Una noche lluviosa
Las amigas de Carolina gimieron del susto cuando notaron la presencia de la muchacha en pijama blanco surgiendo de la oscura sala, como un fantasma. En el momento en que la enfocaron con la linterna y vieron el cabello negro ocultándole casi toda la cara, se les quiso escapar el corazón del pecho. El pánico se veía en las caras de las muchachas excepto en Carolina que se puso de pie tranquilamente.
-disculpen chicas, olvide presentarles a Melani- dijo pasándose una mano por la cara y suspirando de vergüenza.- es mi hermana menor y es sonámbula.
-¡Por Dios Caro! Que susto nos dio.- dijo Sofía
-No fue intencional, créanme.- Dijo mientras se lamentaba haber hecho la reunión esa noche en su casa.
No quería hacerla, desde un principio. Pero sus amigas la habían presionado, ya que todas habían prestado alguna vez su casa y “solo faltaba ella” decían. Sabía que su hermana menor lo iba arruinar en algún momento, se levantaba sonámbula cada vez que había extraños en la casa o cuando llovía. Para mala suerte sucedían ambas cosas esa noche.
-¡Eso fue gracioso, Micaela casi se tira por la ventana! –dijo Flor riendo a carcajadas.
-¡no es cierto! tu casi te mojas- respondió Micaela tirándole una almohada a la cabeza.
-¡ay, espera!-dijo recibiendo el almohadazo- Estuvo como para grabarlo ¡Deberías haber visto tu cara Sofí!
-¡no fue nada gracioso!- se quejó Sofía.
-Chicas, por favor bajen la voz. Ella no debe despertarse así o mi mamá me matara cuando vuelva.- dijo Carolina mientras encendía la luz
-Eso es solo un mito.-dijo Flor- ¿Qué le puede pasar?
-Bueno, mi mamá es muy supersticiosa. Cree que puede ser peligroso. Pero tengo que asegurarme que no se lastime.
-¿Quieres que te ayudemos Caro?-dijo Micaela
-No, yo la llevaré a su cuarto.
Tomó de la mano a su hermana y la hizo girar sobre sí hasta que quedó de espalda a las chicas. De la misma manera la llevó hasta su habitación donde la puerta se encontraba abierta. La dejó frente a su cama. Y la hizo sentarse en el borde. Luego la recostó empujando su pecho contras las sabanas. Salió de la habitación cerrándole la puerta y girándole la llave. <<lo siento Melani, no me gusta dejarte encerrada>> decía en su mente. Luego volvió con sus tres amigas.
-¿y qué se supone que hace sonámbula?-preguntó Flor- ¿Acaso solo se levanta a asustar?
-camina por toda la casa. Siempre trata de salir afuera, pero trabamos las puertas con llave. Lo del susto es un solo regalito de la noche.
-bueno, bueno, fin del tema. Ahora ¿vamos a continuar o qué?-dijo Sofía.
-Espera, esto está más interesante que tu historia de los zapatos embrujados.-replicó Flor
-Apenas estaba empezando tonta, además no eran zapatos eran zapatillas.
-¿A quién le interesa la historia de unas zapatillas que desaparecen solas?
-supongo que tú tienes una mejor historia para contar
-pues sí.
-Pues adelante.
-bien. Por favor Caro, vuelve a apagar la luz.-dijo mientras tomaba la linterna.- necesito inspirarme
Carolina presionó el interruptor de la lámpara, quedando la habitación a oscuras, para luego sentarse junto a las demás chicas sobre la esponjosa alfombra.
-¡Auch! Caro, me pisaste la mano.- dijo Micaela.
-Perdón, no puedo ver nada.
-¡Silencio!- dijo Flor con el rostro iluminado por la linterna apoyada en su mentón, la luz se proyectaba desde debajo de la boca, haciéndole resaltar la nariz, las mejillas y la frente en la oscuridad.- Esto sucedió hace mucho, mucho tiempo, cuando el pan costaba cinco centavos y las señoritas usaban vestido largo.
-uy, que miedo- dijo Micaela.
-En una casa de este vecindario vivía un chico que tenía una novia a la cual iba a visitar todos los días.
-¿Y era uno guapo?
-Eh, sí, muy guapo. No importaba como estuviera el clima. Si hacía mucho calor, él iba a visitarla. Si hacia demasiado frio, él iba a visitarla. Si había mucho viento, él iba a visitarla. Si el día estaba precioso, él iba a…
-¡Sí! Creo que ya entendimos.- dijo Caro
-No quiero que queden dudas.
