LONDON
LONDON
-¡Vente al gim conmigo!
-¿Qué crees, que estoy loca?, solamente me hace falta
alguna distracción, no hacer el ridículo. Le decía a mi amiga casi enfadada…
-¡Oye!, ¡que yo no hago el ridículo!, voy al gim para
evadirme, las hay con peores cuerpos que los nuestros, así, que ¡no me
insultes! Contestaba Alba, mi mejor amiga casi enfadada conmigo…
-Sí, ya, pero tú sigues teniendo el mismo cuerpo que
cuando éramos jóvenes…
-¡Somos jóvenes!, por tener 40 años, no nos destierran,
ni nada de eso, ¿Ehh?
– Si, ya, seguía lamentándome, pero yo, tengo 42, con un
cuerpo de 42, 2 hijos, no he hecho deporte en la vida, ni me he liado con nadie
que no fuese mi marido, no comprenderás, que lo vaya a hacer ahora todo de golpe.
-Bueno, vale, todo, no, pero ¿algo?, seguro que podemos
hacer algo para que te desquites de la papeleta que te ha dejado Mario, o,
prefieres que le llame: “Cabron”
-Sí, lo prefiero, pero no va a servir de nada, ya me ha
dejado, a mí y a los niños, y no podemos hacer nada, salvo lamentarme, y tirar
adelante con ellos.
-¡Venga!, desquítate de todo, ¡saca todo lo que tienes
dentro!, ¡desahógate!, llora, gime, insulta, grita, lo que te haga falta para
sentirte mejor, pero hoy. Solo te escuchare, hoy.
-¡Pero…!
-Ni pero, ni pera, ya hace dos semanas que se ha ido. No
puedes andar como un perro callejero dando lastima, son cara de muerta, y
vestida de luto. ¡Se ha ido!, ¡asúmelo!, sí, os ha dejado. Ahora tienes que
sacar a tí y a tu familia solita, ¡vale, vale!, te ayudaré, pero si cambias de
actitud, así, ¡noo!
-¡Joder tía!, para dar ánimos eres la única. Me rio por
no llorar, pero sé que en el fondo tiene razón, tengo que salir adelante, si no
por mí, por mis hijos, ellos no tienen la culpa de nada.
-¡Así me gusta verte!, riendo, aunque sea una risita de
lastima, te he hecho sacar una sonrisa. ¡venga, vámonos!, que al final no vamos
a llegar a coger a los niños de karate.
Por lo que nos fuimos más serenas y tranquilas a recoger
a los niños. Van juntos desde infantil, han pasado noches por igual, en su casa
como en la mía, podría decirse que son como hermanos, al igual que nosotras. Yo
soy de un pueblo de Asturias, y desde que nos casamos Mario y yo, nos vinimos a
vivir a La Rioja, aquí yo no conocía a nadie, pero es donde mi marido tenía su
trabajo, en una bodega de vinos, así que aquí que nos vinimos. Al poco, me
quede embarazada, y tuvimos gemelos, Adrián, y Alicia. Mario estaba poco por
casa, pero como siempre, nunca ha estado ahí, tampoco me cogió de sorpresa.
Cuidaba de los niños, de la casa, de mi marido cuando venía… Necesitaba
trabajar para evadirme, pues los niños me venían grandes, por lo que los llevé
a la guardería, allí es donde conocí a Alba. Nos hicimos amigas al poco, ella
al igual que yo, no trabajaba, pero no se sentía culpable de ello. Los niños se
hicieron muy amigos, y los llevamos al mismo colegio, por lo que continuaron su
amistad, y la nuestra. Ahora ya tienen 10 años, y nosotras otros tantos más.
Digo que lo de Mario no me cogió de sorpresa, porque nunca estaba en casa, como
comercial, viaja mucho y está poco por casa, y al igual que no duerme conmigo,
tampoco termina durmiendo solo. Me engañaba en cada esquina, en cada país, con
cualquiera. Aguante por los niños, por ellos, o por cobardía mía. Lo notaba,
notaba que no me quería, pero aguantaba por estar en un lugar lejos, acomodada,
sin vida propia salvo la familia. Hace un par de semanas, me vino con unos
papeles para firmarlos, ¡el divorcio! ¡Aun encima!, hecha jirones, destrozada y
aun con todo lo que me ha hecho, le suplicaba que no me dejase. ¡seré
estúpida!, y como siempre, hago todo lo que me pide, accedo, lo firmo, me quedo
con los niños, con la casa hipotecada, y sin pensión de mantenimiento por ello.
