Teko’y
1
Cuando Kery se sentó por fin y dejó su katana sobre la mesilla, cerró los ojos con cansancio, le parecía
que habían pasado siglos desde la última vez que se sentaba en paz a descansar. Desde que empezó la
infección habían pasado solo seis meses, a ella le parecían decadas.
Con los ojos aún cerrados, recordó con tristeza como pasaba sus domingos holgazaneando en la cama
con su novio y sus perros, viendo televisión. Ahora se la pasaba buscando refugio y comida,
dolorosamente sola. Abrió los ojos, sacudió la cabeza y los recuerdos y se levantó a buscar comida.
La casita donde se refugió, era pequeña, pero confortable, en la sala había fotografías familiares de
personas que no conocía. ¿qué le habrá pasado a estas personas? Pensó Kery. ¿Habrán logrado escapar,
o vagan por las calles, sin rumbo y con la mirada vacía?
Siguió caminando por la casa y llegó a la cocina, estaba oscura, olía a humedad y a sangre. Sacó una
linterna de la mochila y desde la seguridad de la puerta, recorrió con la brillante luz la estancia. La
escena, en otro tiempo le hubiera arrancado arcadas, ahora le parecía normal. Los utensilios estaban
esparcidos por toda la cocina y la sangre ahora seca estampada por las paredes y muebles, unas manos
dejaron sus huellas como si de un macabro papel tapiz se tratara, y para rematar la imagen, un gran
charco en el piso, desde el que nacían un par de huellas de pies un lado desnudo y el otro calzado que se
dirigían a la puerta, con toda seguridad a engrosar el ejercito de muertos vivos.
Kery entró a la cocina, cerró la puerta a la calle y se puso a revisar las halacenas. Encontró latas de
ensalada y de atún. Tenía tanta hambre que se las devoró en tan morboso escenario. Luego de comerse
tres latas de ensalada y cuatro de atún, Kery pensó que debía hacer lo más difícil, luego de conseguir
comida, dormir. Desde la infección, dormir era un lujo que sólo te podías dar bajo muy pocas
circunstancias, esas eran: si tenías compañía que hiciera guardia, o si lograbas encontrar una habitación
herméticamente cerrada. Ella sólo podía dormir cuando milagrosamente encontraba una casa en un
vecindario vacío y se encerraba en una habitación, dormía por dos dias seguidos.
Subió por las escaleras, había dos habitaciones y un baño, eligió la habitación con la cama más grande,
todo estaba oscuro y olía a humedad, pero estaba tan cansada que no le importaba, hacía mucho
tiempo que había dejado de ser puntillosa. Cerró la puerta, le puso llave y el mueble más pesado de la
habitación enfrente. Cambió las sábanas, puso su katana al alcance de su mano, y cerró los ojos, no sin
antes rezar para no soñar con Bob y sus amados cachorros. Al instante se durmio.
2
Entreabrió los ojos y alargó el brazo buscando a Bob, sintió sus brazos fuertes y velludos, sonrió y giró
para verlo, le encantaba verlo dormir, siempre parecía en paz y transmitía tranquilidad. Bob sintió su
mirada y abrió los ojos, le sonrió y le dio un beso, escucharon un estruendo en la puerta y arañasos, Bob
sonrió y se levantó a abrir la puerta, fue derribado por dos enormes gran daneses que alegremente le
lamieron la cara, Kery los llamó.
-¡Zeus! ¡Conan!
Los perros levantaron la cabeza y se subieron a la cama, moviendo los rabos lamieron su cara y
obedientemente se acostaron.
-Ya desearía que me obedecieran a mí de esa forma.- dijo Bob.
-Eres muy blando con ellos.- respondió Kery.
-Tú eres la que manda, en todos lados.- bromeó él.
Kery acaricio a sus perros y se levantó, dio un beso a Bob y bajó las escaleras.
En la cocina, encendió el televisor y se puso a preparar el desayuno, le gustaba cocinar, pero sólo podía
hacerlo de vez en cuando, trabajaba casi todo el dia y parte de la noche, se estaba esforzando para ser
socia en la firma de abogados donde estaba hacía ya cinco años.
Bob bajó las escaleras ya vestido para ir a la oficina, se estaba bebiendo una taza de cafe y escuchando
el informe de tránsito, había un embotellamiento sobre Avda España.
-Lo que faltaba. – dijo, enfadado.
-Entonces apurate, que vamos a llegar tarde.- dijo ella.
Subió las escaleras para vestirse y Bob salió a poner agua y comida a los perros, ambos se perdieron la
noticia de que en Estados Unidos y en Europa, estaban suspendiendo vuelos y dejando a la gente en
cuarentena por un extraño brote de rabia.