-¿y porque no iba ella a visitarlo a él?-dijo Sofía- ¿Por qué no se veían en la plaza por ejemplo?
-Pues porque no la dejaban salir. Su malvado padrastro apenas la dejaba ir a la escuela. Ellos se veían por la ventana del jardín. Día tras día, a escondidas, en la noche.
-Dirás noche tras noche…
-Es lo mismo. –continuó- pero su padrastro empezó a sospechar y decidió hacer algo para impedirlo. Iba a darle el susto de su vida para que no volviera a acercarse. Era una noche como esta, lluviosa, y a esta misma hora. Él pobre chico enamorado saltó la verja del jardín, aunque no era muy alta, pero tenía unas afiladas puntas en la parte de arriba. Además ya estaba entrenado por todas las veces que la iba a ver. Llevaba un su bolsillo un regalo para ella, una pulsera que decía “juntos por siempre”.
-¿Qué? ¿Solo una pulsera?- dijo Sofía
-Sí, solo una pulsera. ¿O querías que le lleve un anillo de matrimonio o las llaves de un auto?
-al menos lo del auto.
-a mí me parece muy tierno.-dijo Micaela
-bueno, le llevaba ese regalo –continuó Flor- pero alguien lo espera oculto, tapado con un abrigo impermeable, escondido entre las macetas. Él chico cruzaba el jardín, su malvado suegro salió a su encuentro amenazándolo con un arma, y gritando “fuera de mi Jardín, o te voy llenar el culo de plomo”. Entonces el muchacho se asustó y salió corriendo hacia la verja puntiaguda. Donde subió de un salto y trató de brincar al otro lado. Pero la lluvia había dejado muy resbaloso el acero. No pudo sujetarse bien y en un instante ¡Sac! su cabeza se clavó en una de las filosas puntas. ¡Le atravesó primero la garganta! ¡Luego la mandíbula, hasta que le llegó al cerebro! Ni siquiera pudo gritar.
-¡que horrible!- dijo Micaela.
-Se lo merecía por cobarde –dijo Sofía- por salir corriendo y todo eso.
-¿Y que más podrías hacer? El suegro tenía un arma
-¿Y luego que pasó?-dijo Caro
-A eso voy. Entonces la novia al oír murmullos y ruidos fuera de su ventana, se asomó a ver qué pasaba. Pero solo veía la lluvia incesante. La lluvia empezaba a caer más fuerte. “Tal vez no vendrá” pensaba, “pero siempre viene, seguro llegara cuando pase la lluvia” se decía a sí misma. Así es como el suegro asustado por el accidente del chico quiso bajarlo, sacarlo de allí. Pero el cuerpo ya está duro y pesado. Decidió descolgarlo, con mucho cuidado para no herirse el también. Vio a su hijastra sacar la cabeza por la ventana, y se ocultó en una parte oscura del jardín donde estaba menos iluminado. Y fue en busca de una pala. Después enterró el cuerpo del chico, mientras que le pareció que los ojos del muerto se movieron para echarle una última mirada de maldición. Desde esa noche la chica no supo nada más de su novio. Se mudaron y el padrastro empezó a dejarla salir, pero seguía preguntándose que había sucedido con su enamorado. Se cuenta que las noches así de lluviosa el muerto se levanta en busca de su amada, toca la ventana para entregarle su humilde regalo y llevársela para siempre… Y ese es el fin.
-Al menos la dejó salir a parrandear, después de todo- dijo Sofía
-¿nunca llegaron a tener sexo?- dijo Micaela
-Ay, Mica, no empieces con eso.
-solo sentía curiosidad. Si era tan guapo como dices.
-¿Qué les pareció? –Dijo Flor- ¿espeluznante, no?
-Uhm, mucho drama, pero interesante.-dijo Carolina
-aunque no da miedo- dijo Sofía.
-Lo dices de mala sangre.
-Ni siquiera sé que pensar de tu historia -volvió a decir- Parece un cuento para niños. ¿Te la contaba tu abuelita?
-por favor, la tuya parecía un cuento para retrasados. Y sí, me la contaba mi queridísima abuela que en p… -decía hasta que un gemido ahogado la interrumpió
-¡Ah! ¡Algo pasó por la ventana!- Gemía Micaela
-Ya va empezar con sus pendejadas.
-¡No, en serio! ¡Algo pasó por afuera de la ventana!
-¿será que es tu madre que ha vuelto Caro?
-no lo sé.- respondió- Tendría que haber entrado por la puerta del Hall.
-¡encendamos la luz! – dijo Micaela levantándose para alcanzar el interruptor.