Otro día mas, recoger a los niños, comprar, estudiar con
ellos, baño, lectura, y a dormir. A las once más o menos, me quedo más
tranquila, y empiezo a buscar trabajo por internet, a preparar currículos,
pero, nada, lo mimo que ayer, y que anteayer, y que…A la mañana siguiente, más
de lo mismo, dejar a los hijos en el cole, y mi momento más esperado, el café
con Alba.
-Ufff, caigo rendida en la silla de la cafetería, ¡ya no
sé qué más buscar, Alba!, le digo con impotencia a mi amiga
-¡Oye!, me dice, ¡vale de quejas!, ¡me lo prometiste!, me
contesta con su cara de mal humor, que por cierto, no le pega nada.
-Sí, sí, le contesto cabizbaja. Lo sé, pero ahora
necesito un sustento, los ahorros no me van a durar mucho, bueno, nada,
necesito un trabajo, ¡por necesidad!
-¡Está bien!, ¡lo buscaremos!, ¿Sabes?, la otra noche
salimos las del gim a tomar una copa, y estuvimos en un local moderno que han
abierto en la calle Mayor, hacen conciertos, monólogos, y van grupos nuevos que
quieren darse a conocer.
-Bien, bien, me alegro que te lo pases tan bien, pero no
me voy apuntar al gim, ya te lo dije.
-¡No, tonta, caya!, me corta hablando. Te lo digo, porque
ahí, había un cartel donde ponía que se busca camarera para el fin de semana.
¿Igual te podía interesar?
-Sí, claro, le contesto irónica. ¿Cómo no tengo a nadie a
quien cuidar el fin de semana?, Qué tengo dos hijos, por si no lo recuerdas,
¿Si?
-Sí, lo sé, los veo todos los días, por si no lo
recuerdas tu tampoco, ¿Si? Contesta ahora ella irónica. Ya tienen 10 años, y no
hace falta que estés encima de ellos, los puedes dejar solos, y ya sabes, que
la mitad de los días están en mi casa, y a mí, no me importaría quedármelos
para poder ayudarte al principio. A José Luis, no le molesta, incluso lo
agradece, porque cuando vienen tus hijos a casa, no le molestan, por lo que
casi lo agradece.
-Ya, si, vale, gracias, osea…No sé qué contestarle, tengo
ganas de llorar, por tener una amiga así, tan lejos de casa.
-No te hagas la remolona, ahora, cundo nos tomemos el
café, me vas a acompañar unas cositas que me hacen falta, y nos vamos a acercar
al local, no sé si está abierto por la mañana, pero, todo será mirar, ¿Vale?
-Vale, admito, sé que me hace falta, pero…
-Ahora, ¿Qué?… dice cansada de mi pesimismo
-Nada, nada, no te enfades. Solo, que…, no e trabajado de
camarera nunca, no sé si valdré.
-Bueno, pues si no se lo decimos, no lo tendrá en cuenta,
¿no?, se ríe pagando los cafés, ¡Vamos!
Decididas, vamos a la mercería, al mercado, a correos, y
a un par de trámites bancarios de Alba. Tiene una tienda online de confecciones
personalizadas, hace cositas bajo pedido, tiene unas manos con las que hace
barbaridades de cucadas, tanto para niños como adultos, teje, cose, borda, hace
detalles para bodas y comuniones, y todo online, no sé de dónde saca el tiempo
y la paciencia para ello. La idolatro. Tras un par de horas de tejemanejes, nos
encontramos en la puerta de ese local del que me había hablado, “London”, así
se llama, aunque parece que esté cerrado, empujamos la puerta, que está sin la
verja, y entramos. Vemos un local amplio, más bien grande, más de lo que parece
por fuera, mesas esparcidas con las sillas encima, al fondo un pequeño
escenario, a la izquierda un pasillo donde supongo sean los baños, y a la
derecha una amplia barra de la que sale un chico con una caja de refrescos al
hombro. ¡Que veo!, esto no me lo esperaba, ¡pero esto es humano!, ¡qué hombre!,
alto, moreno, musculado, y más viéndolo sin camiseta, uff, espera que me
derrito.
-¿Hola?, dice mi amiga, ¿hay alguien aquí?, grita
mientras avanza por las mesas…
-¡Alba!, le digo, ¡Alba!,…
-¿Si?, contesta con voz grabe,- perdonen, pero está
cerrado hasta las 5:00 no abrimos. Sale de la barra limpiándose las manos con
una bayeta y sudoroso por el trabajo que le acabamos de cortar…
-Perdona, contesta Alba dándose la vuelta. Perdona, pero
veníamos por el cartel de se busca camarero.