Kery llegó a la casa esa noche, cansada y con dolor de cabeza. Zeus y Conan la recibieron con alegría. Era
lo bueno de tener perros, pensó, siempre te alegran el día. Se sentó frente a la casa y acaricio a sus
perros, mirando la calle, vivían en un barrio cerrado, apartado del centro y del ruido de la ciudad. Tenían
pocos vecinos, y casi no los conocía. Sabía que algunos eran personajes conocidos de la farándula, pero
ella poco sabía de lo que pasaba en ese mundo, su mundo era su trabajo, Bob y sus perros.
Los padres de Bob, habían fallecido ya hacía muchos años, eran de Canadá, vinieron a Paraguay porque
se enamoraron del campo y de la gente. Los padres de ella eran de Australia, decidieron viajar por todo
el mundo, disfrutar de su vida, ya que no debían ya preocuparse de Kery, quien al terminar la carrera de
derecho se independizó, ya estaba de novia con Bob y juntos compraron esa bella casita.
Seguía sentada con Zeus a sus pies, cuando vio el auto de Bob entrando a la casa. Tenía cara de
preocupado. Lo notó al instante.
-Cerraron el aeropuerto de Buenos Aires, se confirmaron varios casos de rabia en Argentina.- fue el
saludo de Bob.
-Esto ya empieza a ser raro.- dijo ella.
Se sentaron juntos al frente de la casa a disfrutar del fresco de la tarde, y a conversar sobre los casos en
Europa.
-Hoy vi un vídeo de un hombre que de la nada empezó a atacar a una mujer en la calle, saltó sobre ella,
y simplemente se puso a morderla, como si fuera un perro rabioso, le arrancó parte del cuello, la sangre
salía a borbotones, no había manera de atajar al hombre, así que la policía tuvo que abrir fuego, y el
hombre no paraba, tuvieron que darle un balazo en la cabeza. Fueron a auxiliar a la mujer y ésta empezó
a atacar a los policias, que también tuvieron que darle un balazo. Fue horrible. – Bob estaba pálido.
-Yo también vi el video.- dijo ella. -En la oficina sólo se hablaba de eso hoy. Fue asqueroso, la sangre, los
balazos. Me dieron nauseas.-
-Pues esperemos que no llegue aquí. –
-En Paraguay nunca pasa nada.- trató de bromear ella.
Él rió y la abrazó. Entraron a la casa cenaron y se acostaron a dormir.
3
El piloto estaba preocupado, la azafata le había informado que un pasajero tenía mucha fiebre. Estaba
pensando que deberían pedir permiso para aterrizar en el aeropuerto más cercano, o el pasajero podría
empeorar. Lo consultó con el copiloto, y decidieron aterrizar.
-¿Cuál es el aeropuerto más cercano?-
El copiloto consultó el gps y respondió:
-Aeropuerto Internacional Silvio Pettirosi. Asunción Paraguay.-
Recibieron el visto bueno de la torre de control, aterrizaron y el pasajero fue inmediatamente
trasladado al hospital.
El pasajero fue ingresado a urgencias, mientras era atendido, una enfermera le tomaba los datos, Sara,
su esposa explicó que estaban volviendo de Europa, habían ido de segunda luna de miel a París,
consiguieron salir de Europa en el último vuelo que obtuvo el visto bueno de partir, su destino era Chile,
su país natal y que en medio del vuelo, su esposo empezó a sentirse mal, sudaba profusamente y tenía
mucha fiebre. Ya cuando aterrizaron en Asunción, Federico, había perdido la conciencia.
La enfermera, tomo los datos del paciente y la dejó en la sala de espera. Luego de dos horas, vino un
doctor y le informó que hicieron todo lo posible para bajar la fiebre de su esposo, pero que no pudieron
salvarlo. Sara, se desplomó y empezó a llorar, el médico la trató de consolar y le preguntó si podría
llamar a algún familiar, ella dijo que sólo tenía un hermano, pero estaba en Chile. Y que no sabía cómo
hacer para llevarse el cuerpo de su esposo. El médico le dijo que no se preocupara, que tenían una
oficina de abogados que la ayudaría con los tramites.
Kery estaba sentada en su oficina, concentrada en unos papeles, cuando sonó su teléfono.
-Buenas tardes, srta Maiden. Soy la secretaria del Dr. García. Le llamo porque tenemos una situación y
necesitamos su ayuda.-
-Por supuesto, ¿en que les puedo ayudar?-
-Hoy, lamentablemente, acaba de fallecer un paciente que fue ingresado de urgencia, tuvieron que
aterrizar el avión que venía de Europa, de emergencia, el señor es extranjero y la viuda necesita los
papeles para llevarse el cadáver, ¿podría venir por favor para asesorar a la señora?-
A Kery se le puso la piel de gallina, no escuchó nada más después de “venía de Europa”. Lo primero que
pensó fue en el morboso vídeo que había visto hacía unos días, pensó en negarse, pero si quería ser socia del bufete de abogados, debía hacer todo lo que le pidieran, aunque solo fuera hacer los trámites
para que una viuda se pudiera llevar el cadáver de su esposo de vuelta a su país.