Dio un par de pasos y cayó de narices al suelo cuando la alfombra se corrió accidentalmente. Las chicas se comenzaron a reír.
-Ya sabemos quién es la más torpe. – dijo Flor.
-ay, eso dolió,- dijo- ¡oh, no! estoy sangrando.
-¡Oh, no! ¿Ya te llegó?
-Quiero decir por la nariz.
-A ver, yo la encenderé- Dijo Caro- Además es mi casa.
-Pero va en serio, chicas, les juro que vi a alguien cruzar por afuera.- dijo tapándose la nariz- ay, necesito un pañuelo.
-ten- dijo Caro acercándole un trozo de tela morada.
-No será la hermana sonámbula de Caro.
-No, yo la encerré en su cuarto.
-Eso es cruel- dijo Micaela apretándose el pañuelo en la cara.
-¿y no abra salido por otra parte?
-No. A menos…
-¿por la ventana?
-nunca se le ha ocurrido salir por la ventana. Olvidé asegurarla, creo.
-Mejor ve a fijarte si aún sigue allí. O mejor, te acompañamos y dejamos a Micaela aquí sola.
-¡No! ¿Qué dices?
-Solo estoy bromeando.
Caro tomó la llave que estaba colgada en la pared junto a una foto enmarcada de su familia y dijo:
-Mejor la voy a ver.
-Voy contigo, amiga.-dijo Sofía
-Gracias Sofí. Las demás quédense aquí ya volvemos.
-Al cabo que ni quería acompañarlas- Dijo Flor- me quedaré con “narices menstruantes”.
-Eres una estúpida- contestó Micaela secándose la sangre.
-Avísenme si viene mi mamá. Dijo y atravesaron el umbral de la sala.
La casa era de una sola planta, solo debían cruzar el comedor y un largo pasillo hasta la habitación de Melani. Al llegar notaron que la puerta estaba aún cerrada, bajo llave, tal como la había dejado Carolina. Introdujeron la llave. “Melani” decía Caro mientras abría la puerta.
Encendió la luz, y se encontró con la cama vacía y la ventana abierta de par en par. La tormenta arremetía contra las cortinas
-¡Melani!- gritó Caro mientras corría hacia la ventana- ¡Melani!
Se apoyó sobre el Marco de la ventana y dudando un poco terminó por saltar hacia el exterior. Sus alpargatas tocaron el suelo mojado y salpicaron algo de agua.
-¡Caro espérame!-dijo Sofía detrás
Carolina miró en todas direcciones, vio a su hermana en el jardín, entre las rosas y los espinos. “¡Melani despierta!” gritaba debajo de la lluvia. Las alpargatas se le cubrían de barro y sentía los pies húmedos. Algunas espinas le picaban la pantorrilla mientras atravesaba el elevado pasto que pocas veces cortaban. Pisó mal una piedra y casi se torció el tobillo, no llegó a caer pero perdió el equilibro. Estaba toda empapada. El viento le hacía volar el cabello. ” ¡Ten cuidado Caro!” le decían sus tres amigas saliendo por la puerta de entrada hacia la lluvia. Carolina logró alcanzarla y agarrarla de su mojado pijama.
-¡Melani despierta!- le gritaba
-¿Qué?… ¿qué pasó?- decía Melania, como si recién se despertara.- ¿Porque estamos afuera?
-Vamos a la casa, rápido.
-¿Por qué me duelen tanto los pies?
-Vamos, salgamos de la lluvia.
Las muchachas la ayudaron a caminar hacia la casa. Cruzaron la puerta y le trajeron una toalla para secarse. Melani estaba totalmente empapada. Sus cabellos negros se le pegaban al rostro, el pijama estaba casi transparente por la tela mojada.
-Melani ¿estás bien?
-me duelen mucho los pies.
Miraron la planta de los pies de Melani. Estaban sangrando, tenía muchas heridas. Algunas espinas se le habían introducido en la piel y el barro tapaba las demás heridas. Llevaba algo en la mano.
-¿Cómo llegué aquí?- decía Melani somnolienta.
-Te levantaste sonámbula. Mira lo que te hiciste.
-No, yo estaba con alguien. No lo recuerdo muy bien.
-¿Quién?
Entonces le mostró lo que llevaba en la mano, una pequeña cinta de tela de color verde. Carolina se estremeció al ver lo que decían unas letras bordadas en ella. Eran unas letras doradas muy llamativas y con un estilo muy elegante. Las demás chicas también quedaron asombradas. Decían:
“JUNTOS POR SIEMPRE”
Fin