-¡Ahh!, ¡Sii!, vale, ahora les atiendo, un momento, y
poniéndose la camiseta, nos mira con asombro,- ¿y bien?, ¿dónde está el chaval?
Quedándosenos la cara de asombro por sus palabras y no
pudiendo cerrar la boca por la vista que teníamos delante, casi tartamudeando,
-¿Qué?, ¿Cómo?, ¿es qué?, ¿yo?, ¿ella?,
¿nosotras?, como tontas, una pregunta
una y otra la otra, bajando la mirada, y yendo hacia atrás, como dos
adolescentes nos achantamos con su cuerpo, mirada, voz…
-No,
salta de repente Alba, es mi amiga, que necesita un trabajo, y bueno…, aquí se
necesita camarero, ¿no?, pues eso.
Que
decisión tiene, yo no he podido articular una palabra coherente, y ella,
mírala, toda echada para adelante, ¡me encanta!
-No,
lo siento. Contesta viniendo a nosotras con una media sonrisa. Lo que yo busco
es camarero, no camarera. Este local es de ambiente, a la tarde tenemos
monólogos, y a la noche vienen grupos indis, lo que esto que veis, se llena de
gente con ganas de marcha, y no muchos son amables. Por lo que necesito es un
camarero que sepa mantener al margen a todos estos. Lo siento, no creo que sea
un trabajo para una chica…, se corta al decirlo y no termina la frase. Bueno,
una chica como tú.
Ahí
me ha tocado, como que ¿Cómo yo?,¿acaso soy un extraterrestre o algo así?,¿no
puedo yo mantener al margen a cuatro babosos?, ¡me está menospreciando!, y de
eso ya estoy espantada, espera…
-¡Oye,
guapo!, me lanzo envalentonada. ¿acaso crees que yo no puedo con este trabajo?,
Soy asturiana, y como cabezota que soy, podré con esto y con mucho más. Así
que, si no me das el trabajo, hablare tan mal de este local, que no te vendrán
ni los de la luz, ¿me pillas?
-¡Joder!,
¡Vaya mala leche!, ¡eso me gusta!, me dice sonriendo, eso es lo que busco. -¡Vale!,
este viernes vente de prueba, a las 8:00, hasta que cierre. ¿estamos?, contesta
dándose la vuelta a la barra y dándome el uniforme. -Espero que te quede, es de
chico, pero te valdrá. Hasta el viernes.
Llevo
toda la semana nerviosa por el trabajo, sé que no tengo por qué, pero lo estoy.
No sé nada de camarera, y menos de un local de fiesta, pero por nada más que,
por darle con la barra en las narices al engreído del jefe…
-¡Chicosss!,
¡Me marcho!, les grito desde la puerta, ¿no me vais a dar un beso, ni me vais a
desear suerte?, les digo con carita de niña…
-¡Jo,
mama!, ¿de verdad que tienes que trabajar?, dice Adrián
-Sí,
cariño, lo siento, pero lo necesitamos, y me vendrá bien desconectar. Esto
último lo digo en voz alta, para creérmelo yo misma. -Ya sabéis donde está el
teléfono de Alicia, por si os hace falta algo, no sé, cuándo vendré, así, que,
no dudéis en llamar si pasa cualquier cosa. Besosss…Y me marcho con mucho pesar
a mi nuevo trabajo, ese al que no sé cómo podré superar.
Al
acercarme andando, me voy auto convenciendo de que puedo, si, puedo, con esto y
con más. ¡Ja!, ¡va a ver lo fuerte que soy!, ¡sí! A esta hora no hay mucho
movimiento por aquí, la gente menuda, está más por la laurel, una calle cercana
dedicada a los pinchos y tapas. Llego a menos cuarto, no me gusta llegar tarde
el primer día. Al entrar, lo veo todo diferente, a mejor, pero diferente. El
local está iluminado muy sutil, todavía no hay nadie actuando, por lo que las
luces del escenario están apagadas. Hay alguna que otra mesa ocupada por algún
que otro grupo de personas, nada con lo que no pueda, pensaba.
-¡Vamos!,
ya casi pensaba que no venias….
Así
me recibe mi nuevo jefe, eso si paso la prueba, -¡ehh!, …,¡sí!, ¡voy!, digo de
nuevo casi tartamudeando al verle de nuevo. ¡Está estupendo!, pienso. -¡venga,
va!, le digo con decisión, ¿Qué hago?, le pregunto con entusiasmo.
-Lo
primero, ¿Cómo llamarte?, me dice riendo, es que, como fuiste tan impetuosa
para conseguir el trabajo, no pude negarme, y ni nos presentamos. Yo me llamo
Lucas, me dice tendiéndome la mano.