-Claro, estoy allí en 20 minutos. – respondió Kery. Agarró las llaves del auto y salió de la oficina, rumbo al
hospital.
Sara debía firmar el certificado de defunción, pero estaba tan shockeada que aún no la podían
convencer de que pasara a la oficina del forense para firmar el documento. Hacía solo 15 minutos que su
esposo había muerto, toda una vida juntos, se esfumaron en un instante. Llevaban 25 años casados,
nunca tuvieron hijos, pero ellos solos se bastaban. Ahora ella quedaba sola, y se arrepentía de no haber
tenido hijos, porque al menos le quedaría eso, ahora ya no tenía nada. Pensó en el último día que
estuvieron en París, estaban cenando en un restaurant, le encantaba la comida francesa. Al salir del
restaurant, caminaban por una hermosa calle, cuando un hombre salía de una casa, tosiendo mucho,
Federico fue a ver si le podía ayudar y el señor tosió y escupió sangre, que le salpicó en la cara. Luego
salió una mujer que lo subió a un auto mientras hablaba en francés a toda velocidad, y no pudo
entender qué había dicho, su francés era básico. Al día siguiente abordaron el avión.
-Buenas tardes señora Gimenez, soy Kery Maiden.-
Sara levantó la cabeza, vio a una joven de unos 30 años, bonita, era rubia y de ojos increiblemente
azules, de mirada amable y comprensiva. Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
-Lamento mucho su perdida señora, mis más sentidos pesames. Estoy a su completa disposición. – dijo
Kery.
-Muchas gracias hija, no sé qué hacer, estoy perdida.- dijo Sara, y se puso a llorar.
Kery sintió el dolor de la señora, y la abrazó por un rato, hasta que carraspeó y le dijo:
-Debemos pasar por la oficina del forense, para poner en orden los papeles.-
-Está bien, vamos.- respondió sin ganas Sara.
Fueron hasta las oficinas del forense y el dr les dijo que debían firmar el certificado de defunción, pero
antes deberían reconocer el cadáver.
A Kery eso no le gustó para nada, nunca le gustó estar cerca de los muertos, si debía ir a algún funeral,
presentaba sus respetos a la familia, pero nunca se acercaba al cadáver. Y añadiendo el hecho de todo lo
que estaba pasando en Europa, a Kery le estaba dando muy mala espina este caso. Sólo quería terminar
con esto y volver a la oficina y luego a su casa.
Entraron en la morgue, y el cadáver de Federico estaba sobre una mesa de examen, cubierto con una
sábana. Había varios enfermeros y el forense en la sala, un enfermero levantó la sábana y descubrió el
rostro del cadáver. Sara se derrumbó sobre él y empezó a llorar. Todos mantuvieron silencio por
respeto. Cuando se recompuso, firmó el certificado. Se alejaron de la mesa y Kery empezó a explicarle
cuál era el procedimiento a seguir a continuación, los enfermeros salieron de sala y las dejaron con el
forense que estaba ocupado con unos papeles. Mientras Kery hablaba notó que la sábana que cubría el
cadáver de Federico se movía, pensó que solo era una corriente de viento, luego se volvió a mover y con
horror vio que Federico se incorporaba en la mesa de examen. Se quedó con la boca abierta y Sara volteo a ver qué había dejado tan sorprendida a Kery. Vio a su esposo sentado, con los ojos abiertos y
con la mirada perdida, como si estuviera tratando de entender dónde se encontraba y qué había
pasado.
Sara corrió hasta él y le dio un abrazo, Kery solo se quedó parada donde estaba, no podía mover los pies.
Sara abrazó a su esposo y le hablaba cariñosamente, él solo la miraba sin verla, con la cabeza de lado y
la boca semi abierta.
Kery al fin reaccionó y miró al forense, que estaba tan sorprendido como ella. Caminó hasta él y le
preguntó cómo podía estar pasando esto. El forense no podía explicarlo. Él mismo había tomado los
signos vitales, inexistentes, no tenía pulso, no respiraba y su temperatura había descendido, había
hecho el procedimiento cientos de veces.
