrededores, me asomé a la ventana, ví a unos niños que correteaban por los pasillos.
Parecía que se lo pasaban bien, tuve la sensación de que nunca había sido un niño feliz, sino todo lo contrario.
Era una niña y su hermano comprendía entre ocho y diez años de edad.
En el comedor había una especie de chimenea donde se calentaban, las brasas saltaban hacía afuera, dibujando unas figuras muy singulares.
La cena parecía apetitosa por la manera de comportarse los niños, que acompañados por su madre, reían sin parar , esperaban el momento del postre, ese helado de vainilla que se les deshacía entre la comisura de sus labios.
Note como me hablaban mentalmente , entonces le ví, era el vampiro que tenía que aniquilar, ¿qué hacía allí?, entre aquellos humanos inofensivos, no lo podía entender.
–No poses tus alas en mi ventana.
–No quiero salir de este encierro.
No comprendía sus palabras , entonces de un salto me adentre en el comedor, la mujer y los niños dejaron de comer el postre , bajaron la cabeza al filo de la mesa de madera. Se percibía un olor peculiar, eran unos ajos que estaban colgados en la parte izquierda de la chimenea, retrocedí unos pasos, no podía oler aquel aroma, me molestaba, me irritaba.
De repente salto sobre mí enfurecido , me musito unas palabras al oído.
–Te lo diré solo una vez, déjame vivir en paz, aquí he encontrado mi hogar, pese a lo que los demás vampiros de mi clan piensen, soy feliz por una vez en toda mi existencia.
–Se que has venido a matarme, hazlo si te atreves.
Aquellas palabras me dejaron atónito, ahora sabía lo que tenía que hacer.
Richard: –No voy a matarte.
–Necesito que envíes un mensaje de sangre a mis queridos compañeros vampiros aquellos que no tienen lealtad, ni a sus propios hermanos, aquellos que hunden las Esperanzas de la gente, que siguen los ritos antiguos de los chupa sangre. Aquellos que burlaron las enseñanzas antiguas, ahora con el tiempo se han hecho invencibles. Aquellos que desean un trofeo a toda costa, que envidian que uno de los suyos hayan podido alcanzar la felicidad al lado de los humanos.
Richard: –De acuerdo, seré vuestro mensajero, si así lo deseáis.
–Así lo deseo.
–En el cementerio al lado de una lápida de mármol, se esconde una cripta donde suelen dormir mis queridos amigos.
–Tendrás que ser muy sigiloso, suspicaz, pues te adentraras en la cripta y veras siete ataúdes de color caoba, donde descansan.
–A la izquierda hay una palanca dorada con una inscripción: “Este es mi lugar de reposo, quien ose despertarme morirá”.
–Esa palanca activa una estaca bendecida, es una trampa mortal para mis queridos amigos.
Richard: –No entiendo, ellos ignoran que exista tal estaca, pues está en frente de sus narices, se supone.
–Está a la izquierda en un sitio escondido que solo lo se yo.
Richard: –De acuerdo.
–No te ha de asustar esta inscripción ya que eres un vampiro, pero si por una de esas casualidades fallas, cuidado con lo que se te avecina, pues serás tú el que será sacrificado.
–¿Lo has entendido?.
Richard: –Sí por supuesto no fallaré.
–Pero antes de todo esperaras que sea de noche, para entregar mi mensaje.
Seguí las instrucciones de aquel vampiro, al anochecer me dirigí al cementerio donde al lado de la lápida, estaban los siete mirándome extrañados, pues no había matado al vampiro como ellos esperaban.
–Bueno ya veo que no has seguido nuestras órdenes.
Richard: –No, en cambio os traigo un mensaje de sangre, de parte de vuestro querido amigo el vampiro.
–¿Que clase de mensaje?
Richard: –Esperarle en la cripta, sino lo hacéis, moriréis sin piedad.
Sus risas chocaban con el silencio y de repente una de ellos musitó: –que se ha creído que es ese patán, nadie puede venir aquí a amenazarnos.
–Esperaremos, pero la sorpresa se la llevará él.
Salí de aquel lugar sin ningún rasguño, pensé les he defraudado, tal vez esperaran a darme una lección más tarde.
Me dirigí de nuevo a la cabaña para encontrarme con el vampiro, decirle que había enviado su mensaje.
Estaba de pié junto a la cabaña, su mirada era fría, distante, como perdida, como si maquinara un plan y sabía a ciencia cierta que formaría parte de él.
–Querido amigo ya has vuelto, he de comunicarte algo importante.
Richard: –¿Dime?
–Eres mi hermano. Somos como los lobos amigo mío, vamos en manadas, tenemos vínculos que nos unen, recuérdalo siempre.