-Upsss,
si, cierto, lo siento, pero es que me siento tan…
-El
nombre, me dice cortándome, dime como llamarte.
-¡Carla!,
le digo, me llamo Carla.
-Muy
bien, Carla, primero ven al almacén para que veas todo, luego te enseño la
barra, las luces, música, caja, y demás, y, ¡Vamos!, que la noche es joven.
-Sí,
sí, sí, parece que no me sale otra palabra, me siento perpleja de lo complicado
que puede ser poner cuatro cervezas. No creo que aguante la noche. Me
desmorono, y creo que se me nota, porque Lucas viene a mi auxilio.
-Tranquila,
hay tres camareros más aparte de ti y de mí. Si tienes algún problema, mírame, estaré
en el fondo, al lado del escenario.
Esta aclaración, me deja más tranquila, por lo
que no aguanto más, se lo tengo que decir, si es que no lo ha notado todavía.
-Esto…Lucas…que te quería decir…que…
-¡Que
no tienes ni idea de ser camarera!, ¿a que sí?, me mira sonriendo, ¿me
equivoco?
-Tienes
razón, no tengo ni idea, pero puedo, sé que puedo, porque me hace falta, lo
necesito, mi marido…, bueno, mi ex marido…
-No
me importa, lo note nada más verte.
-¿Entonces?,
¿Por qué me has…?
-Me
gustas.
¿Cómo?,
¿Qué estoy oyendo?, pero…
-No
te puedo gustar, yo soy madre, no tengo nada, y, ¿tu?, eres joven, y estas…
-¿Qué?,
dime, ¿estoy qué?, termina, por favor, termina.
-No
puedo, no puedo quedarme, así no, ¡no, no… ¡Me echo las manos a la cara, dando
vueltas a mí misma, las pocas personas que hay en el bar, se me quedan mirando
con cara de asombro!
-Ven,
anda, por favor, ven un momento al almacén conmigo.
Intento
calmarme, no puedo, accedo, voy al almacén a que me aclare lo que me acaba de
decir.
-¡Tú
estás loco!, le digo a la primera, ¿te estas burlando de mí?, ¿Qué es esto, una
cámara oculta, o algo así?, ¿Cómo reírse de una cuarentona?, intento golpearle,
lo que evidentemente me es imposible, pues me coge las manos sin ningún
problema, y llevándomelas tras de mí, me da un apasionado beso, del que intento
huir, morder, pero no puedo, me tiene atrapada en sus brazos, su respiración es
mía, me está ganando, me supera, me derrite, soy suya por un momento, hasta que
la cabeza me dice: despierta loca.
-¡No,
no, no!, No te puedo gustar, no me puedes gustar, he venido por el trabajo, no
por sexo, no soy de esas. Me hace falta un trabajo, pero uno normal, no ese
tipo de… tirarse al jefe, no es lo mío, lo siento si ha habido alguna contrariedad,
o te he parecido espabilad de esas…
-¡Caya!,
me contesta volviendo a besarme.
-¡No!,
digo derritiéndome ante él. Acabo de separarme, acaban de dejarme, tengo dos
hijos, no he estado en la vida con otro hombre que mi ex, el que, por cierto,
me ha dejado por otra, seguramente, otra más divertida que yo en la cama…
-¡Pero
es que no te cayas de otra forma!, ¡tengo que volver a besarte!
-Nooo
-¿No
te gustan mis besos?, porque a mí los tuyos sí. Me dice acercándose de nuevo.
-No
puedo, no, lo siento, no soy así, esa no era yo, la de antes…, lo del beso…
-Me
encanta cuando te pones nerviosa, esas formas de no terminar las frases me dan
ganas de comerte la lengua, y no dejar que abras la boca más.