Sara seguía hablandole a Federico trantando de hacele reaccionar. Kery los miraba y con prudencia
empezó acercarse. Con horror vio como Federico levantaba las manos y agarraba a Sara dándole un
mordisco en la mejilla, arrancandole un trozo y dejando la mandibula y los dientes de Sara al
descubierto. Corrió hasta allí y apartó a Sara de su esposo, el forense trató de atajar a Federico pero el
daba dentadas al aire tratando de alcanzar alguna parte de su cuerpo, parecía un poseído. Sara gritaba
del dolor. Varios enfermeros llegaron y se la llevaron para hacerle los primeros auxilios, y otros
ayudaban al forense que trataba de sostener a Federico, le pusieron una inyección con tranquilizantes,
pero no hacia efecto, todos tenían arañazos, mientras sostenían al hombre que trataba de morder a
todo lo que estubiera cerca suyo. Kery sólo podía mirar horrorizada. Volvieron a ponerle otra dosis de
tranquilizantes pero seguía sin hacerle ningún efecto. Con cinturones lograron atarlo, pero estaba
furioso, trataba de morder a todos.
Kery fue escoltada fuera de la sala, y un doctor le dijo que podía retirarse, que la llamarían si la
necesitaban de nuevo. Pensaba volver a la oficina, pero estaba tan alterada que decidió volver a su casa,
excusandose en la oficina.
Llegó a su casa, y se quedó sentada dentro del auto, no podía creer lo que vio. Conan, saltó por el auto y
la sobresalto, al fin abrió la puerta y acaricio a su perro. Entró a la casa, y aunque sólo eran las 3 de la
tarde se sivio un whisky, se lo bebió de un trago y se sirvió otro, sintiendo como el liquido le quemaba la
garganta y las entrañas empezó a sentirse mejor. Se miró en el espejo de la sala y vio que tenía las
manos y la ropa manchada con la sangre de Sara. Se desnudó y se bañó, tiró la ropa a la basura.
Llamó a Bob y le dijo que volvió a la casa temprano, que no se sentía bien. Bob se dio cuenta al instante
que algo no andaba bien, ella nunca hacía cosas así. Él pidió permiso en la oficina y fue a la casa.
Encontró a Kery sentada en el piso de la habitación, con la mirada distante, la botella de whisky a la
mitad y los perros acostados a su alrededor con miradas tristes. Se sentó a su lado, le sacó el vaso de la
mano, ella le miró y se echó a sus brazos, llorando.
Le contó todo, Bob se mantuvo callado todo el tiempo, la dejó desahogarse. Luego la obligó a acostarse
a dormir.
4
Bob se sirvió un whisky, luego de escuchar el relato de Kery, le hacía falta. No le gustaba cómo estaba
evolucionando la situación, parecía película clase z, de esas de horror y bajo presupuesto donde abundaban la sangre falsa y las mujeres de grito agudo. No quería pensar que eran Zombies, eso era
imposible, nadie puede volver de entre los muertos y ponerse a morder a la gente, debía existir una
explicación lógica. Pero lo único que podía pensar ahora era en el pánico generalizado que se iba a
presentar. Pensó que debería ir al supermercado antes de que la gente se enterara de lo que estaba
pasando, luego sería imposible conseguir nada.
Subió al auto y fue al supermercado. Compró latas de comida, y todo lo que fuera imperecedero, llenó
cinco carros de cosas, y cuando ya iba a la caja, agarró un sexto carro y lo llenó con todas las bolsas de
comida para perro que había en el estante, y pidió que le trajeran más bolsas. El encargado no lo podía
creer.
-Nos vamos al campo por varios meses.- fue la única explicación que se le ocurrió, aunque quiso gritar
-¡Los malditos muertos se levantan a comerse a la gente!.-
Kery estaba parada en la puerta cuando él llegó con la camioneta cargada a tope de cosas. No dijo una
sola palabra mientras le ayudaba a guardar todo. No cabía ya nada en la cocina, tuvieron que dejar
muchas cosas apiladas en el piso. Bob le dijo que saldría de nuevo, quería comprar un generador por si
se cortaba la luz, Kery ya estaba empezando a asustarse, pero no dijo nada, le dejó hacer.
Bob no solo compró un generador, compró madera para tapiar las ventanas y puertas, se alegraba de
haber hecho un muro alto, solo quedaba cerrar el frente y estarian escondidos de la vista de todos. Kery
pensó que Bob ya estaba rayando la paranoina. Hasta que encendió el televisor.
La escena era dantesca. Era el hospital, donde ella estuvo esa misma tarde. Los cascos azules trataban
de contener a un grupo de personas que claramente eran enfermos del hospital y también había
doctores y enfermeros. Los reprimian con cachiporrasos, con balines de goma, los carros hidrantes,
lanzaban chorros de agua para hacerlos retroceder, pero el grupo avanzaba, solo parecían enojarse más.
Kery cambió de canal, puso CNN, y lo que vio le parecía ya una broma, no podía estar pasando lo mismo
en todos lados. Había una escena similar, en Buenos Aires, en São Paulo, en Caracas, en Cancún, en Los
Ángeles, en Chicago, en todos lados.
Se levantó de su silla, tomó sus Katanas de su pedestal en la sala, y se puso a sacarles filo……esto recién
empezaba.