Contraluz
ATMOSFERA GENERAL
Como un buque fantasma entrando
en la bruma de ceniza y cal viva, como un mascaron de proa oteando cual perro
perdiguero el rescoldo de la humo-niebla asesina mixtura de éter, acetona y sulfuro en acido, así surque
encallado el mar de los sargazos habitando la calma chibcha que era un espejo inerte, habitado solo por los vapores etéreos de las
algas pútridas en azufre y azul lívido de las briofitas difuntas donde Colon
estuvo a punto de perder su gloria y yo mi vida y por
los relámpagos de las cerillas sobre las cajas de fósforos, malaya un pincel
que pudiere pintar el alma, donde encontrar un crayón o un carboncillo para
delinear en blanco y negro, en sombra y luz el espíritu que era yo. Cierro los
ojos buscando evocar en nostalgia de equilibrista el que fue y mirando hacia
atrás so-pena de incurrir en el pecado que cristalizo a la mujer de Lot, me
descubro allende remotos lugares no de espacio y ni siquiera de tiempo, era en
el ensalmo del incienso macabro, era en la hipnosis del maestro ilusionista,
era en el filo de la navaja que caminaba con los pies descalzos sin haber ido a
Calcuta a ninguna escuela de Faquir. Solo retumbaba en la bóveda frontal de mis
ideas el anhelo de sentir una vez más la ambrosia de mandrágora de la droga, ya
no había colores en el entorno, todo era patina de plata vieja, solo era costra
de nicotina y azufre adherida a la luz como omnipresente neblina de pantano de
nausea de grises, sepias , plomos y
pardos, todo era opaco, solo brillaba el fosforo encendido o la mechera o el
encendedor, solo brillaba la base cuando se quemaba como tizón de carbón
encendido y costra de lepra iridiscente
anunciando un orgasmo instantáneo y fugaz seguido de espinas,
sobresaltos y dolores, solo existía el instante y el desastre, era el hierro
con que marcaban el ganado de los rebaños malditos.
Cada vez que ingresaba al dominio de la Droga,
dejaba en el paragüero del vestíbulo en la entrada, mi vida, mi alma, mis padres, mis
sueños, cada hueso, cada coyuntura, cada articulación, cada víscera, cada entraña,
cada idea, cada recuerdo, dejaba arrumado en un rincón todas las navidades,
cada villancico, cada regalo de mis amorosos padres, dejaba mis primeros amores
platónicos, dejaba a Pilar M a Carmen
Alicia R, dejaba toneladas de Poesías que cometí, dejaba el olor de los libros
Escolares nuevos de Febrero, dejaba
todos los paisajes recorridos, el amado mar con su olor y sabor a mujer y a
salitre, dejaba las ilusiones y en los bolsillos del gabán, también colgado,
quedaban arrugados los papeles con las cartas de amor filial de mis hermanos.
Dejaba allí todo lo que era, todo lo que fui y todo lo que soñaba ser, dejaba los
ojos de mi hijos, que solo ahora sé que se llaman Marías y que son hermosos y
brillantes, dejaba el hermoso burilar de la luz al caer la tarde en los ojos
bellos de mi madre, dejaba las comuniones, conversaciones y cacerías de libros
que fueron instantes con mi padre en San Victorino y librerías de anticuario, dejaba la nobleza de
cedro de mi padre, su dulce ternura rustica y delicada como la cruz de Nuestro
Señor, dejaba todo, todo lo entregaba y
no pedía ficha alguna, era incondicional el empeño, no me importaba nada y no
sabía entonces porque razón pude salir y retomar mi vestido en cuerpo, en alma
y en gabán y en cruz y en luz y volver a deambular por la vida como cualquier
anodino hijo de vecino sin que nadie
percibiera que entraba y salía del averno como transeúnte cotidiano y
consuetudinario.
COMUNIDAD AVE
La tarde caía para los habitantes
de Cielo Roto lugar en la Cima del Kilómetro
18 de la Vía que de Cali lleva al mar,
moradores éramos de la Comunidad AVE, lugar donde Doña Carmen Bravo en una Fe
prima hermana de la demencia creo un Hogar para
Drogadictos indigentes que deambulábamos las calles de Cali, era
entonces el ocaso y como gallinazos del diluvio ateridos nos parábamos al caer
la tarde sobre un muro que rodeaba la inmensa y señorial mansión a recibir en
los atardeceres el concierto más bello de luz, reflejos, perspectivas y colores
que nunca han escuchado mis ojos. Pareciera que se hubiera roto la paleta del
pintor de los cielos, pareciera que el sol se desangrara en múltiples
variaciones y melodías de luz y pléyades
de colores estallando al unísono en el horizonte, los rojos y purpuras en
degrade hasta el anaranjado habitando entre los amarillos que se rasgaban
heridos en arpegios de plata resplandeciente
sangrando entonces reflejos de
oro y luego cegadores haces de relámpagos de plata y blanco, a su lado los
verdes jugaban a ser azules, aguamarinas y morados, las nubes blancas tornaban
su opacidad en algodón azucarado de parque y pintaban los tonos intermedios
laborando en los grises y tejiendo en su espacio carpetas de crochet de marfil en orbes contra
el horizonte que sangraba y entonces ese resplandor magnifico del cielo
nos hablaba de Pintor tan inmenso y esa vibración de colores que estallaba
variando en cada segundo como fuegos artificiales majestuosos, a través de los
ojos se nos colaba y vibrábamos entonces como Stradivarius estropeados y
alcanzábamos como albatros a levantar unos instantes el vuelo en levitación
cromática pero apenas lográbamos el
vuelo de gallinas saraviadas y chirosas
sobre la tapia, avizorábamos entonces que había vida más allá de nuestro
infierno, no se los demás pero yo intente en un truco desesperado respirar
profundamente para beber tanta filantropía cromática y pensé que tal luz no
podía llegar a mi si no había cristal y que tal cristal no era tal sino diamante y si tal había era
solo perseverar y amanecería y el tiempo le dio la razón a este descocido
pensatista. Hoy sospecho que Nuestro
Señor se vino juntando con Van Gogh para obrar tal concierto quizá sabiendo que
solo un herido pintor podía trasmitir la gracia a almas tan atormentadas.