-¿Pero
si no me conoces?, ¿Cómo puedes estar así?, si, yo nunca…, si a mí nunca…, si
yo no…
Volviéndome
a coger, ahora a volandas, me besa, y me dejo, me encandila, y me gusta, me
apasiona, esto es algo nuevo, nunca había sentido una sensación igual. Roja
como un tomate me suelta, y dice: me tienes loco desde el día que entrasteis al
local a pedir el trabajo, esa timidez, esa, cara baja, y de repente, esa fuerza
e ímpetu para conseguirlo. No e parado de pensar en ti, en esa fuerza, en el
dominio que tienes escondido, y al que estaría encantado de sonsacarlo. Estoy
dispuesto a todo, a dejarte trabajar en mi local, si es que eso es lo que
quieres, nada más que por verte todos los fines de semana. Estaría dispuesto a invitarte
a desayunar cada mañana, nada más que por compartir tu vida y verte todos los
días. Estaría dispuesto a compartir las tareas con tus hijos, nada más que por
estar contigo cada tarde. Estaría dispuesto a dejarlo todo por terminar cada
frase en la que te quedas en blanco, nada más, que para compartirlo todo
contigo cada momento del día. Me tienes loco, loco por tu mirada, por tu forma
de moverte, por tu belleza escondida, por esa mirada oculta, y ahora más por
esos besos carnosos que acabo de probar, lo siento, siento no poder dejarte,
siento no poder olvidarte, de ahora en adelante soy tuyo. No sé cómo ha pasado,
nunca he sentido algo igual. He estado con otras mujeres, como imaginaras, pero
con ninguna he sentido una pasión tal como la tengo ahora, es palpable, lo noto
y lo notas. No me lo puedes negar, no sé porque, pero es así. Te deseo.
-No
te conozco, no puedes sentir nada por mí, y menos lo que me estás diciendo, no he
sentido yo algo semejante por nadie, ni sabía que se pudiese sentir, ni
contarlo de esa forma tan sublime, que casi me lo creo. No puede ser, si
esperas que me acueste contigo, lo siento, seguramente que esas palabras te
funcionaran con otras, pero lo siento, yo no, no sé, no puedo, no lo hago, ni
lo pienso, no sé cómo me he derretido ante tu beso, se nota que has besado a
muchas otras antes, pero no va a volver a ocurrir. Ahora mismo me voy, no hace
falta que me contrates por lastima, de una cuarentona con dos hijos y sin vida
sentimental, ni sexual, que no la va a haber, que quede claro.
Agarrándome
de nuevo, me vuelve a callar la boca con otro beso, tan apasionado o más que el
anterior. Sin darme cuenta me derrito, no quiero, pero me derrito. Desliza su
mano debajo de mi camiseta, la del local que me dio como uniforme, soltando con
soltura el sujetador, sin dejar de besarme, para que no me quejase. Con una
mano me suelta la coleta, y con la otra me acaricia los senos, tan suavemente y
sutil, que, en ese mismo momento, me podría decir que la tierra es plana, y
simplemente gemiría dándole la razón en todo. Mi cabeza ha dejado de pensar,
que tipo de cualidad tiene para ponerme así, siento en el bajo vientre esas
mariposas que ahora mismo se están peleando para salir. Bajando la mano, me
suelta el pelo, y quitándome la camiseta en un tris, me sienta en unas
barquillas de cervezas de importación, a lo que, echándome hacia atrás, me lame
los pezones, y sujeta las manos con la otra, no terminando de fiarse de que
salga corriendo. Gimo, no estoy en mente, el cuerpo no es mío, esta no soy yo.
Disfruta Carla, disfruta, me dice mi mente, disfruta. Notándose lo relajada que
me encuentro, me suelta con cuidado las manos, a lo que, sin pensar, como todo
en estos momentos, lo acaricio, le levanto la cara, lo miro, y lo beso,
apasionadamente, como él. Sin preveerlo, nos encontramos desnudos, entre cajas,
con las ropas tiradas, comiéndonos todo el cuerpo, como si nos conociésemos de
toda la vida, como si fuésemos furtivos de un amor apasionado, como si
estuviésemos haciendo algo prohibido, que era lo que era, eso mismo. Sudorosos,
no sé cuánto tiempo estuvimos allí, pero más del que era necesario. Piensa,
piensa, piensa, me decía ahora mi cabeza, ¿Qué has hecho?, me decía mi cuerpo,
¿en qué te has convertido?, me retronaba mi ego.
-Esto
ha sido, lo más fascinante que he tenido en la vida. Decía Lucas mientras
buscaba su ropa. Nunca en la vida, he tenido un clímax tan apasionante jamás.
Remataba, mientras me buscaba para besarme.
-Esto
no puede ser…, esta no era yo…, esto no se puede repetir…, pero, si estamos
en…No me puedo creer lo que acabamos de hacer, algún alien ha tomado mi cuerpo,
pues esa no era yo.
-¡Ven!,
me dice Lucas, ven, abrázame.
-¿Qué
te abrace?, ¡que esto no puede ser!, ¡que nosotros no nos conocemos!, ¡que esto
no ha pasado!, y, no va a volver a pasar.
-¡O
te cayas, o te vuelvo a comer ese morro tan jugoso que tanto me ha gustado!
