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Son las cicatrices
segundos zurcidos que el dolor
ofrenda
a
la nada
estandartes sepultados en el
frágil oráculo del recuerdo
y es en el flanco libidinoso de
un ciego sol
donde declaramos que la
eternidad no logró vencernos
cuando los besos que la memoria
unge con tibias afonías
se escurren en las paredes y se
lanzan al flagelo de la gravedad
al darse cuenta que el viento ya
no visita las ventanas del cuerpo
y es siempre en esa delgada
línea adonde un dios nos lanza
el puerto donde sin brazos nos espera la vida
la remembranza está hecha de
elocuentes escombros
es una niña sin rostro que
rebelde se burla del futuro
¿qué decir del barco al huir las
olas?
¿acaso el poeta es la resonancia
de su propio grito?
¿y qué del vino que mana en los
ojos de los amantes?
brindar es una forma ingenua de
despedirse
por eso es mejor hacerlo con las
copas vacías