Richard: –No lo olvidaré. No me has dicho tu nombre, me gustaría saberlo.
–Me llamo Edgard.
Había llevado el mensaje como me pidió , un instante pensé, no será una trampa despiadada, no me fiaba ni de mi sombra, aunque había sido sincero conmigo, leal y sobre todo era uno de los míos.
Richard: –Ya he dicho mi cometido Edgard, ahora ¿qué debo hacer?
Edgardo: –Esperar amigo mío a que anochezca , sigue al pie de la letra el plan, del que habíamos hablado en su momento.
Empezó a llover a cantaros , nos resguardamos en la cabaña, mientras su mujer preparaba la cena, me recosté en una especie de sofá.
Ella estaba al corriente de lo que acontecería aquella noche, muy amablemente dijo, la cena esta servida.
Tenía muy buena pinta , la servía en una bandeja de plata antigua, a la derecha de la mesa, había unos candelabros plateados, el aroma del vino, hacía pensar que sería una cena deliciosa en buena compañía, los niños correteaban sin parar, sin darse cuenta que molestaban.
Edgardo: –Parad de una vez, no veis que tenemos invitados.
Se detuvieron , se sentaron a la mesa , pudimos disfrutar del manjar que tan espléndidamente nos había preparado su mujer.
Richard: –Está exquisito.
–Gracias es un placer tener un invitado, hace años que nadie se acercaba a este lugar.
Entonces dejo de llover, las gotas de agua habían empañado los cristales, no podía visualizar el entorno del lugar.
Me despedí de ellos me adentré en el bosque, de camino al cementerio, a la cripta donde les tendería una trampa a los Vampiros, que esperaban que Edgard apareciera, ¿cual sería la sorpresa al verme a mí?
Baje por unos sótanos hasta llegar a la cripta , allí estaba aquella palanca escondida, en un pequeño rincón que ellos ignoraban.
Descansaban cómodamente en los ataúdes de caoba , era el momento de actuar, pero no entendía una cosa, ¿porque no estaban esperando a Edgard? Acaso era una trampa tenía que cerciorarme antes de acercarme.
Y efectivamente al momento de percatarse de mi presencia, se balancearon hacía mí, Edgard me lo había advertido, que podía pasarme algo parecido.
Sus afilados colmillos intentaron penetrar en mí, pero una fuerza descomunal se apodero de mí, entonces de repente la luna se escondió, el alba estaba a punto de aparecer, como una ayuda inesperada, los vampiros se recostaron en sus ataúdes y por fin pude activar la palanca.
Sus cuerpos empezaron uno a uno a desintegrarse , yo no estaba a salvo, todavía tenía que volver al bosque…
Note un frío sobrecogedor , utilice mis alas para volar hacía la cabaña, donde mi amigo Edgard me agradecería, lo que había hecho por el.
Una vez en la cabaña las cosas, no eran lo que esperaba, me estaba esperando si, pero su mirada reflejaba odio, un odio que no lograba entender.
Edgardo: –Me has liberado de aquellos vampiros, pero lo que no sabes es que yo no era la presa, sino tú, si amigo mío, he logrado engañarte hasta el final.
Richard: –No tan deprisa, te cale solo verte, he seguido tu juego hasta hora, pero ahora no me queda otro remedio que acabar contigo, pensabas que eras como yo, te equivocas, vengo de una raza de Vampiros, más fuertes que tú. No sobrevivirás a mi ataque. Has hecho que matara a aquellos Vampiros, pero tu muerte será más cruel, más inhumana.
Me abalance sobre el, aunque sus ataques eran fuertes, no podía permitir que Edgard se saliera con la suya.
Utilicé la luz del alba, atravesé su cuello con mis afilados colmillos, la luna llena era mi aliada en aquellos momentos, mi cómplice.
Así que le derrote, gracias a la luz del día. Algo con lo que no había contado, pues pensaría que la luz acabaría conmigo.
Recordé entonces, a aquellos aldeanos a manos de un Vampiro despiadado, sin honor, ni piedad, abusando, arrasando la aldea sin piedad.
Edgard me había dado la oportunidad de acabar con él. Fue un iluso que no sabía que mi cometido, era darle caza, ahora se había acabado mi venganza.
Porque fui criado por uno de los aldeanos, que perdió su vida a manos de Edgard.
Ya había vengado a toda la aldea, ahora podía seguir mi camino.
Os preguntareis porque a mí la luz del día no me afectaba, la respuesta es que aunque soy un Vampiro de una gran estirpe, en los tiempos que vivimos, tan solo soy un Vampiro de hoy en día.
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