-Vale,
vamos a ver cómo nos…
-¿Compenetramos?,
dice a forma de termíname la frase.
-¡No!,
le grito. -No podemos volver a hacer esto, estamos en tu local, con gente
fuera, encima de las cervezas, y…
De
nuevo, me besa con lujuria, pero ahora, me niego, mi cabeza ha vuelto a su
sitio, por lo que ya casi enfadada le doy un manotazo, que ahora si que consigo
acertar. Con ese plof de la torta, viene por mí, y…
Toc,
toc, toc, tocan a la puerta, alguien, no se quien, pero sin entrar, oímos: Oye,
Lucas, el grupo ya está listo, llevan más de cuarenta minutos esperando, y la
gente ya se está poniendo nerviosa, ¿sales?
-Si,
¡voy!, dice como si no pasase nada, -¡ahora salimos!
-¿Salimos?,
¡yo de aquí no salgo!, le digo mirándole con cara de susto. -Si salgo contigo,
toda la gente nos mirara, y se imaginaran el porqué de la tardanza del grupo,
imaginaran, lo que hemos hecho, y, además, ¡tendrán razón!
-Jajajaja,
¡pues claro que saldrás!, me dice dándome un beso, ¡saldremos juntos!, que
mejor forma de acallar las malas lenguas, que dárselo en bandeja, ¡vamos!, y
agarrándome de la mano, salimos al local, el que, por cierto, estaba
abarrotado, y a mi sorpresa, nadie nos mira.
No
puedo irme a casa, así, no. Voy directa a la barra, en la que tengo que
trabajar, que es por eso a lo que he venido, no a lo otro. En ella están otros
tres chicos, se les nota que tienen experiencia, se manejan de primera, yo casi
que les estorbo, por lo que, con media sonrisa, les digo que en que les puedo
ayudar, a lo que me dicen que vaya recogiendo las copas de las mesas de fuera,
que se están quedando sin vajilla. Siento que se están librando de mí, pero no
me importa, lo que menos quiero es molestar, y ahora mismo la cabeza no la
tengo como para preparar cocteles. El concierto empieza con fuerza, las luces
son fuertes, la música atrevida, y en el escenario un grupito de cuatro
personas. Tema tras tema, no varía mucho la forma de tocar, casi son el mismo
tono, aunque las luces hacen mucho juego para este grupo que me da que no tiene
mucha experiencia, a lo que me rio mientras voy secando copas, al igual que yo,
pienso. Miro hacia donde me dijo que estaría, Lucas esta al fondo, bajo el
escenario, con una mesa de mezclas, en la que supongo sea de luces y sonido.
Sin darme cuenta, me pilla mirándole, y se me cae la copa. ¡seré tonta!, ¿Cómo
me puede poner nerviosa una mirada? La noche se me pasa en un plis, no he
parado de recoger mesas, limpiar copas, abastecer hielo, y reponer bebida, que,
por cierto, cada viaje que tenía que entrar al almacén a por alguna botella, me
venían a la cabeza, eso, el momento, lo que he hecho, lo que hemos hecho, lo
que ha pasado, bueno, eso. Una vez cerrado el local, toca limpieza, lo que no
sabía, es que también tenemos que limpiar.
-¡Tenemos
que hablar Lucas!, le digo con la poca firmeza que me queda, tras una noche
así.
-¡Espera!,
me dice, -¡Chicos, va, la noche ha sido larga, dejadlo, ya lo limpiaran mañana
las chicas!, les anima a dejarlo todo, con una sonrisa, impropia de un jefe.
-Ahora, me dice, – ahora soy todo tuyo.
Se va acercando poco a poco a la barra, que es
donde estoy. No tengo escapatoria, aquí no hay salida, aunque con lo paralizada
que estoy, aunque la tuviese debajo, no la encontraría. Pero, ¿Por qué consigue
ponerme tan nerviosa?, Bueno, sí, lo sé, por lo que me hace, bueno, lo que me
ha hecho, bueno, ya me entendéis…Armándome de valentía, le detengo con un dedo,
el que coge y se lo mete en la boca. – ¡No!, le grito, – ¡No!, tenemos que
hablar, de lo que ha pasado antes. No puede volver a pasar. Eso de antes…,
bueno…, ya sabes…, es…, ha sido…
-¡Fantástico!,
termina la frase, -Ha sido fantástico, y lo volvería a repetir ahora mismo. Es
lo que necesito, ¡te necesito!, ha sido brutal, nunca me había sentido tan
atraído por nadie de esta manera, ¡me tienes loco!, ven…
-¡No!,
pero, ¿si no nos conocemos?, ¿Cómo he podido llegar a ese punto?, ¡no me lo
creo ni yo!, yo no soy así, tengo familia, yo nunca…
-¿Qué?,
tu nunca…¿Qué?, ¿nunca te habías corrido de esa manera?, ¿nunca habías
disfrutado así?, ¿nunca te quedas mirando a un
hombre embobada hasta que te cae la copa de la mano?