FISICA CUANTICA DEL INFIERNO
Nada es cierto, nada diáfano,
todo es sometido al tormento del vórtice del molino desenfocado; dientes de
herrumbre, oxido, desolación y extravío,
lentes de fondo de botella despicados en las reyertas de borrachos náufragos en
las playas de las otoñales y rotundas
prostitutas, todo era marinado por un cansancio crónico casi nausea casi dolor
casi olvido casi abandono, una renuncia endémica de malaria amarilla y verde en
el aire y en todas las cosas barnizadas
de humo, mugre y miseria, pocos
peregrinos que habitaron tales parajes razón de ello pueden dar ya que al
vórtice, al filo, en el dintel del abismo las gárgolas impiden el retorno y
aquellos Bendecidos por la protección de la gracia que logran retornar, son
despojados de la mayoría de sus recuerdos en el paragüero donde deben colgar
antes de salir sus mil sombreros, algunos mitad sombrero mitad cerebro,
entiendo que el portero tiene instrucciones precisas de no dejar salir,
sentimiento, especie, herida, recuerdo, instante alguno a fin de no revelar
detrás de la tramoya de la utilería del molino de carne del averno; las tripas del infierno, sus finas charolas
de lata y aluminio, los tuétanos del colmillo de los meseros y demonios ,las
ubres de la leche azufrada de las vacas, la pus de la hiedra que cubre los
bordes afilados del pubis de las alucinadas prostitutas, los colchones plagados
de la sarna de los amores mercenarios y venéreos cundidos a más de mil
anastomosis y algunos aspergidos de la
sangre de un muerto del cual aún no se tiene razón ni se tendrá jamás, tampoco
se permite retirar los Astrolabios con el pentagrama invertido para navegar en
las entrañas ajenas oteando fluidos y rescoldos de gemido y entuertos de la sincopada
palpitación de la sombra que trasmigra, traspasa la ineluctable, irremediable y
definitiva línea entre el hombre y la
bestia.
¿Nadie mira a los ojos para evitar que los
vitrales de tales góticas catedrales se fijen en las atormentadas pupilas, mil
habitan un espacio reducido, abigarrado y sudoroso y todos están impecable e
implacablemente solos jamás se encuentran solo se usan para llenar cada cual su
vientre del sabor, regusto y almizcle que su pecado apetece, donde encontrar la
nota para que el oyente entienda el sonido del infierno? ¿Como explicar que el
infierno quema no de calor ni fuego sino de frio y yerto halito, de flamas y
tizones entre azules, moradas, grises, negras y violetas igual que los labios
de los difuntos, violetas congeladas en el interregno del último suspiro? La
danza es la sincope en suspenso del aliento que aceza, que gime, que perdura
atravesando los pórticos de la respiración de miasmas, de pantanos sulfurosos
incensados con los vapores de los leños putrefactos de las cruces de tantos
penitentes que se derrumbaron sin Magdalena alguna, sin Cirineo, cayeron
simplemente como hojas de otoño que se desgonzan empujadas por el último
suspiro en un otoño horroroso y definitivo, quien hará los responsos? ¿Quién
rezara la novena? Quien pagara las plañideras para que ejerzan sabias y finjan, administrando un dolor de parientes ajenos ya
y ya remotos irremediablemente?.
El perfume, el acíbar, el fruto dulce del azufre
en sazón en brebaje letalmente sabio, en mixtura con las maceradas hojas de la
coca, maceradas al ritmo de la vendimia una vendimia nueva de un vino que de
Baco no vino, entraban en procesión o quizá fuere mejor decir en estampida
hasta el más recóndito rincón del cerebro sin pasar por la alcabala de la
razón, el humo no reconocía la idea ni el pensamiento como interlocutor válido,
el humo entraba en coloquios con los instintos, con la fuente primigenia del
placer y el dolor, con el reptil dormido que dicen se llama hipotálamo.