-¡No,
no, no…!, digo dándome golpes a la cabeza…
-¿No?,
¿Qué?, pregunta Lucas, mientras viene por mí para sujetarme.
-Que
“no”. “Nunca” he mirado a ningún chico embobada, que “nunca” había disfrutado
del sexo, y que “nunca” me había corrido de esa manera. ¡En la vida!, ¿lo
entiendes? A mí no me pasan estas cosas, ¿me entiendes?, le grito llorando
intentando pegarle. Mi ex, es el único hombre con el que he estado, este es
único sitio donde he salido, y este, iba a ser mi primer trabajo cara al
público, pues siempre he estado en casa.
-¿Por
eso lloras?, ¡Ven!, me dice con cariño, ¡Ven!, y no llores.
Me
abraza, un abrazo tierno, de cariño, de comprensión, o así lo siento. Sé que
debería aclarar la situación, de que tenemos que hablar, que esto no está bien,
que no puedo trabajar aquí, que ¡no!, lo sé, pero ese abrazo, me atrapa. Como
una niña pequeña, lloro, saco las lágrimas contenidas por el divorcio, por mi
vida, por mi poca valentía, por lo que ha ocurrido, y porque me ha gustado.
Sin
darme cuenta, me veo arrastrada hacia algún sitio, no sé dónde, pues mis
lágrimas tontorronas no me han abandonado.
-¡Ven!,
siéntate, me dice con cariño. No sé dónde estoy, pero de repente me he tele
transportado a su piso, o eso creo. – Siéntate aquí en el sofá, prepárate un
té, ¿te gusta el té?, o ¿prefieres manzanilla?
-Da
igual, contesto gimoteando. Pero, ¿Dónde estamos?, ¡Qué me tengo que ir a casa!,
intento levantarme, pero mis piernas me flojean, creo que he tenido demasiadas
emociones esta noche.
-Así
no vas a ningún sitio. Me dice con dulzura. Luego te acercare yo mismo, pero lo
primero, es lo primero, tranquilizarte. Toma, tomate esto, te calmara. Y
tendiéndome una infusión, se sienta a mi lado. -¿mejor?, me pregunta al rato,
¿estás más tranquila?
-Sí,
gracias, Lucas. Tenemos que hablar. No me puedo ir de aquí sin aclarar esto.
-Yo
no veo que haya que aclarar nada. Yo te gusto. Tú me gustas. Tú necesitas un
trabajo, y yo te doy un trabajo. Tu empiezas una frase, y yo te la termino.
-Ya,
si, osea…, no…No está bien, me acabo de separar, no puedo empezar una relación,
¡tengo dos hijos! Le digo lo más tranquila que consigo. – Lucas, esto no funcionara
en la vida, no somos compatibles, tu eres joven, guapo, juerguista, todas las
chicas están locas por ti, y, yo, bueno, a la vista está, soy cuarentona, no
tengo un cuerpazo que se diga, necesito un trabajo para poder sacar adelante a
mi familia, acabo de separarme, y en casa me esperan mis dos hijos de diez
años. Si ponemos todo esto en una balanza, está muy desnivelada que se diga.
Y
levantándome con tristeza, le doy las gracias. -Gracias Lucas, te agradezco que
me hayas hecho…, eso…, que me hayas abierto los ojos sexualmente hablando, pero
esto no saldría bien, ni en un millón de años.
-Por
cierto, se me olvidaba, le digo ya en la puerta. -El trabajo, no es para mí. Lo
he intentado, pero la noche, es muy dura, no es mi estilo, gracias, de verdad,
gracias.
Cabizbaja,
me marcho, por donde supongo que he entrado, por la única puerta que veo. Al
pasarla, me encuentro de nuevo en el local, en London, al volverme con cara de
¿Cómo?, le veo en el mismo sofá, donde me había dejado, con cara de ¿pero que me
estás diciendo?
-Por
favor, ábreme la puerta, para que me pueda marchar, con la poca dignidad que me
queda. Le digo sin poder mirarle.
-Por
favor, no me hagas esto. Sabes que tu cuerpo te está diciendo lo contrario,
¡vamos Carla!, ¡vuelve!, me dice suplicante, ¡ven a mi lado!, lo podemos
superar, ¡te quiero!
-¿Queee?,
¡Que acabo de oír?, ahora tengo claro todo. ¡No!, eso sí que no. -Mira guapo,
me vuelvo hacia el sofá…- mira, está claro que no sabes ni de la cuarta la
mitad. No sabes que es querer, porque siendo así, no lo dirías tan a la ligera.
Creo que estas engatusado de la madurita torpona que entro el otro día en este
local, pidiéndote trabajo. Sí, eso es. Bueno, pues que te quede claro, que,
gracias a ti, acabo de madurar, si, a mis años, y un muchacho me tiene que
andar dando lecciones. Envalentonada sigo hablando. – Te tengo que dar las
gracias por ver cosas de la vida que desconocia, el sexo entre otras, pero
también mi torpeza, mi valentía escondida, lo que quiero y lo que no, para lo
que valgo y para lo que no, de lo que soy capaz y de lo que no, gracias. Ahora
creo que te toca madurar a ti. Yo no soy a quien buscas, por mucho filing que
hayas creído tener conmigo, es puro engatusamiento hacia lo nuevo, hacia lo
desconocido, hacia lo maduro o real, buscas eso, algo maduro, algo con lo que
madurar, alguien con quien madurar juntos, eres joven, y no puedes mantener una
relación con alguien y ya decirle “te quiero”, eso se medita, se crea, se
piensa, se madura, nace de dentro.
Habiéndome
acercado tanto a él para decirle todas estas cosas, noto como tiene los ojos
llorosos, y dándole un beso en la mejilla, le digo: Gracias Lucas
Salí
del local, no sé cómo, llegue a casa, tampoco sé cómo, dormí, si, dormí, estaba
muerta. Al día siguiente, ya os podéis imaginar, sábado, campeonato de karate
con Adrián, cumpleaños de unas niñas por la tarde con Alicia, limpiar, comprar,
preparar cena…Y el domingo, tranquilidad, ellos entretenidos con la Tablet y la
Nintendo, y yo…ensimismada en mis pensamientos. Valentía, me decía a mí misma,
tienes que ser valiente, eres mujer, has visto que todavía causas furor, y
además con un chicarrón como Lucas. Buscare trabajo, pero de día, en alguna
tienda de ropa, oficina, o algo así, por aquí hay muchas bodegas, también puede
ser factible…y con el convencimiento dormí a pierna suelta como hacía mucho.
-¿Qué
tal el viernes?, al final no tuve tiempo de llamarte en todo el fin de semana.
Me decía Alba, tras dejar a los niños en el cole…
-Bueno,
lo he dejado. Le dije sin más. – Ese trabajo no era para mí, la noche no es lo mío,
no pude aguantarlo, y le dije que no, que no pasaba la prueba, así que estoy de
nuevo sin trabajo. Dije riéndome a mi amiga.
-¡Vaya!,
pues para estar mal, se te ve muy animada hoy, ¿no?, se reía dándome con el
codo…
-¡Sí!,
he decidido superarlo, superarme, hoy me siento valiente. Voy a ir a pedir
empleo en alguna de las bodegas de por aquí, hay muchas, y seguro que les hace
falta ayuda, siempre hay trabajo para quien quiere trabajar, ¿no? Le digo con
mucho, mucho ánimo.
-¡Esa
es mi chica!, ¡así es como me gusta verte!, y dándome un fuerte abrazo y un
besazo, me desea suerte.
Evidentemente
me quedo con las ganas de poder contarle a alguien lo ocurrido. Pero dándome
una lección a mí misma, me lo cayo. Me lo tengo que callar, eso no es propio de
mí, de una mujer de la que se podría haber llegado a decir, que ha vendido su
cuerpo por un trabajo, o por una noche loca de sexo sin censura con un machote
que realmente merecía la pena. No, no lo voy a decir. Sé que a Lucas le ira
bien en la vida, solamente le falta pone en orden sus prioridades, y no empezar
la casa por el tejado. Lo mío ya va a ser otro cantar, ¿encontrare trabajo?,
eso sí, estoy dispuesta a ello, ¿encontrare a otro hombre?, no, no quiero a
nadie más en mi vida que a mis hijos. Llegará un momento que lo necesite, pues,
me rememoraré con el recuerdo del almacén, donde sudorosa, en manos un hombre
experto, llegue a tener un orgasmo múltiple, simplemente con una caricia, rememoraré
el roce de sus manos en mis pechos, rememoraré los gemidos al succionarme los
pezones, rememoraré, esas embestidas locas que jamás, jamás, jamás, volveré a
tener, lo rememoraré.